Crítica de series: El Juego del Calamar 2, un chiste repetido que no sale podrido

La segunda temporada de la serie más exitosa de Netflix enfrenta el desafío de superar su propio éxito inicial con una narrativa que expande su mitología, sorprende con giros inesperados y refuerza su crítica social, sin caer en la trampa del “remake” fácil.

El mayor riesgo para la segunda temporada de El Juego del Calamar sin duda tenía relación con la presión de los ejecutivos del streaming para no soltar el inusitado éxito de los primeros capítulos y, más aún, enfrentar el factor de repetición. Es decir, que su propuesta a la larga se alinease con el clásico dicho de que el chiste repetido, sale podrido.

Aquella aprehensión puede responder a lo que sucedió con otras franquicias similares, como fue el caso de Los Juegos del Hambre, las cuales han extendido dinámicas de historia interesantes, pero tocando las mismas teclas de forma cansina y concretando una historia que se complica sin un buen manejo narrativo. Sin evolución, sin justificar su regreso.

Y claramente dormirse en los laureles sería lo peor que le podría ocurrir a una serie que explotó gracias a su novedosa puesta en escena, además de su visión sobre la lucha de clases, contrastada con los juegos infantiles que no saben de estratos socioeconómicos, y, por su puesto, su crítica sobre el capitalismo destemplado.

Pero puestas las cartas sobre la mesa, el retorno de la serie más exitosa en la historia de Netflix obviamente explora continuamente un terreno que se siente demasiado familiar, pero al mismo tiempo es sólido en términos de la extensión de su mitología, pues, por ejemplo, escudriñan mucho más en los organizadores y peones de la millonaria oportunidad mortal. Al mismo tiempo, también ponen sobre el tapete el dilema de su protagonista, Gi-hun, interpretado por Lee Sung-jae, quien busca venganza y quiere poner fin a los juegos, pero se encuentra una y otra vez con callejones sin salida. Claro, su enemigo es demasiado poderoso y las redes de la intriga son casi invisibles.

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Ese tipo de factores crean un llamativo escenario en esta segunda temporada ante el tema de la repetición, ya que como 456 vuelve a participar en las pruebas, y piensa que puede anticiparse a los juegos que están por venir para ayudar a los demás, la historia creada, escrita y dirigida por Hwang Dong-hyuk da pie a varias situaciones sorpresivas a lo largo de la temporada que evaden el mero terreno del remake. A la vez, también buscan jugar completamente en contra de Gi-hun, ya que dejan en claro que una sola persona es insuficiente y la unión no puede hacer fuerza ante la seducción del dinero.

De hecho, una vez que Gi-hun vuelve a entrar en el Juego del Calamar, también existe un diálogo continúo sobre lo que sucedió en la primera temporada y la tragedia que lo marcó. Pero como todo el resto de los participantes lo desconocen, en la historia también se da pie a la desconfianza, las traiciones y, por supuesto, la ambición excesiva por el gran premio millonario al final del camino.

Sin entrar en muchos detalles, la primera prueba involucra a la popular secuencia de “luz roja, luz verde”, pero su desarrollo es muy distinto a lo que ocurrió en la temporada anterior gracias a la presencia de 456. También hay varios juegos nuevos, pero lo mejor es que no buscan detalle alguno sobre su funcionamiento, ya que son tanto o más interesantes que los de la primera temporada.

Y es ahí en donde está la principal fortaleza de esta nueva temporada, ya que mientras sus primeros episodios se enfocan en establecer las consecuencias de los episodios pasados, y son solo el tentempié para lo que ocurre una vez que todos los participantes ya están de regreso en la isla, El Juego del Calamar no pierde el tiempo para jugar con nuestras expectativas. Hay mucho espacio para la sorpresa en estos nuevos capítulos.

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El otro aspecto sólido de la nueva temporada radica en los personajes que se suman a la historia. Aunque hay un par de personajes que se mantienen, incluyendo a un amigo de Gi-hun, el policía que logró sobrevivir y el intrigante “líder” enmascarado, todo el resto del elenco es nuevo y hay varias adiciones que logran impulsar el relato y la crítica social.

Por ejemplo, esta nueva temporada se enfoca en una de las guardias enmascaradas, sacando un poco el manto de la intriga, pero también incluye a una serie de personas con la soga hasta el cuello y que lo harían todo por ganar. Sumen a una chamán bastante loca, un cripto-bro que se topa con las víctimas de sus malos consejos de inversión, incluyendo a un rapero que es un psicópata, pero también hay otros personajes carismáticos y bonachones que están en riesgo, como un personaje femenino con una situación bastante peculiar. Y un gran logro de la serie es que consigue que importen y nos preocupemos sobre sus destinos.

El gran obstáculo de esta segunda temporada es que creo que no dejará del todo contento a aquellos que solo quieren más de lo mismo o no tienen paciencia ante los dos primeros capítulos que se toman el tiempo para abordar el escenario de la historia. Además, más allá de que la serie se siente muy corta al contar con solo siete episodios, inevitablemente queda claro que esta temporada es solo un puente para lo que será el gran final, en la ya anunciada futura tercera y última temporada en 2025.

Pero al menos sí se puede argumentar que el cierre de la temporada es súper bueno para quedar enganchado con el desafío imposible que parece tener Gi-hun. Y lo mejor de todo es que El Juego del Calamar deja en claro que no están dispuestas a alargar el chicle con temporadas infinitas y eso solo beneficia a su historia y lo que quieren contar. Aunque en Netflix hagan 200 spin-offs, remakes y todo lo que se les ocurra.

La segunda temporada de El Juego del Calamar ya está disponible en Netflix.

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