Alabada en Cannes por la crítica especializada. La extravagante cinta nacional es un inmersivo viaje hacia un Chile distópico donde todo y nada tiene sentido. Conversamos con su protagonista y uno de los realizadores. “Escribíamos un guion, después lo reescribíamos, lo destruíamos y lo volvíamos a escribir, un poco por culpa mía”, confesó Cristóbal León a La Cuarta.
Los Hiperbóreos es la nueva película de la reconocida dupla de realizadores chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña, y que tuvo su debut mundial en el pasado Festival de Cannes 2024.
La extravagante cinta nacional fue ovacionada por la prensa especializada. La producción es una fascinante exploración surrealista de la historia chilena. Fue filmada en su totalidad en Matucana 100, y protagonizada por la actriz y psicóloga Antonia Giesen, quien se interpreta a sí misma.
La historia comienza con el proyecto de grabar un guion dictado mágicamente por el difunto Miguel Serrano -conocido por sus filosofías esotéricas neonazis- a uno de sus pacientes.
Antonia, comienza a perder los lazos con la realidad y a ser absorbida por la película, en la cual se convierte en una policía de un Chile distópico. Su misión es encontrar una película robada por un extremista, para lo cual tendrá que introducirse en mundos paralelos. Una completa locura audiovisual hipnotizante.
Sobre el inusual guion, la mezcla de recursos cinematográficos, y esta nueva forma de contar la historia de Chile, conversamos con su protagonista y uno de los realizadores. “Escribíamos un guion, después lo reescribíamos, lo destruíamos y lo volvíamos a escribir, un poco por culpa mía”, confesó Cristóbal León a La Cuarta.
Debut en Cannes
Primero quería preguntarles, ¿cómo fue la experiencia en Cannes?
Cristóbal: Fue muy buena, mucho mejor de lo que imaginaba. He estado en varios festivales con La casa lobo, estuve viajando por todo el mundo y entiendo por qué Cannes tiene esa aura, realmente es otro nivel. También es muy loco estar en este pueblo con tiendas de lujo y toda esta gente con trajes y vestidos. Los franceses saben hacer estos megaeventos culturales, no es que haya visto tantas películas realmente, porque cuando uno va a presentar está full dando entrevistas y en reuniones, pero es maravilloso, sobre todo por la sección en la que estuvimos, que es la Quincena de los Cineastas, está súper bien cuidada, yo hubiera pensado que era algo más frío, pero el comité de selección y el director nos cuidaron mucho, nos trataron muy bien.
Antonia: Creo que la Quincena tiene una línea editorial distinta, uno está coexistiendo con este mundo de lujo, estratosférico, hiper lejano y resignifica esto que igual es importante, en términos emocionales para el equipo, lo hace mucho más atesorable. Estar con el equipo cambia todo, a diferencia de estar en festivales sola, hay un decir “mira dónde estamos” o “qué chistoso está esto”, uno está un poco de espectador en esta cosa tan pomposa. Cannes me pilló en un momento en que yo estaba muy en otra, en mi vida personal, había salido de un accidente hace no tanto en las piernas, y yo vivo en Alemania, entonces mi emoción por Cannes fue híper aislada, no estaba con los chicos en Chile, de repente fue agarrar mis cosas y me voy, creo que me cuajó lo emocionante de estar ahí y el valor que eso tenía, luego de la primera función.
¿Qué pasó ahí?
Estrenamos y recuerdo que estaba un productor con el que hice mi primera película, un rodaje súper aperrado en la Patagonia, yo grababa con José Soza, entonces era lindo que estuviese ese productor, que viera la primera función y me manda un abrazo y se pone a llorar y le digo “¿Qué pasa?” y me dice: “Encuentro profundamente emocionante, verte en la primera película y que ahora estemos en Cannes, me parece hermoso”. Y ahí dije como “Ah, igual esto es importante, qué bonito”. Y ahí lo entendí.
