“No la maté, estaba endemoniada”: el triste caso de Dayana, niña de 7 años que murió tras “ritual religioso” de su madre

Madre y hermana mayor fueron las principales responsables de la muerte de Dayana, un crimen que remeció al país.

Al hallarse con la escena, el padre de familia llamó a Carabineros. Su esposa, principal responsable del asesinato, le partió una guitarra en la cabeza.

Corría la primera semana de octubre de 2014, hace exactos 10 años, cuando la comuna de Machalí, en la Región del O’Higgins, se conmovía por la muerte de una niña.

Los primeros detalles del caso alertaron a la comunidad. Según afirmó la policía, la menor perdió la vida en medio de un “ritual de sanación” por el que fueron detenidos sus padres, hermana y cuñado.

Con el correr de las horas, también se daría a conocer la identidad de la víctima: Dayana, la pequeña de apenas 7 añitos.

Dayana, de 7 años, murió en medio de un "ritual".

¿Por qué la mataron?

De acuerdo a sus cercanos, la menor empezó a evidenciar señales de una “posesión demoniaca”. Convencida de aquello, su madre fue en busca de un pastor evangélico para sanarla.

“Ellas llegaron acá y yo intenté ayudarlas, lo único que hacía la niña era llorar, llorar y llorar. Tratamos de orar por ella, de interceder, que Dios la librara, porque aquí es Dios quien libera las cosas”, dijo el líder religioso, quien descartó haber aconsejado realizar un ritual.

Fuentes cercanas a la familia terminarían relatando el mortal ataque ocurrido en la casa donde vivían: cansada del extraño comportamiento de la niña, la mamá comenzó a golpearla en reiteradas ocasiones, para luego, junto a su hermana mayor, llevarla hasta una tina donde la obligaron a tomar una gran cantidad de agua.

“Según la declaración informal de la madre, le habría proporcionado agua aludiendo a que lo estaban haciendo para purificarla, porque estaba endemoniada. Decía que su hija presentaba decaimiento, que sus ojos se mostraban desorbitados, y que por eso que hacía poco tiempo que le realizaba estos rituales a ella y a su hija mayor”, dijo el subcomisario de la Brigada de Homicidios (BH) de la PDI, Juan Reyes.

Víctor, padre de Dayana, habría llegado a la casa minutos después de que la metieron al baño. Al ver la escena, intentó reanimarla. Como la pequeña no respondía, llamó a Carabineros. En ese momento, la madre de Dayana le partió una guitarra en la cabeza. Pese a ello, los efectivos de la BH no tardarían en llegar.

Desde el anonimato, una vecina que encaró a Silvia (la madre de Dayana), reveló el argumento de la mujer. “Le dije ‘mira lo que hiciste, mataste a tu hija’. Me decía ‘no, estaba endemoniada’. Ella dijo que le había pegado a la niña y que de ahí la había llevado a la ducha. Yo creo que la metió a la tina y ahí se le pasó la mano”, dijo, en entrevista con CHV Noticias.

La madre de la niña le partió una guitarra en la cabeza a su marido. Él llamó a la policía. /Foto: CHV Noticias.

Una niña tranquila

Dayana cursaba segundo básico en el Colegio Gabriela Mistral de Machalí. El entonces director del establecimiento, Luis Barahona, explicó que “no tenía ningún antecedente de lo que iba a suceder, estamos todos muy sorprendidos como comunidad escolar, nunca dio señales de vivir un proceso como lo que se está investigando hoy”.

Paralelamente, Marcela Labraña, directora regional del Sename, interpuso una querella contra los detenidos. En diversos medios locales señaló que “por una caprichosa creencia de un adulto, se ha puesto término a la vida de un niño, en este caso un asesinato. Hoy día lo que buscamos es que se tomen acciones judiciales respecto a los padres y a los adultos que estuvieron presentes y, por supuesto, en otra medida continua tomamos a la pequeña niña (hermana) y la dejamos en otra residencia porque puede correr el riesgo de que se le pueda dar muerte”.

La niña destacaba por su tranquilidad.

Cuatro imputados

A raíz de los hechos, el Ministerio Público acusó por parricidio a los padres de Dayana (Víctor y Silvia) y por homicidio a la hermana y su esposo (Yeevinett y Javier).

Según la fiscal, los imputados creían con firmeza que a la niña “se la había llevado el demonio” y que “la había estado poseída por el diablo”. Por eso, desde hace varios días, le estaban realizando los rituales.

Rosa, hermana de Silvia, explicó a La Tercera que “siempre hablábamos por teléfono y me contestaba bien, para mí esto es inesperado. Hace seis meses que empezó a participar en la religión evangélica y la capilla la hicieron hace poco tiempo, pero jamás la escuché hablar de estos rituales. A mí me trató de meter a la religión evangélica, pero yo no quise”.

Tras revelarse el informe entregado por el Servicio Médico Legal, se confirmó que la niña presentaba quemaduras en diversas partes del cuerpo. Javier explicó que se debió a un secador que utilizaron.

A inicios de 2015, se dio a conocer que todos los acusados fueron absueltos. Mientras que Víctor y Javier fueron sobreseídos tras comprobarse que no participaron en el crimen, la defensa de Silvia y Yeevinett apeló a razones mentales.

La madre de Dayana ingresando a su formalización.

Habló el padre de Dayana

En octubre del mismo año, Víctor habló con The Clinic y responsabilizó de todo a su esposa, quien —a su juicio— radicalizó su fe en la nueva iglesia a la que asistía. Junto con confirmar que se separó de ella al poco tiempo del crimen, apuntó sus dardos contra el pastor Raúl Palomino, de la Iglesia Ministerio Unidos en Jesucristo.

“En esa iglesia se volvían todos locos. El pastor nos pescaba la cabeza y la movía, pero era puro cuento. Yo creo que estaba interesado en la plata. Siempre pedía: que el diezmo, que la colaboración para arreglar la iglesia, que la donación para los hermanos pobres, que la cooperación para las empanadas. Y yo, para no estar mal con mi señora, tenía que pasar no más. Se me iba casi toda la plata en la iglesia”, contó.

Sobre el horroroso “ritual” realizado por su exesposa, fue claro: “Ella hablaba del demonio. Como que se creía grande en este cuento, casi como si supiera sacarlos del cuerpo. Ella se transformaba en las ceremonias, comenzaba a tiritar. No sé cómo explicarlo”.

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