De transportar al “mesías que salvaría al mundo” a horrorizar a todo un pueblo: los delirios del asesino de Lolol

El criminal solía pasear en bici junto a su perro.
El criminal solía pasear en bici junto a su perro.

Diagnóstico entregado por expertos apuntó a unas supuestas órdenes que recibía el criminal por parte de “voces ficticias” que habitaban en su mente.

En medio de sus esperadas vacaciones de invierno, la profesora María José Reyes Moore (46) se trasladó a la Región de O’Higgins para visitar a sus familiares en el sector de Bucarruca.

Como ya era habitual, la docente que vivía y trabajaba en el sector oriente de Santiago pasó por la localidad de Lolol. Esta vez, cerca del mediodía del 12 de julio de 2012, se detuvo frente al negocio de Óscar López, un anticuario de 38 años que vendía todo tipo de chucherías. Aparentemente dateada, la mujer se interesó por los artículos del comerciante, por lo que decidió ingresar al local.

Lo que sucedería después, sólo se puede explicar conociendo algunos antecedentes del perfil psicológico del sujeto.

La tienda del criminal.
La tienda del criminal.

El extraño “anticuario”

Óscar Segundo López Rodríguez llegó a Lolol después del terremoto del 27 de febrero del 2010. De hecho, su arribo no pasó desapercibido, ya que se tomó una casa en la céntrica avenida Los Alerces, en la salida poniente de la ciudad.

Allí comenzó a recolectar cosas hasta crear una chatarrería. Con el paso del tiempo se hizo conocido en el pueblo como “el anticuario” o derechamente “el loquito”.

Habiendo hecho su fama, la gente le comenzó a regalar cosas que luego trataba de arreglar para vender. La única compañía que tenía era su perro Valentín, a quien difundía como “el mesías que salvaría al mundo”.

De hecho, el ex portal Mundo Rural lo entrevistó por la afición que lo había destacado en las carreteras: andar en bicicleta junto al can, que se equilibraba entre la parrilla y el asiento.

En el negocio, sus principales clientes eran turistas al paso, eventualmente de sectores acomodados, acostumbrados a buscar alguna reliquia.

Según revelaron quienes lo conocieron en vida, el hombre era fiel seguidor de las batallas en animé y de filmes como Kill Bill, por lo que tenía una especial predilección por los sables, hachas y cuchillos.

Foto: Mundo Rural.
Foto: Mundo Rural.

¡Horror!

Con el objetivo de comprar un aparato curioso, la profesora descendió del vehículo en el que iba acompañada de dos hijos, de 15 y 19 años, respectivamente.

Sin embargo, lo que suponía una breve visita por el local de antigüedades, terminó de la peor manera. Por motivos que, hasta hoy se desconocen, Óscar López atacó con un hacha a Reyes Moore.

La arremetida fue brutal e impactante, pues producto de su entrenamiento con armas blancas, el “anticuario” le cortó la cabeza ante la atónita mirada de sus hijos. Desesperado, los adolescentes comenzaron a suplicar por ayuda en medio de la calle.

Pese a que la llegada de Carabineros fue rauda, nada se pudo hacer por la mujer pues López desprendió por completo su cráneo, incluso levantándolo al viento y gritando tal como en las películas.

Al llegar la policía, el enajenado también intentó atacarlos, por lo que tuvieron que dispararle, muriendo en el lugar. Posteriormente, las autoridades encontraron la cabeza de otra persona dentro de un baúl que escondía el asesino. Se trataba del agricultor Juan Duarte, cuyo cuerpo estaba enterrado en el patio posterior de la casa.

Perfil psicológico

La autopsia psicológica del doble homicida de Lolol fue realizada por el OS-9 de Carabineros.

En diálogo con La Segunda, la psicóloga María Luisa Díaz confirmó que “toda la evidencia apunta a que López sufría de psicosis, que tenía delirios místicos, que escuchaba voces que le daban órdenes para seguir un plan y una meta sobrenatural”.

“En el hecho de haber decapitado a sus víctimas, y desear guardar sus cabezas, existe un componente irracional que bien puede responder a la práctica de un tipo de magia negra o acto ritual”, añadió.

Para dar cuenta de su extraña personalidad, en su momento, La Cuarta reveló las 10 locuras del “carnicero de Lolol”, entre las que figuran su posible paso por una secta y sus llamativas visitas a la feria local, a la que solía ir con palos o vestido de samurái.

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