“La idea base es la incapacidad de poder contar una película”
La cinta comienza con una película que les robaron y tienen que volver a grabarla, pero están dentro de la historia como personajes sin dejar de ser ustedes mismos. ¿Cómo se les ocurre esta idea tan loca?
Cristóbal: Es súper enrevesado la manera en que llegamos a la idea de nuestros guiones, uno tiende a crear narrativas lineales y no es tan así, la verdad son miles de cosas que uno va mezclando. Durante la pandemia, Joaquín, Alejandra Moffat y yo, estuvimos escribiendo mucho y teniendo miles de reuniones online que eran superenloquecedoras. Escribíamos un guion, después lo reescribíamos, lo destruíamos y lo volvíamos a escribir, un poco por culpa mía...
¿Por qué dices que fue culpa tuya?
Cristóbal: Porque yo llegaba a todas las reuniones diciendo “no hagamos”, como que me odiaban (ríe), llegaba terremoteando todos los cimientos del guion. Y quedamos con una historia muy compleja y en algún momento dijimos, “bueno, hay que separar estos siameses”. Salieron Los Hiperbóreos y La plaga, que vamos a filmar en abril próximo también con Antonia, y quizá salga una tercera película. Y la estructura salió de una charla que hicimos en pandemia, en Teatro a Mil, donde hablamos de este cortometraje que nos robaron, y que no pudimos rehacer. El guion se fue distorsionando, aparece Jaime Guzmán que se apoderaba de las transmisiones... ese fue el esqueleto de la película, por eso parte con Antonia hablándole al público, con estructura de mamushka, bastante inspirados en La recta provincia de Raúl Ruiz.
Antonia: Cuando le preguntaban a Joaquín y Cristóbal por Los Hiperbóreos, ellos decían que la idea base era la incapacidad de poder contar una película. Y yo escuchaba eso y ahora recién me cuajó. Son ideas macro y específicas, ganas y deseos de querer contar ciertas cosas y cómo se van a contar esas cosas. A mí me invitaron originalmente a una película, luego “ok, es psicóloga, ocupémoslo”. Después hablábamos de lo importante que fueron las personas que manejaban marionetas y voces, porque trabajaban en 31 Minutos. Ahora entiendo esta idea de la incapacidad de poder contar y cómo vamos poniendo nuestros conocimientos en pro de poder contar estas cositas.
También hay una mezcla de recursos visuales, diferentes técnicas del cine. ¿Cómo surgió esta idea?
Cristóbal: Para mí, en La casa lobo, estábamos haciendo nuestra propia versión latinoamericana del cuento de hadas animado. Estoy siendo muy general, pero cuando uno piensa en cuento de hada animado, piensa en Disney, en Miyazaki, y esta esta es la versión chilena de eso, entonces tenía que tener terror político…, pero en este caso es mucho más raro, la macroestructura venía de esta charla en vivo, tenía esta cosa teatral, y algo muy importante era la comedia, si bien está en todas nuestras películas, en esta tenía que estar mucho más presente y dentro de esa estructura ir colando otro tipo de formato. Pero justamente esta película se trata de algo que se va reconfigurando todo el tiempo, de charla pasa a ser película animada, de película animada pasa a ser película de terror, y creo que tiene mucho que ver con que estábamos un poco homenajeando el cine de Georges Méliès.
Se ve en las transiciones…
Claro, tiene mucho que ver con la magia, con la ilusión. Con un momento en que no se había estandarizado el lenguaje del cine, no había surgido el primer plano, el contraplano, la gramática que hoy asumimos como natural. Entonces estábamos referenciando un poco a esta prehistoria, al cine arcaico, mitológico un poco. Que la película tiene mucho de eso, narrativamente tiene que ver con mitología, pero también en términos de formato.
“No es una película muy barata para los estándares del cine”
¿Antonia, viniste a Chile solo a grabar la película?
Una mezcla igual. Siempre intentamos, familiarmente con mi pareja y mi hijo, tratar de venir en estas fechas como Navidad, Año Nuevo, consumir sol (ríe). Pero claro, originalmente me moví para la película.
