La nueva versión de Nosferatu de Robert Eggers llegó para mezclar lo mejor de los dos mundos, lo monstruoso y lo erótico.
El vampiro ha evolucionado a lo largo de la historia, reflejando temores y deseos humanos como el miedo a la muerte, la atracción por lo prohibido y el anhelo de inmortalidad.
Hace veinte años, Stephenie Meyer publicó el primer libro de Crepúsculo, marcando el inicio de un fenómeno cultural que transformaría el panorama literario y cinematográfico juvenil.
La historia de Bella Swan y Edward Cullen desató una ola de popularidad por el romance sobrenatural y dio forma a una nueva era para los vampiros en la cultura pop, pero muchos aún critican esta nueva representación alejada de las características tradicionales del mito.
¿Qué tanto ha cambiado, entonces, la figura del vampiro en comparación con versiones anteriores?
El origen literario del vampiro moderno
Drácula (1897) de Bram Stoker popularizó al vampiro como un símbolo del exotismo, el peligro sexual y el enfrentamiento entre modernidad y tradición. Tenía un aspecto más humano y se caracterizó por su naturaleza de aristócrata.
Su influencia se reflejó treinta años más tarde con la película del mismo nombre en 1931, mostrando a un personaje elegante, seductor y aterrador al mismo tiempo.
La representación monstruosa
Nosferatu llegó en 1922 con el Conde Orlok como la antítesis del primero: grotesco, primitivo, un parásito visualmente inquietante.
Su debut fue una adaptación no autorizada de la obra de Stocker, era muda y se presentó como parte del cine expresionista alemán con el miedo a lo desconocido.
Representó la imagen del vampiro como un monstruo literal y fue gracias a esta película que se replicó la idea de que los vampiros mueren a la luz del sol.
El vampiro romántico en la era juvenil
Durante los 2000, el vampiro adquirió un carácter romántico muy marcado gracias a la saga de Crepúsculo y a la serie Diario de vampiros.
Su naturaleza inmortal y peligrosa se entrelazó con el amor y el deseo, capturando la imaginación de una generación. Edward Cullen y su familia figuraban como vampiros “domesticados” y profundamente humanos.
Impactó tanto en la cultura pop esta nueva versión con belleza, que brillaban a la luz del sol y que controlaban su sed por amor, que comenzaron a ser representados en los medios con más énfasis en sus luchas internas y relaciones románticas.
Esta idea la reforzaría la serie “Diario de Vampiros” mediante personajes emocionalmente conflictivos con dilemas morales como Stefan y Damon Salvatore.
Nosferatu de Robert Eggers
La película que se estrenó este año en los cines del país, hace una mezcla de lo mejor de cada representación. Mantiene un balance entre lo grotesco y lo erótico que caracteriza al vampiro clásico.
Nosferatu mantiene al monstruo de aspecto perturbador y la estética gótica de la versión original para enlazarla con un romance poco convencional, pero cautivador.
Es grotesca la forma en que el conde Orlok bebe la sangre de sus víctimas, la forma en que habla y su aspecto. Sin embargo, también es parte de su atractivo que muerda cerca del corazón y no del cuello, que su imagen sea un misterio gran parte del filme y que desee consumar físicamente su obsesión por Ellen.
Además, no tendríamos este tipo de representaciones sino fuera por el aporte de otras obras como:
- Entrevista con el vampiro (1994): Retratados como seres profundos, llenos de conflictos internos y filosóficos, lidiando con la eternidad y la moralidad.
- Buffy, la cazavampiros (1997-2003): Serie que combina humor, drama adolescente y acción sobrenatural para mostrar que a veces son villanos, otras veces personajes trágicos e, incluso aliados.
- Van Helsing: El cazador de monstruos (2004): Introduce una visión más acción-aventura del mito vampírico, con un héroe que lucha contra ellos.
- Una chica regresa sola a casa de noche (2014): Una película iraní de horror que presenta a una vampira solitaria en una ciudad desolada. Combina el horror con elementos del cine independiente y una visión feminista.
El vampiro ha demostrado ser una figura capaz de adaptarse y renovarse sin perder su esencia hasta en proyectos como Crepúsculo, que logró revivir el interés por los vampiros con su enfoque romántico y juvenil.
Atrajo una nueva audiencia a los temas sobrenaturales y logró un resurgimiento de otras historias de vampiros.
La versatilidad de estas criaturas garantiza que seguirá habitando las sombras y las pantallas por mucho tiempo más, evolucionando junto con la cultura que lo crea y lo reinventa.