Crítica de cine: Sonic 3, la mejor película de la franquicia es una aventura despelotada

La tercera entrega del erizo azul corrige errores del pasado, elimina personajes innecesarios y apuesta por sus figuras digitales para entregar una aventura entretenida, aunque está lejos de una narrativa bien desarrollada. Pero al menos Shadow y los Robotnik se roban el show en esta caótica secuela.

Las películas de Sonic viven como una nebulosa en mi mente. Vi las dos películas anteriores, recuerdo que tenían elementos que pude disfrutar, pero no recuerdo nada memorable de ellas.

A lo mucho puedo destacar un Jim Carrey que finalmente se mostró interesado en lo que estaba haciendo y una propuesta híbrida de live-action y animación digital que le sacaba partido a las secuencias de acción.

Pero ni la historia de sus aventuras, sus conflictos, su desarrollo ni los personajes humanos eran destacables, lo que al final ponía todo el peso en los rostros de los videojuegos de Sega. Es decir, salvo un Sonic estilo súper sayajin y la inclusión de Knuckles y Tails, la película anterior no tenía mucho más. Y ni con una pistola en la cabeza podría recordar todos los detalles de los personajes secundarios en la búsqueda de la esmeralda maestra.

Sonic 3 sigue esa misma línea, pero con la particularidad de que sus responsables creativos decidieron remover casi por completo a los personajes humanos, los cuales no eran mayor aporte y tenían un excesivo tiempo en pantalla en las películas previas. De ese modo, se enfocan por completo en el erizo azul, sus amigos digitales, la amenaza Robotnik y su nuevo rival a vencer. Y esa es la mejor decisión que podrían haber tomado.

De hecho, justamente todo eso beneficia a una aventura de fácil digestión que incluye algunos momentos graciosos opacados por referencias absurdas a la cultura pop, varias secuencias de acción bien armadas y antagonistas súper caricaturescos a los que intentan desarrollar, pero en ocasiones fallan en ese objetivo. ¿Podrían pedirle más? Obvio, pero Sonic 3 no tiene la capacidad narrativa ni está interesada en poner más de su parte.

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Con todo lo anterior, obvio que no tiene sentido analizar en exceso la historia y su desarrollo, pues en Sonic 3 suceden cosas inverosímiles que van más allá de su base de fantasía. Por ejemplo, en un momento Sonic y sus amigos se reúnen en un café japonés chillón tras enfrentarse a una amenaza desconocida que lo destruye todo y, sin explicación alguna, en el medio de todo aparece el comandante de la organización G.U.N. que porta una llave que da acceso a una peligrosa arma de destrucción masiva.

¿Por qué pasa la reunión ahí? ¿Debería tener la llave así como así? ¿Qué sentido tiene la locación? Esas respuestas a la larga no importan, ya que todo es un pretexto para avanzar a la historia a la velocidad del erizo azul, generar un ataque que se robe la llave y dar pie a que Sonic salve el día. Y en esta secuela se acumulan las escenas de ese estilo creadas solo para avanzar al punto B, C y D, en medio de chistes tontorronamente absurdos.

Más allá de sus faltas narrativas, el gran agregado de esta nueva película es Shadow, un personaje que estuvo encerrado en una base militar y cuya aparición en la escena post-créditos de la película anterior generó una reacción iracunda de aplausos, gritos y locura fanática. Su rol en esta película justifica aquella reacción para los seguidores de la saga, y en inglés la voz está a cargo de Keanu Reeves, y su historia no solo aborda su yang del ying de Sonic, sino que también el propio reflejo de que el héroe azul podría haber recorrido un sendero muy oscuro sin sus amigos. Es lo mejor de Sonic 3.

El otro extra es el Profesor Gerald Robotnik, el abuelo del Dr. Ivo que lideró el Proyecto Shadow y quien tiene planes maléficos para cobrar venganza por una tragedia del pasado que lo mantuvo tras las rejas por 50 años. Y como también es interpretado por Jim Carrey, quien está desatado en esta secuela, la película juega bastante con la dualidad y la posibilidad de sacar a Ivo del foco antagonista. Y todo lo que involucra a los Robotnik sostiene a todo lo que no es hecho en CGI.

En esa línea, Sonic 3 es la mejor película de toda esta franquicia, aunque me niego a considerarla como una de las mejores películas basadas en un videojuego. La vara está en el subsuelo, pero esta secuela tiene un manejo narrativo excesivamente despelotado. Pero al menos esta nueva aventura es explosiva en términos de acción y logra desarrollar muy bien a lo que importa: los personajes que uno puede controlar en las aventuras de Sega. Y ese es un logro, ya que decenas de otras películas basadas en videojuegos justamente fallaron en eso.

Sonic 3 ya está disponible en cines chilenos.

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