El geógrafo, sin quererlo, medio por vocación, fue llamado a la escena pública ante la tragedia, aunque, con humor, prefiere tener un bajo perfil. “Me han preguntado ‘¿quién es tu manager?‘, asegura el científico. “¡No tengo nada de eso!”.
Mientras conduce por la Ruta 5 hacia la Región del Biobío, una de las zonas más afectadas por el terremoto de 8,8 que sacudió a la zona central de Chile en el 2010, Marcelo Lagos piensa en el mar de charlas que realizará durante el fin de semana, en Dichato y Tomé.
—Ahora voy a Dichato a una conferencia, y lo sabes tú, yo y Dichato—comenta a La Cuarta el geógrafo, con su frondosa barba y anteojos que lo caracterizan, sobre su bajo perfil, y añade—: Ni siquiera lo subí al Instagram; no porque no quiera, si no porque no tengo el gen de necesitar validarme con esas acciones. O valoro mucho el silencio de ciertas cosas.
Eso sí, cuando se trata de hablar de ciencia, siempre intenta estar disponible para comunicar, a pesar de que a veces en los medios se lo denomine equivocadamente: “Me ponen geólogo, kinesiólogo, astrónomo y cualquier huevada”, enumera.
Dicho eso, él aclara de antemano: “Soy geógrafo, doctor en Ciencias Ambientales, profesor del Instituto de Geografía y soy director del Laboratorio de Investigación de Tsunamis de la Universidad Católica de Chile”.
Eso sí, el geógrafo advierte: “Debo ser honesto: de cada tres o cuatro invitaciones que me llegan, no digo sí a todas; hay varios que quedan en el barbecho, porque no me da el cuero”, es decir, a veces debe elegir entre hacer su vida o responder a las consultas de los medios de comunicación.

Una voz ante el desastre
Así empezó a ser desde el 2010, horas después del terremoto —y posterior maremoto— ocurrido a las 3:34 hrs del 27 de febrero, cuando desde la prensa empezaron a hacerle preguntas sobre la catástrofe que dejó más de 500 muertos y dos millones de damnificados. Eran días de desconexión e incertidumbre: él fue dando algunas certezas, o al menos explicaciones.
Por aquel entonces, Lagos estaba liderando un proyecto Fondecyt en que evaluaba el riesgo de tsunami justamente “en toda esa parte de Chile”, relata sobre aquel sismo que arreció desde la Región Metropolitana y a La Araucanía.
En ese tiempo, además, en Chile no había habido un maremoto “importante” —según recuerda—, tras el terremoto de mayo de 1960. “Y justo ocurrió el tsunami del 2010, en mi área de estudio; y al otro año llegó uno de Japón, por lo tanto, se me hacía fácil explicar un tema que yo estaba investigando hace mucho tiempo”, recapitula sobre una de las circunstancias que lo convirtieron en voz autorizada para hablar públicamente de catástrofes naturales.
“La comunicación científica se me fue dando”, relata sobre su cualidad de explicar en fácil los procesos que, muchas veces, resultaban complejos a quienes están fuera del ámbito de las ciencias.

