Viña a 33 metros de altura: Así es la experiencia de subirse a la Gran Rueda

La Gran Rueda es el nombre del proyecto itinerante que busca entregar vistas inolvidables de la comuna que comienza a celebrar 150 años de vida. Estará durante todo el verano en la Ciudad Jardín y durante los próximos 10 días contará con precios especiales anticipando la vorágine veraniega.

Santa Mónica, Londres, Singapur, Yokohama y Viena. Todos estos son algunos de los lugares en el mundo que son conocidos por tener una Rueda de la Fortuna como atractivo turístico. Desarrollada hace más de un siglo para la Feria Mundial de Chicago -razón por la que también es llamada Rueda de Chicago-, con los años se han ido modernizando, mejorando en seguridad y también en estética, siendo un espectáculo no solo para quienes se suben a ellas sino que también para quienes la miran por fuera.

Y la ciudad de Viña del Mar también ha tenido una historia recurrente con estas ruedas: durante los 90 era común ver una rueda que se colocaba en verano en el sector de playa Marineros y los tradicionales juegos del Estero Marga Marga también suelen contar con una de estas atracciones junto a las clásicas montañas rusas, autos chocadores y el Tagadá.

Pero La Gran Rueda, instalada durante esta semana en la Ciudad Jardín y que abrirá sus puertas al público general desde este sábado 14 de diciembre, es diferente a todas las ruedas que han estado en la llamada capital del turismo en Chile.

Se trata de un proyecto itinerante que comenzará su ruta a lo largo de Chile en Viña del Mar, pero que puede ser armada y transportada a diferentes lugares. Mide 33 metros de altura, el equivalente a un edificio de 11 pisos y fue traído desde Holanda por la productora Street Machine, quienes, en conjunto con la municipalidad de Viña del Mar, trabajaron para montar la experiencia con la que pretenden comenzar las celebraciones de los 150 años de la comuna y, de paso, generar un punto de interés que estará todo el verano emplazado en la Ciudad Jardín.

El lugar escogido fue el final de la Avenida Perú, frente al Hotel Enjoy y a un costado del restaurante Nogaró. Su ubicación permite tener una vista privilegiada a todo el borde costero mirando hacia la izquierda y hacia la derecha a una serie de lugares patrimoniales, playas y una panorámica hermosa de la ciudad.

Desde las alturas pueden apreciarse edificios como el Palacio Presidencial de Cerro Castillo, el Cap Ducal, el Castillo Wulff e incluso parte de Valparaíso y Con Con. De día la panorámica está dominada principalmente por el azul del mar y los días soleados de verano y durante la noche, no solo podremos ver cómo se ilumina la ciudad y los barcos de la bahía, sino que también la propia Rueda cobrará vida, gracias a sus más de 16.800 luces LED que están presentes en los rayos, anillo, mástiles y las propias góndolas, convirtiéndose así en un atractivo fotografiable incluso por quienes están afuera.

¿Pero cómo es la experiencia de subirse? En la jornada de inauguración, donde estuvieron presentes autoridades, miembros de la prensa y vecinos de la ciudad, todos tuvieron la oportunidad de subirse y dar un par de vueltas en la Rueda, incluyendo los maestros de ceremonia: la alcaldesa Macarena Ripamonti y el Gerente General de Street Machine, Robert Morrison. Ripamonti calificó la experiencia como inolvidable y señaló que los vecinos no tienen que preocuparse, dados los altos estándares de calidad que posee el equipo, cuya construcción fue supervisada por ingenieros holandeses durante una semana. “Si es viñamarino y se ha andado en una micro, no va a tener ningún problema con la rueda, es mucho más tranquila”, señaló entre risas la edil, pensando en quienes puedan tener resquemores por la altura y el movimiento de la rueda.

De todas maneras, la experiencia en La Gran Rueda dependerá mucho del tipo de entrada que se vaya a pagar. Existen dos tipos de tickets: uno de entrada general y otro que permite reservar una góndola privada. En el periodo de inauguración, que son los primeros 10 días, las entradas generales cuestan entre 5 y 6 mil pesos y permitirán llenar una góndola con hasta 6 personas a la vez, que es su capacidad máxima. Por supuesto, estas entradas son por orden de llegada, por lo que el espacio será compartido con más gente. Para asegurar la privacidad, se puede pagar por una cabina privada, la que tiene un costo de 18 mil pesos por el grupo de hasta 6 personas y eso permite que sea una experiencia mucho más íntima.

A nosotros nos tocó vivir una experiencia similar a lo que sería una entrada general, ya que fuimos 5 colegas distintos los que tuvimos que acomodarnos para vivir la experiencia, ir tomando fotos y hacer contenido en el espacio.

Las góndolas son cómodas y son rodeadas por una cubierta transparente que permite que uno vea bien en cualquier dirección. El límite de 6 personas, eso sí, creo que puede ser un poco justo, sobre todo si además de las personas, vas a subir con mochilas u otro tipo objetos, sobre todo para quienes quieran crear contenido. Recomiendo entonces, para los que quieran subir con ticket general, ir con lo mínimo y no desesperarse porque tiempo para selfies hay y bastante.

También recomiendo ir bastante abrigados, ya que el viento marino en la costa es cosa seria. Nosotros nos subimos pasadas a las 12 del día, en una tarde soleada y sobre todo en peak de altura de la rueda, me habría gustado haber tenido un polerón sobre mi atuendo. Ojo también con quienes puedan sufrir algo de mareo, las góndolas cuando están detenidas en la parte superior también tambalean un poco, producto del movimiento de quienes estén dentro, pero a veces también por el viento. Ahí la idea es no cambiarse de asiento y hacer movimientos bruscos, ya que si bien no conllevan ningún peligro, si pueden generar leves movimientos que hagan que el resto de la gente sienta molestia.

El resto de la experiencia es realmente increíble. La ubicación de La Gran Rueda hace que la vista, sobre todo de día, hacia ambos lados sea increíble y que para cualquier lado que mires te encuentres con un paisaje digno de fotografiar. Es un panorama novedoso que incluye, como les dije, unos minutos garantizados al tope de la rueda en reposo, para poder disfrutar Viña del Mar desde otra perspectiva.

La duración de la experiencia completa en sí, es variable, sobre todo porque dentro de estos primeros 10 días, la producción estará modificando los parámetros de uso de la rueda -que por cierto, es automatizada y permite ir controlándose dependiendo del flujo de gente- lo que incluirá tanto el número de vueltas -a nosotros nos tocaron 2 pero pueden ser hasta 3-, el tiempo en suspensión en la cima -de algunos minutos que, al menos a nosotros- sentimos que podría haber sido más corto- e incluso decidir si las góndolas se utilizarán en su máxima capacidad de 6 personas o si cambiará eso para generar más comodidad. Punto a favor de la experiencia es que hay góndolas y accesos especiales para usuarios que tengan restricciones de movilidad o utilicen sillas de rueda, por lo que realmente nadie quedará afuera de esta aventura.

Lo otro que está en definición son los precios: Hasta el 22 de diciembre habrá precios especiales por inauguración, los que van desde los 4 mil hasta los 6 mil pesos por la entrada general dependiendo del día de la semana, el horario y si son niños o adultos y 18 mil y 25 mil pesos por una góndola privada, también dependiendo del día de la semana en el que se compre.

Las entradas pueden adquirirse a través de Puntoticket y en boleterías físicas ubicadas en el sector y la atracción estará en Viña del Mar hasta la primera semana de marzo, tras lo cual emprenderá un viaje a una nueva ciudad de Chile que por ahora, es desconocida.

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