Paula partió como jornal y ahora se luce como maestra albañil

Cuando entró a la obra se hizo la promesa de aprender y pedirles una oportunidad a los jefes para demostrar que podía hacer bien el trabajo, igual que los hombres.

En poco más de un año logró su objetivo y ahora se propuso otro: estudiar técnico en constricción en algún instituto.

Paula Gallardo tiene 25 años, es mamá soltera de una hija de diez y vive en la comuna de San Joaquín, lugar desde donde se traslada a trabajar a la obra "Estoril Capital", que construye la empresa Armas, en Las Condes.

En su pega, la joven realiza labores de remates de yeso con pasta, sella, pinta, lija y corrige puertas, entre otras cosas.

Sin embargo, en sus inicios otra era la realidad. Cuenta que un día entró a una obra en Las Condes donde tuvo una mala experiencia con el tema de su sueldo. Luego en junio del año pasado supo que en "Estoril Capital" necesitaban mujeres para hacer aseo. "Hablé con mi familia sobre la idea y me dijeron que me cuidara", recuerda. Pero a Paula le gusta la construcción, así que una vez dentro se propuso aprender a pintar, empastar "y para ello tuve buenos compañeros que me enseñaron. Incluso me decían 'equivócate las veces que sean, se vuelve arreglar'", recuerda.

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Se entusiasmó tanto que se metió bien en el asunto: "Estuve a prueba como siete meses, paralelamente haciendo el aseo. Después pasé como ayudante de maestra y me cambiaron el contrato. Luego pasaron unos cuatro meses y me di cuenta de que me la podía con lo que estaba haciendo, era lo mismo que realizaban mis compañeros y pensé que me merecía un cambio", afirma.

Le tocó enseñar

Desde que llegó a la obra transcurrió un año y medio, y hoy Paula no lo tiene muy claro, pero dice que es la primera o la única maestra albañil en Estoril Capital. Pero eso no es todo, actualmente los papeles se invirtieron, ahora es ella quien tiene a cargo una ayudante: "Hablé con mi jefe, apropósito de que yo le estaba enseñando a mi compañera y le pedí si ella podía ser mi ayudante, ya que también quiere ser albañil", dice.

Su compañera lleva tres meses junto a ella y cuenta que la está capacitando, "quizá no con la misma paciencia que tuvieron conmigo, jajajá. Pero fuera de broma, le enseño para que también pase como maestra, y para que tenga un mejor sueldo", aclara.

La albañil dice que ser maestra ayuda porque "uno puede llegar a otras obras con esa experiencia, aunque cuesta un poco más, porque no todas las construcciones tienen la integración de la mujer", reconoce. Recuerda que preguntó en varias obras cerca de su casa en San Joaquín y en ninguna la aceptaron como maestra. "Distinto es acá, porque la empresa da la oportunidad para integrarse", sostiene.

Además, nunca olvida que es madre. "En todo caso aquí siempre he tenido el apoyo, como cuando necesito un permiso para ir a reunión del colegio de mi hija, y no hay problema. Me apoyan harto en ese aspecto", remarca.

"Tenemos las mismas capacidades"

En un principio Paula pensó que no tendría oportunidad, pero no fue así. "Entendí que es un proceso tanto como para el hombre como para la mujer. Obviamente para la mujer quizá está estigmatizado que se piense que nos demoraremos más porque no tendríamos las mismas capacidades que los hombres, pero sí las tenemos.

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Por ahora Paula tiene una nueva meta: "Llamé a un instituto para ver si puedo estudiar técnico en construcción. Así puedo llegar a ser capataz o supervisora de obra", cierra.

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