Vibrar el cemento recién aplicado o hidratarlo después de unas horas son algunas prácticas indispensables a la hora de trabajar en albañilería en la casa.
El cemento es uno de los elementos más utilizados en el rubro de la construcción gracias a sus múltiples beneficios, como resistencia, fácil adhesión y aplicación.
En obras menores, este material se suele ocupar en forma de hormigón o mortero. "El mortero sólo contiene cemento, arena y agua y sus usos más habituales son en estucos o para pegar ladrillos en albañilerías. Por su parte, el hormigón que comúnmente llaman concreto, contiene cemento, agua, arena y grava y es el material más usado en el mundo después del agua", explicó Cecilia Soto, académica del Departamento de Ciencias de la Construcción de Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
Lo más importante en el comienzo de la obra es saber cómo realizar una buena mezcla, ya sea de mortero y hormigón. Se recomienda la utilización de una betonera para que la pasta quede homogénea, pero sin sobrepasar la carga de la máquina, por lo que es mejor aplicar el agua antes de los otros componentes.
Consejos prácticos
La aplicación de la mezcla en la obra puede parecer trabajo sencillo si tenemos carretilla, palas, planas y espátulas para emparejar. Sin embargo, para que quede una construcción perfecta, es necesario seguir algunos pasos, como mover el cemento una vez adherido, con el objetivo de eliminar las burbujas en su interior.
"Uno de los propósitos del mezclado mecánico es asegurar que la mezcla quede homogénea, es decir, todos sus componentes bien distribuidos. Cuando se usa la mezcla, siempre arrastra burbujas de aire, además de que estas pueden quedar en las superficies de contacto. Para eliminarlas, el hormigón debe compactarse utilizando un vibrador de inmersión, de manera que las burbujas afloren a la superficie y de ese modo el hormigón quede más compacto", aseveró la experta de UTEM.
De la misma manera, el cemento después de unas horas de aplicado, requiere tratamientos para evitar fisuras. El hormigón o mortero es una mezcla química y, por lo tanto, debemos provocar que tenga una reacción positiva para forjar una buena resistencia que no se dañe fácilmente.
"Una vez colocada la mezcla en su lugar definitivo, hay que mojar con agua permanentemente para favorecer la hidratación del cemento. Este proceso se llama curado del hormigón y hay que hacerlo apenas el agua que se coloque no dañe la superficie, en especial en tiempo caluroso o con mucho viento", señaló Soto.