Crítica de cine: Mufasa, el Rey León y una precuela que es mejor que el anterior copy-paste corporativo

El director Barry Jenkins busca darle un nuevo giro a la franquicia con una historia de orígenes que explora legado, familia y comunidad. Aunque no logra escapar del peso de lo predecible, al menos no cae en el refrito vacío que caracterizó al remake de 2019.

El remake en animación digital de El Rey León exitosamente logró pasar gato por liebre. Más allá de sus efectos digitales, su propuesta sin alma fue, sin asco, una copia sin gracia.

Aquella producción del año 2019 tampoco tenía el espíritu y el manejo narrativo de la celebrada película animada original, lo que solo reforzaba las críticas sobre su inexistente nueva propuesta y la forma en que el digital se transformaba en una merma para la propia historia.

Y sí, esa obra se convirtió en la película animada más exitosa de todos los tiempos, solo siendo superada este año por Inside Out 2, pero sus billetes recaudados no ocultaron lo vacío de su propuesta de copy-paste corporativo.

Por el contrario, la nueva película de la franquicia, Mufasa: El Rey León, no es precisamente el pináculo de la animación, pero su propuesta de precuela al menos tantea una historia que no es un mero refrito ya existente de lo hecho en el pasado. Aunque los creadores podían tomar como base la historia de Kovu, tal y como sucedía en la secuela lanzada en VHS, aquí el foco es volver atrás y presentar la historia del origen de Mufasa y, más aún, del propio territorio de la Roca del Rey.

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El factor más llamativo de todo es que aquí el director es Barry Jenkins, quien no es precisamente el primer nombre que podría salir a colación para abordar una secuela amparada por un gran estudio. No lo es por el espacio para contar una historia original ni por la escasa libertad para mover los límites de lo aceptado ante las exigencias del merchandising.

Pero el director de Moonlight aquí logra establecer una historia que entrega más que lo mínimo esperable de una extensión franquiciada, proponiendo algo que habla sobre encontrar una familia y crear lazos comunitarios por el bien de todos.

En ese contexto, la precuela sale de toda norma establecida por la película animada original, que hablaba de un largo legado de los reyes del pasado, para establecer que Mufasa en realidad pertenecía a otra tierra, no tenía necesariamente una sangre real y un accidente lo llevó a perderse de forma traumática. Tal y como siempre debe ocurrir en El Rey León.

Sin lograr encontrar a sus padres, el humilde león huérfano termina topándose con Taka, un joven príncipe que lo cobija y se transforma en su medio hermano, ayudándolo a que sea adoptado como parte de una nueva camada. Pero mientras Mufasa no es visto como un igual, las cosas se complican una vez que los jóvenes se topan con leones blancos que vienen desde el exterior y buscan adueñarse de todo. Y como ambos son acusados de matar al hijo del líder de este nuevo clan, tanto Mufasa como Taka, quien a futuro será conocido como Scar, comienzan a ser perseguidos sin cuartel a lo largo de la sabana, lo que los llevará a toparse con Rafiki, Sarabi, Zasu e, inevitablemente, el lugar paradisíaco de sus sueños. El bendito ciclo sin fin.

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Obviamente la película crea sus nexos con El Rey León estableciendo un esquema de historia en donde todo lo anterior es relatado a Kiara, la hija de Simba, por parte de Rafiki. También en el medio de ese relato agregan a Timon y Pumba, ya que una película de la saga simplemente no los puede dejar de lado. Pero todos esos segmentos de historia al menos son limitados y solo funcionan como un hilo conductor para abordar una historia sobre el legado.

No hay mucho más para profundizar en el resto, ya que la precuela no juega mayormente con el cuento original y propone una aventura de final predecible, secuencias que explican cosas que no eran realmente necesarias de explicar y revela traiciones completamente esperadas. También involucra secuencias musicales, que aquí están a cargo de Lin-Manuel Miranda, las cuales están a la sombra de Elton John. Más importante aún como contra, también incluye esa animación digital realista excesivamente monótona en sus diseños que juega en contra de lo que buscan hacer en términos emocionales.

¿Era necesaria la historia de Mufasa: El Rey León? ¿Cuenta cosas nuevas que valgan la pena? ¿Incorpora nuevos personajes realmente llamativos que la justifiquen? Miren, es fácil responder negativamente a esas preguntas, pero al menos voy a remarcar, una vez más, que esto no es un refrito como la película de 2019 y por eso no la voy a lanzar desde lo alto de la Roca del Rey. Funciona con lo mínimo y eso, la película anterior, no lo podía decir, en su condena eterna en la comparación con el original.

Mufasa: El Rey León ya se encuentra en cines.

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