La nueva versión de la icónica obra de Stephen King, la tercera adaptación, no logra capturar ni el carisma de anteriores adaptaciones ni el terror que prometía. Con un enfoque visual genérico y un relato apresurado, el resultado se queda muy lejos del clásico y entrega una experiencia olvidable que ni siquiera tiene un buen diseño vampírico.
Para toda una generación, la historia de Salem’s Lot es sinónimo de evocar uno de los terrores más grandes de la infancia: aquél pequeño niño vampiro que desde la ventana despierta horrores primigenios sobre lo desconocido, lo que está allá afuera, acechándonos.
Como en mi caso tardé mucho en ver la primera adaptación de la obra de Stephen King en televisión, esa imagen y la historia nunca significaron mucho para mi en términos de nostalgia televisiva escabrosa. Pero como sí vi esa obra del gran Tobe Hooper, e inclusive la posterior miniserie de comienzos de siglo, siempre tuve claro el potencial para trasladar la historia a un entorno cinematográfico.
Eso último ahora se concretó, ya que tras una larga espera, pues originalmente su estreno estaba contemplado para cines durante septiembre del año 2022, la plataforma Max concretó el lanzamiento de esta película que finalmente terminó reducida a un producto de streaming. Es decir, un mero lanzamiento que por tercera vez traslada la historia vampírica para la pantalla chica.
Por un lado, los ejecutivos bien pudieron pensar inicialmente, al darle luz verde a este proyecto, que esta producción tenía el potencial para ser un gran hit, ya que la nueva versión de Salem’s Lot es impulsada por una apariencia visual influenciada por el estilo de otra exitosa adaptación de Stephen King: las recientes películas de It. Al mismo tiempo, cuenta con un pulso que se encapsula en el estilo de terror que ha proliferado en los últimos años a partir de las secuelas y spin-offs que se realizaron tras el éxito de El Conjuro.
Por eso no está demás mencionar que tanto la adaptación del payaso Pennywise como la franquicia de las muñecas poseídas y las monjas fueron producciones de Warner Bros, el mismo estudio que está detrás de esta nueva versión. Y dicha fusión peculiar tampoco les debería sorprender, ya que Gary Dauberman, el director y guionista de esta nueva Salem’s Lot, escribió las películas de It e hizo lo propio con las películas de La Monja y las secuelas de Annabelle.
Sin embargo, esta nueva adaptación no tiene ni el carisma y onda que logró establecer la primera película de It ni menos las interesantes teclas de terror que logró tocar la precuela de Annabelle, que para mi es el único spin-off de El Conjuro que vale la pena.
El resultado final aquí es una película que no solo luce parca y visualmente muy aburrida, como si eso fuese un requisito en estos tiempos de streaming y presentaciones sin ojo para la iluminación, sino que también simplifica el relato de la obra de Stephen King y lo exorciza de cualquier atractivo terrorífico.
No voy a profundizar mucho en la historia, pero la base es la misma de siempre. Un escritor regresa a su pueblo natal - Jerusalem’s Lot, Maine - para escribir su nueva obra y, en ese proceso, conecta con algunos lugareños mientras sucesos extraños comienzan a ocurrir en paralelo. Lo importante es que en el pequeño poblado, cual Dracula trasladado a bordo del Demeter, una entidad chupasangre de origen europeo se ha adueñado de una vieja casa con la ayuda de su fiel sirviente y rápidamente comienza a contaminar a los locales con el germen maldito que los aleja de la luz.
El gran problema es que mientras la novela de Salem’s Lot es considerada un clásico, y una obra influyente que logró ser fresca en el explotado terreno vampírico, esta nueva película es un mero remedo que se presenta y evoca cosas demasiado vistas en otras producciones, por lo que termina siendo algo completamente genérico..
También cuenta con personajes y actuaciones extremadamente planas, eliminando conflictos que son mucho mejor resueltos y aprovechados en la novelas y las versiones audiovisuales previas, mientras en el camino también va estableciendo secuencias sobrecargadas de efectos digitales sin brillo que carecen de ritmo terrorífico. Peor aún, la presentación visual de sus vampiros inclusive es aburrida, por lo que el Kurt Barlow de esta versión carece de la gala y los componentes tétricos que debiese tener.
De ese modo, y sin colmillo alguno, otro factor que juega en contra es que todo en su historia se siente apresurado, siendo así completamente incapaz de seguir un flujo narrativo atractivo, por lo que su presentación deja en evidencia una clara incapacidad para adaptar a una novela de más de 500 páginas en menos de dos horas de metraje.
Es decir, no es necesario que un traslado audiovisual cuente con todo lo que está en el papel, pero sí debe tener buen ritmo y esta película simplemente carece de ello. Por eso mismo mucho de El Misterio de Salem’s Lot termina sintiéndose repetitivo, poco original y, más aún, compactado de mala forma. De ahí que, en última instancia, es bastante claro que el resultado final deja en claro por qué diablos no quisieron estrenar esta películas en cines
Claro que buscando el raspado de la olla, eso puede ser visto como su única fortaleza. Es decir, el daño no es tan grande porque las películas genéricas son pan de cada día en los streaming. ¿Una más? ¡Qué más da!
El misterio de Salem’s Lot se estrenó este 3 de octubre en la plataforma Max.