Crítica de cine: Borderlands, una película sin redención a la que no le alcanza ni para ser mediocre

No hay absolutamente nada, pero absolutamente nada que salve a Borderlands de su colapso creativo total.
No hay absolutamente nada, pero absolutamente nada que salve a Borderlands de su colapso creativo total.

La adaptación de la saga de videojuegos es una debacle colosal como hace rato no se veía en un producto hollywoodense.

Borderlands es una saga de videojuegos que, a grandes rasgos, destaca por varios factores: una acción frenética con caudales de balas, un ambiente colorinche que ha logrado cautivar a lo largo de una trilogía central y varios spin-offs, además de un mundo plagado de carismáticos y extraños asesinos.

Borderlands, la película dirigida por Eli Roth que adapta todo lo anterior, no solo es neófita a la hora de traspasar el fondo de esas características, con el aspecto de la acción siendo su más grande falla, sino que también se siente como una regurgitación detestable que procesa todas las ideas de Borderlands sin ni una sola gota de creatividad y que, por ende, no tiene absolutamente ningún punto de redención.

Con lo anterior llevándola a instalarse como una de las peores películas de gran presupuesto estrenadas en cines durante los últimos años, Borderlands es un fallo monumental que de partida cuenta con un pésimo casting.

La producción no solo tiene el extraño logro de desperdiciar por completo a Cate Blanchett, concretando la que debe ser la peor actuación de su carrera, sino que también hace lo propio con todo el resto de su elenco principal que constantemente se siente fuera de lugar (Jamie Lee Curtis ), sobreactuado (todos), literalmente irritante en el caso de Tina Tina (Ariana Greenblatt) o, peor aún, como un mero relleno de pantalla que no justifica su presencia (la mayoría).

Si el elenco está mal, la historia definitivamente está mucho peor, ya que el tratamiento creativo de esta producción expone una falta de talento abismante de parte del equipo realizador.

Al mismo tiempo, deja al descubierto una impericia narrativa que expone constantemente las falencias de una película que rápidamente se vuelve una experiencia tediosa en la que nada importa, nada logra justificar lo que está en juego y todo se resuelva de una forma extremadamente aleatoria y previsible.

Borderlands
Jamie Lee Curtis, Cate Blanchett, Kevin Hart, Ariana Greenblatt, Florian Munteanu en Borderlands.

La historia, que es un pegoteo de sucesos sin norte ni sentido, va de un lado a otro sin ningún tipo de cadencia, provocando que sea muy fácil ir perdiendo el hilo conductor. Y en una película como esta, en donde dicen que vidas y un mundo completo está en juego, su infame y descuidado desarrollo atentan contra cualquier posibilidad de conectar con sus elementos que incluyen el rescate de una adolescente, malignas corporaciones que tienen sus propios ejércitos, antiguas civilizaciones en un planeta explotado por las corporaciones y un grupo de héroes que no tiene nada en común, pero nos fuerzan a creer que son los mejores en lo que hacen.

Adentrarse mucho más en esa narrativa no tiene sentido, pero basta decir que Craig Mazin, guionista de Chernobyl y The Last of Us, removió su nombre del producto final y ampliamente se ha expuesto que un pseudónimo fue utilizado para acompañar a Eli Roth, quien es acreditado como co-guionista de un resultado final horrendo que es un total y completo aborto creativo. También basta agregar que otros siete guionistas trabajaron en una película que realmente no tiene pies ni cabeza.

Lo que queda entonces es una adaptación de Borderlands que expone serias fallas de dirección por parte de Eli Roth, quien no logra conducir ningún aspecto de la película y roba toda la vibra colorida que tienen los videojuegos.

En síntesis, su acción es mala, no tiene ninguna secuencia memorable en su avalancha de CGI pobre, su elenco parece estar siendo torturado constantemente y su guión es una aberración que termina gestando una debacle colosal como hace rato no se veía en un producto hollywoodense.

Solo remarcaré al final que no hay absolutamente nada, pero absolutamente nada que salve a Borderlands de su colapso creativo total y, peor aún, su visionado se transforma en algo tan irritante, molesto y agravante, que jugar cinco horas con los chillidos de un niño rata de fondo parecen un mejor panorama que sacrificar los 102 eternos minutos de este fracaso total.

Borderlands ya se encuentra en cines.

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