—No te la enseñan en la universidad —reflexiona sobre comunicar de las ciencias naturales, y busca explicaciones: “probablemente” aquella vocación, o facilidad, deriva de su “personalidad” marcada por su madre y su abuela, ser de provincia, de una ciudad pequeña como Arica, un “origen modesto, egresado siempre de escuelas y educación pública, y quizás un poco de eso y otras cosas más de la vida que te van formando como persona”, y factores como “la empatía que te da el ser académico respetuoso”. O sea, “es el cómo soy no más”, analizó.
Entre sumas y restas, no lo tiene del todo claro, porque “no he estudiado en ninguna parte comunicación”, asegura. “Una vez me preguntaron dónde estudié comunicación científica; otras veces me han preguntado “¿quién es tu manager?”, descarta. “¡No tengo nada de eso!”.
Científico meme
Nunca buscó convertirse en una voz mediática de la comunidad científica, según remarca Lagos.
Sin embargo, y sin quererlo, “me transformé en un meme, en persona pública”, admite. La bola de nieve creció y cada vez lo contactaban con más frecuencia, ya no solamente por sismos, también por erupciones volcánicas, aluviones, incendios o cualquier fenómeno de la naturaleza. Como sea, “el saldo ha sido positivo”, declara, porque “todo ocurrió en un momento donde el perfil o la valoración de la comunicación científica no existía”.
Sobre aquella faceta, Lagos destaca ya con la mirada en el presente:
—Hoy hay mucha gente que puede explicar con propiedad distintas temáticas, y tiene más oportunidades de ser escuchada en distintos medios de comunicación. Por tanto, en parte me siento un poco pionero. Pero no quiero jactarme o se sienta algo vanidoso y narcisista; sino que fui parte de la generación que contribuyó, con humildad, a darle visibilidad a personas que trabajan en la academia, y que pueden explicar cosas complejas de forma sencilla. Eso es necesario, y es un deber de quienes investigan temas en la academia o la universidad dar esa bajada, compartir conocimiento con todas y todos.
Sobre los memes que, a lo largo de los años, han aparecido sobre su imagen, Lagos reconoce que inicialmente le “complicó” que se hiciera contenido en su alusión, usando su imagen, al punto que habló con un amigo suyo abogado, y le dijo: “Me están agarrando pal tandeo, pal leseo”, y que “esto es serio”. De un meme, al día siguiente ya era tres, y al siguiente ya eran una decena, al punto que “hoy debo ser la persona que tiene más memes en el mundo universitario de este país”, supone. “No los he contado, pero siempre van apareciendo”.
—Generalmente son de carácter positivo —destaca—. Soy “Batman”, “Superman” y cosas así. Lo peor que me tiran es “Gollum” (de El señor de los anillos) saliendo de una caverna; o me han puesto un pijama y que duermo en la televisión. Pero en rigor me lo tomo con humor.
Incluso, a modo de hito, el geógrafo destaca una ilustración que le dedicó el dibujante Mala imagen, inmortalizada en una polera en que aparece la figura de Lagos diciendo: “¿Idea mía o tembló?”. El artista le envió algunas de las prendas de regalo y lo llamó para expresarle: “Marcelo, no sabes cuántas poleras he vendido, gracias por tu buena onda”.
En febrero del 2022, posando bajo un árbol nativo con la polera en cuestión puesta, el científico compartió la postal en su cuenta de Instagram, acompañada del siguiente texto: “Reírse de uno mismo y reconocer el lado gracioso de gran parte de todo es imprescindible para tener una buena vida”.
Aquella es una frase que lo identifica plenamente hasta el presente.
Así, al poco andar, Lagos comprendió que “el meme también es métrica”, por lo que indirectamente se deduce que “eres una persona que está en la contingencia, que te estás mojando las nachas (el trasero) y, que en rigor, no todo el mundo tiene memes”, destaca. “Es importantísima la ciencia de investigación dura y concentrada, pero también es necesaria la comunicación, y eso cada vez se entiende más”.
Relación con la tele
En julio, junto a Millaray Viera, Quique Neira, Ángeles Araya, el geógrafo estuvo en Podemos hablar (CHV), conducido por aquellos días por Julio César Rodríguez.
“Honestamente yo no lo busco”, asegura sobre las invitaciones que recibe a espacios que van más allá de lo científico. “Para ese PH me contactaron y me insistieron e insistieron…”, hasta que aceptó. “Lo tomo bien”, sinceró. “Generalmente las conversaciones que tengo en televisión, me la tomo como que me invites a tu casa a tomarme una cerveza”; además de que “tampoco me creo el cuento”, aclara, lo que lo grafica diciendo que no comparte esas instancias en sus redes sociales diciendo, por ejemplo, que “estoy acá en el backstage”.
—No ando con esa parada —analiza—. Lo hago nomás, porque creo que es importante que la gente no me estigmatice y asocie sólo con el desastre, porque generalmente los medios de comunicación me convocan cuando hay una alerta o algo difícil. Cuando tengo la posibilidad de tener un espacio de conversación más relajada, lo tomo y valoro, porque evidentemente es importante que la gente entienda que soy una persona humana, que camino, que me tiro peos, que me gusta el vino tinto, que tengo mi familia, mi esposa amada, etcétera... No soy un ser especial ni tampoco me creo especial. Para nada.
Cuando sale a la calle, evita hacerse notar, “pero me cachan igual: estoy frito” dice. Lo reconocen y asegura que la gente siempre lo trata amablemente, y que “los más atrevidos” le piden alguna fotografía.
Lagos también asegura que nunca lo han reprochado en la vía pública, ni menos ha recibido “una patada o botellazo en la cabeza; todo lo contrario, me dan las gracias”, dice. “Si te levantas en mañana y te estás poniendo los calzoncillos, yo estoy en un matinal explicando algo importante”, asegura quien hace unos días, de hecho, estuvo en el Contigo en la mañana (CHV). “Paso a ser casi parte de la familia”, sintetiza. “Hay pura buena onda y, en general, ando tranquilo”.
Como sea, se descarta ser un tipo “hiper sociable, que esté buscando exponerme y caminar por todos lados para que me vean; todo lo contrario, cuido mucho mi vida personal y lo que yo hago público es lo que se conecta con lo que creo que es importante cuando es necesario”.
Por lo mismo, cuando tiempo atrás intentó mostrarle más activo en redes, no prosperó: “Me di cuenta de que no necesito validarme con estar permanentemente esperando un like; sino que cuando sea necesario y urgente, yo voy a estar presente”, manifiesta. “Y siempre será así”.

De hecho, la última publicación que hizo Lagos en Instagram por cuenta propia data de marzo del 2024. “Le pido paciencia a mis seguidores, porque cuando sea necesario, yo voy a explicar lo que hay que explicar”, lanza. “Pero no necesito decirles que hoy día me comí un plato de sushi”.
El geógrafo, además comparte su tímida faceta digital con la del astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas, José Maza, quien “anda subiendo fotos todos los días con su periodista, etcétera; y está bien”, reconoce. “Sabemos que hoy el paradigma es que si no estás presente en las redes no existes”. Pero él prefiere ser más parco.
Aunque a veces le dan ganas de expresarse sobre temas ajenos a las ciencias, como la polémica que a mediados de febrero protagonizó Mon Laferte, cuando fue criticada a través de una carta por más de 500 artistas visuales ante una exposición en Valparaíso. “Me conmueve y me dan ganas de decir cosas, pero mantengo mi posición”, dice. “Si la veo a ella, la voy a abrazar; y si puedo comprar un cuadro de ella, feliz; le compro tres cuadros”.
Sin embargo, de momento prefiere seguir concentrado en lo científico, con guiños varios de cercanía:
—Mi rol social lo encuadro en lo que yo creo que es importante para la comunidad —remata—. Lo personal me lo guardo para mí y mi familia.