¿Cómo es tu carrera en Europa?
Alemania puntualmente es una idea más transitoria, no me imagino demasiados años allá. Por varios motivos, como el clima, y no sé si me proyecto artísticamente. Pero claro, cuando pienso en trámites y cosas al respecto pienso en España, por una cosa idiomática. Sigo trabajando en psicología, siempre he hecho ambas cosas en paralelo y por placer, no solo como fuente de ingreso. Además, surgen casos en la psicología, como el del metalero (personaje de la película), todo funciona para mí como lugares complementarios, no es que yo haga algo terapéutico y teatral, soy bastante más clásica, hago un corte entre una cosa y la otra. Mi carrera es más transitoria, es elástica, muy flexible. Me gusta pensar que puedo viajar trabajando, me encantaría que fuese con mayor frecuencia, porque para mí es súper interesante estar ligada a mi país. Me encanta que me traiga acá el trabajo.
Mencionaste al “metalero”, ¿ese personaje de la película también es real?
Antonia: No, no existe, pero hay cosas que van sirviendo para poder narrar, en este caso es como “Ah, eres psicóloga”, habré contado algún tipo de anécdota en particular, muy a grandes rasgos, y sirve para poder hablar sobre ciertas cosas.
Cristóbal: No existe el metalero, el actor que lo interpreta era parte de nuestro equipo de arte, él pintó casi todas las escenografías de la película, le pedimos que actuara en una cosa y terminó siendo el actor.
En una película como esta, que fue grabada en Matucana 100 y con escenografías más bien artesanales, pareciera que el presupuesto fue bajo, pero ¿qué tan cierto es eso?
Cristóbal: Alimentar un equipo de 50 personas durante un mes es caro, partiendo por ahí, arrendar luces, cámaras, todo es caro en el cine. Para mí es algo nuevo, si bien esta película tuvo un presupuesto similar al de La casa lobo, con esa nos demoramos 5 años, hubo que pagar durante ese tiempo los sueldos de nosotros, de la productora, de algún asistente. Pero aún así, sumando todo eso, llegaste a los 180 millones fácilmente. No es una película muy barata para los estándares del cine, pero baratísima para los estándares de Cannes, seguramente (ríe). Pero claro, cuando tú le dices el monto a alguien que no hace cine, te dice “me compro una casa”.
¿Hay escenas que les costó más rodar?
Cristóbal: Hubo una que hicimos dos veces, la de la consulta, estaba mal guionizada, la reescribimos . Y habían cosas difíciles a nivel de maniobras, teníamos que tirar humo y la cámara tenía que moverse y además había unos monos haciendo cosas, descubrimos durante el rodaje el departamento de maniobras, habían cosas complejas técnicas.
Antonia: Tal vez habían cosas difíciles, pero si uno se hubiese ajustado más a una grabación más clásica, efectivamente habría que haber sido hipermeticuloso. O sea, si uno no quería que se metieran los masking tape evidentemente habríamos tenido que repetir 8 mil veces. Yo ni siquiera tenía maquillaje, por ejemplo, en una grabación clásica tal vez hay que repetir porque hay demasiada luz y está muy brillante, fue un rodaje que permitió lugar a la falla, esa fisura que se ve y que juega justamente con que eso aparezca. Hay una escena en la que yo me tropiezo, por ejemplo, y me tropiezo real, y no se repitió por eso, se repitió porque la cámara no llegaba y hay algo que se dejaba de contar, pero no porque el error fuese algo que molestaba.
Cristóbal: Hubo una dificultad chistosa, en mitad del rodaje empezó una feria con música india montada en el patio de Matucana 100, y eso generó un poco de estrés, porque igual grabamos frente al público, entonces estaba siempre el factor de que puedan estar hablando, etcétera, pero había muchas cosas incontrolables.
El estreno de Los Hiperbóreos es el próximo jueves 28 de noviembre en todos los cines del país.