En medio de la búsqueda de Mateo, el sujeto entregó distintos antecedentes para desviar la atención y esconder un crimen cuyos detalles impactaron a toda la comunidad.
Hace casi 10 años, cuando quedaban pocos días para la Navidad de 2014, se confirmó una noticia que remeció a la ciudad de Calama: tras una intensa búsqueda, la policía dio con el cuerpo de Mateo Riquelme, el niño de dos años que estuvo 12 días desaparecido.
Así lo informó el fiscal del caso, Raúl Marabolí, quien confirmó que era el menor y que ya había sido “reconocido por parte de la madre”.
De inmediato, el persecutor afirmó que “hay terceras personas involucradas” en el hecho. De paso, detalló que el pequeño tenía una lesión en el cráneo cuando fue hallado.
“Llegamos al lugar específicamente por el trabajo en conjunto con Carabineros en relación a las diligencias que se realizaron el día de hoy y los días previos a esta última diligencia”, complementó.
En concreto, el hallazgo se produjo luego que personal policial llegara hasta la Quebrada Quetena para periciar una bolsa de ropa que, aparentemente, pertenecía a Mateo.
Horror en Calama
Con el correr de los días, los detalles del asesinato terminarían por conmover al país.
Un preinforme del Servicio Médico Legal (SML) de Antofagasta descartó que el niño haya fallecido producto de una caída, versión que fue compartida por Cristián Riquelme, padre de Mateo que, de inmediato, pasó a ser sospechoso.
La conclusión del SML era clara: el menor murió a raíz de un golpe directo en la cabeza, el que podría haber sido efectuado con un objeto contundente, como por un golpe de puño.
A raíz de este y otros antecedentes marcados por la violencia, el sujeto fue detenido por la policía. Se le acusó de parricidio.
A su vez, la Fiscalía también detuvo a la tía del menor fallecido, Carolina Riquelme, quien quedó tras las rejas por obstrucción a la justicia luego de ser citada a declarar en Calama. Esta mujer fue quien entabló la denuncia por presunta desgracia ante Carabineros y que, en primera instancia, aseguró que el menor se había perdido en el Parque 21 de Mayo mientras jugaba. Todo era falso.
Imputados
El 19 de diciembre de 2014, el Juzgado de Garantía de Calama determinó la prisión preventiva para Cristián y Carolina Riquelme, padre y tía del pequeño Mateo, respectivamente.
Luego de una extensa formalización, encabezada por la jueza Paulina Rodríguez, al sujeto también se le acusó de inhumación ilegal.
En el caso de su hermana, la Fiscalía se basó en que ella fue quien denunció la desaparición del niño y mencionó la posibilidad de que haya sido secuestrado. Posteriormente, se pudo comprobar que fue su hermano quien inventó esta versión de los hechos.
Finalmente, en vista de los resultados que arrojaron los peritajes SML, la jueza determinó que la lesión del cuerpo no era compatible con la presunta caída. Además, reveló a Mateo se le puso un pañal en la boca tras recibir el golpe.
La audiencia se realizó bajo estrictas medidas de seguridad, luego que un grupo de pobladores de Calama llegara hasta el frontis del juzgado para exigir justicia. En primera instancia, ambos imputados fueron derivados hasta la cárcel de Antofagasta.
Fuertes detalles y condena
En julio de 2017, se confirmó la cadena perpetua para Cristián Riquelme, de entonces 31 años.
Los sentenciadores, luego de apreciar la pruebas aportada por el Ministerio Público, estimaron que los hechos configuran el delito de parricidio en carácter de consumado.
De acuerdo a la acusación, y una vez investigados todos los hechos, fue el 6 de diciembre de 2014 cuando Cristián Riquelme llevó al niño al mencionado Parque 21 de mayo, pero luego se devuelven a su hogar en una pieza que arrendaba en calle Federico Errázuriz.
Una vez en la habitación (y luego de haber consumido droga), el imputado comienza a agredir al niño, por motivos que se desconocen, pero presumiblemente por una discusión telefónica que tuvo con la madre del menor, que se encontraba recluida en el centro de detención preventiva de Calama, y que saldría ese mismo día.
La golpiza que Riquelme propinó al menor le provocó un traumatismo cráneo encefálico cerrado por contusión directa, que le ocasionó la muerte luego de un período de agonía, en el cual vomitó y convulsionó en el lugar, ante lo cual el imputado le introduce un pañal en la boca del menor a fin de evitar la expulsión de fluidos y además evitar de ese modo ser descubierto por los demás vecinos que arrendaban piezas en el lugar.
Consumados los hechos, el imputado envolvió a Mateo en un frazada y se trasladó hasta la Quebrada Quetena. En un basural clandestino, enterró al menor.
Luego, con el propósito de ocultar cualquier rastro y generarse una coartada, concurrió al domicilio de su hermana a quien le pide ayuda, inventándole una historia sobre la desaparición del niño.
Así, los hermanos concurrieron a Carabineros y pusieron una denuncia. Posteriormente, concurrieron a la cárcel a esperar la salida de la madre de niño a la que el imputado le repitió la historia de la supuesta desaparición.
Aunque los vecinos ya lo apuntaban como responsable, Cristián Riquelme mantuvo esta versión por varios días, hasta que la policía uniformada dio con el cuerpo del menor.
En el juicio, que se prolongó por meses, la defensa solicitó la absolución de su defendido, basada en la falta de y/o insuficiencia de indicios para determinar la participación del acusado. Los sentenciadores rechazaron esa hipótesis.
Entre las pruebas destacaron los testimonios de varios vecinos que dejaron en evidencia el maltrato que sufría el niño a manos de su padre, y que incluso algunos de ellos realizaron acciones concretas a objeto de mejorar la calidad de vida del menor.
Además de la condena de presidio perpetuo aplicada por el tribunal, se determinó que Riquelme deberá pagar, a título de indemnización a la madre, la cantidad de 18 millones de pesos.