Por más de siete décadas, miles de chilenos han dejado sus súplicas y agradecimientos en una enorme animita ubicada en Alameda con Borja, a un costado de la Estación Central, en Santiago. Romualdito es el santo popular más importante de Chile, pero hasta ahora todo sobre él eran leyendas. Esta es su verdadera historia.
Los mitos y creencias sobre Romualdito abundan. Algunos dicen que era un enfermo de tuberculosis que acababa de dejar el hospital cuando fue asesinado por un lote de malvados que le robaron su manto de castilla, el poncho de la época.
Otros piensan que fue un enfermo mental apuñalado mientras le llevaba el almuerzo a su papá. Una tercera versión habla de un niño violado y algunos creen que era un delincuente abatido por la policía.
Sin importar la verdadera historia, varias generaciones se han encomendado a su espíritu y le atribuyen cientos de favores y curaciones milagrosas.
La devoción popular es tan grande que hasta el célebre investigador del folclor criollo Oreste Plath lo incluyó en su libro “L’ Animita” y el lugar donde dejó de existir se mantiene casi intacto pese a que todo el sector fue remodelado.
IVANNI SAMBELLI
Casi 80 años después de la muerte del hombre que inspiró la leyenda, cuatro jóvenes aspirantes que participan del Taller Histórico Forense de la Academia de la PDI desempolvaron cientos de libracos y dejaron las patitas en la calle para dar con la verdad.
"Romualdito realmente se llamaba Romualdo Ivanni Sambelli, era un mecánico de 41 años, oriundo de San Bernardo, chileno, de oríg enes italianos", explica a La Cuarta la estudiante Génesis Mora.
La joven agrega que Romualdito falleció a las 20.30 horas del 8 de agosto de 1933, precisamente en la esquina de Borja con Alameda.
Para saber la verdad de la milanesa, los cuatro mateos guiados por el Prefecto Gilberto Loch usaron técnicas criminalísticas y se valieron del Archivo Histórico Nacional y el Centro Histórico Forense, donde dieron con todos los documentos del caso.
PUÑALADA AL CORAZÓN
“El parte policial de la época señala que vestía sombrero negro, una camisa blanca, paltó y pantalones oscuros, zapatos y calcetines amarillos”, explica el aspirante Carlos Leyton.
En el rastreo hormiga también se hallaron las huellas digitales del fallecido y el informe de su autopsia, que caratuló la muerte como un homicidio.
En ese reporte, dirigido al juez del Quinto Juzgado del Crimen, el doctor Augusto Veloso anotó que “la causa precisa y necesaria de la muerte, es el hemopericardio, consecutivo con una herida a puñal de la región precordial, con compromiso del corazón”.
Agregó que “es posible que con auxilios quirúrgicos oportunos destinados a suturar el corazón se hubiera evitado la muerte”.
Pero los investigadores no se quedaron ahí. Usando programas computacionales y sus características antropométricas, lograron devolver la vida al santo popular, al más puro estilo de los CSI gringos.
“Se trabajó como base con la imagen que se obtuvo de la carpeta de defunción del Archivo Nacional. Buscamos imágenes de nuestros propios archivos que tuvieran características similares a esta persona. Hicimos un montaje por capas y acomodamos los ojos, de acuerdo a perspectiva y el tema de los colores”, detalla la estudiante Rocío González Valenzuela.
SAN BECA
Revisando archivos históricos, los futuros detectives supieron que Romualdito era soltero y vivía en una casa que entonces pertenecía a la Empresa de Ferrocarriles del Estado, ubicada en Covarrubias 3548, comuna de San Bernardo. Actualmente, la calle se llama Lisperguer y la fachada se mantiene casi igual a como era en los años 30 del siglo pasado.
Los documentos indican que Romualdito era hijo de Juan Ivanni y Herminia Sambelli. No se sabe si tenía hijos o hermanos, pero su primo Arturo Marsinghi tuvo la ingrata tarea de reconocer su cuerpo en el Servicio Médico Legal.
Marsinghi también fue el encargado de sepultar los restos de Romualdito en el Patio 5 del Cementerio General, donde pagó 5 pesos de la época por un nicho temporal.
Actualmente, Romual-dito está enterrado en el Pabellón 4 del Cementerio General, donde sus devotos siempre tienen lleno de flores frescas.
Los investigadores no hallaron registros de que los asesinos de Romualdito hayan pagado ante la justicia por su crimen.