El Tren de Aragua es uno de los grupos más peligrosos de Sudamérica. Y en los últimos años, han expandido sus operaciones en distintos países de la región.

En este sentido, Chile se ha posicionado como un destino predilecto para esta organización delictiva fundada en Venezuela.

Según InsightCrime, es la única banda de dicho territorio que ha logrado afianzarse en el extranjero, mientras que se han convertido en “una amenaza transnacional con un amplio portafolio criminal”.

De hecho, actualmente se está realizando en Chile el juicio en contra de Los Gallegos, quienes son considerados una célula del Tren de Aragua y son acusados de múltiples cargos.

Entre ellos se encuentran los delitos de tráfico de drogas, homicidios, secuestros, trata de personas para fines sexuales, tráfico de inmigrantes e internación de armas de fuego, por solo mencionar algunos.

Sin embargo, pese a que se presume que llevan operando por cerca de una década, su nombre se ha hecho notar ampliamente en el país.

Incluso, según aseguró a la BBC —bajo reserva de identidad— un funcionario de la Policía de Investigaciones (PDI) que los investigó entre 2021 y 2023, se ha convertido en “su segundo hogar”.

Los factores que han influido en la expansión del Tren de Aragua en Chile

El jefe nacional contra el Crimen Organizado de la PDI, Mauro Mercado Andaur, declaró al citado medio que se presume que la llegada de la banda “tiene que ver con el aprovechamiento de la migración que hubo desde Venezuela a Chile”.

Esto, debido a que los miembros del Tren de Aragua ofrecen el servicio ilícito de traer a personas desde ese territorio hasta el país.

De acuerdo a lo que se ha registrado, bajo condiciones que atentan contra su seguridad y que ponen en riesgo sus vidas.

“La persona que emigra a través de distintas fronteras muchas veces tiene pocos recursos económicos y la necesidad rápida de llegar a su país de destino. El grupo criminal aprovecha la necesidad de los migrantes para hacer sus negocios ilícitos, los seduce y hasta les asignan tareas menores”, explicó a la BBC.

No obstante, la migración no es el único factor.

La autoridad policial sugirió que la pandemia del Covid-19 que vino justo después del llamado “estallido social” desencadenó que los efectivos debieran ocuparse, además de sus funciones, de múltiples tareas vinculadas a la situación sanitaria.

Se presume que este último punto y el hecho de que Chile haya sido uno de los primeros países en tener vacunas, también pudo haber influido en la llegada de personas que buscaban mejores servicios de salud.

A medida que el Tren de Aragua comenzó a expandir sus redes en el país, se registraron cambios en el modus operandi de ciertos delitos, tales como el tráfico de drogas, los homicidios y la trata de personas.

Pese a que tales actos criminales no son nuevos, el agente de la PDI hizo hincapié en que se ha impuesto un control en el ámbito de las actividades ilícitas.

“Encontraron la facilidad para apoderarse de territorios. Tomaron zonas casi despobladas para establecer sus negocios. También comenzaron a ofrecer servicios, como pasar migrantes de una frontera a otra, brindar seguridad a comercios o falsificar los documentos de identidad que las autoridades chilenas entregan a los migrantes”, explicó.

Junto con ello, precisó: “Históricamente nuestros grupos criminales (provenientes de Chile) han tendido a evolucionar hacia el lavado de activos, pero no hacia el control de un territorio por la fuerza. Tampoco tenían un gran poder de fuego”.

“Por eso fueron sometidos fácilmente por los grupos extranjeros, como el Tren de Aragua, y terminaron cediendo los espacios y sometiéndose a ellos”, enfatizó Mercado Andaur.

Respecto a ámbitos como la explotación sexual, aclaró: “Aquí la prostitución es legal, pero no había la figura del proxeneta. Ellos la trajeron y ahora controlan este delito en el país”.

Y más allá del Tren de Aragua, dijo que también se ha visto la presencia de grupos criminales provenientes de otros países en el territorio.