Fueron horas de miedo, pena, angustia e incertidumbre las que se vivieron tras el 27F. Eso bien lo sabe Denisse Quezada, quien partió desde Santiago al sur a buscar a su hijo Mathias, entonces de 8 años, a la zona del epicentro.
A horas de la catástrofe, y sin saber si su retoño estaría con vida, la mujer se la jugó por completo y se adentró por la carretera en dirección a Curanipe con su cédula de identidad, una chaqueta, un rosario y mucha fe.
En el trayecto se encontró con caleta de gente que la ayudó. "Al principio no sabía hacer dedo y me daba un poco de vergüenza. Pero en la carretera me acerqué donde Marcela Rojas -nunca voy a olvidar ese nombre- y me acercó hasta Hospital. Después hice dedo y me subí a un camión y me fui acercando de a poco", contó la aguerrida mujer, quien la tarde de hoy presentará en sociedad el libro "Mi 27F", donde entrega detalles del largo pique (un día y medio) hasta encontrar a su hijo el 1 de marzo de 2010.
La periodista, que hoy vive en Arica, contó al diario pop que mientras más se acercaba a la zona donde los sismógrafos cifraron el guaracazo en 8,8° Richter "el panorama era terrible. Recuerdo que al pasar por Cauquenes veía un montón de personas fallecidas. El aroma a descomposición era terrible. La zona tenía olor a muerte".
Texto
Mucho tiempo tuvo que pasar para que Denisse pudiera recordar cabalmente todo lo que vivió. Su historia conmovió a mucha gente, e incluso Felipe Camiroaga le recomendó que hiciera un libro.
"Fue en un programa al que me invitó, el año en que murió. Antes ya me había sugerido escribirlo y esa vez me dijo '¿Y el libro, cuándo?' Y le dije que ya estaba en eso. Además, recibí un e-mail de un desconocido que me decía casi como una orden que debía contar mi experiencia", recordó ayer en el Hotel Manquehue, donde se realizó la entrevista.
- ¿Qué pasó después?
- Escribí el libro, pero me robaron el computador...
- ¡Chuuuu!
- Al final lo hice de nuevo y quedó mucho mejor porque pude conversar con mi hijo del tema y agregué su perspectiva.
- Costó pero salió...
- Sí. Hubo gente que se conmovió y me ayudó. Un ex compañero de colegio me vio y me contactó. Me ayudó con 500 lucas de su devolución de impuestos. También Pancho Melo me ayudó, Tomás Mosciatti escribió el prólogo y la Universidad de Tarapacá adquirió en su totalidad la primera edición.
- ¡Bacán! ¿Dónde lo compro?
- En las principales librería del país...
"Quienes tengan que pagar y pedir perdón, deben hacerlo"
El terremoto de 8,8º Richter duró aproximadamente cuatro minutos, tiempo suficiente para dejar a la mitad del país en el suelo, 799 personas fallecidas y 25 desaparecidos.
Hasta el día de hoy centenares de familias mantienen el luto y la autora del libro contó que su obra es una especie de homenaje para aquellos que partieron inesperadamente y para sus familias que -a siete años de la catástrofe- aún los lloran.
"Quienes tengan que pagar y pedir perdón, deben hacerlo a cada uno de los chilenos que perdieron a un ser querido", sentenció.