La estación meteorológica de Huechún, vecina a la comuna de Lampa, el lunes se congeló y marcó -8,4 grados. Y todo por culpa de una feroz ola polar. Con el afán de vivir en carne propia el frío onda refri que soportan los parroquianos, nos fuimos de madrugada a la localidad más helada de la Región Metropolitana en una volada que ayer nos hizo "zamparnos" -6,3º.
Los tiritones partieron en la Plaza de Armas, el epicentro del movimiento local, donde empezamos a vivir el rigor del frío antártico que a eso de las 7.30 marcaba unos -5 grados.
Micros llegando con estudiantes, y trabajadores esperando locomoción para partir a su pega más abrigados que guagua en consultorio, eran la postal del momento, mientras a nuestro alrededor pozas con agua congelada confirmaban de entrada lo rudo del frío.
Después de caminar unos pasos un café era justo y necesario y el clásico carrito sopaipillero fue la mansa salvación. La señora Carmen, dueña del negocio, en un par de minutos realiza varias ventas, y sus principales clientes son los chicocos del colegio San José, que capean el frío a punta de una agüita caliente.
Nosotros seguimos el recorrido, y la temperatura bajo cero empieza a causar estragos en nuestras manos, que pese a sostener el café con agua hirviendo, no es capaz de hacer la pelea al frío intenso que las enrojece, mientras el hielo empieza a subir por las patulecas.
FOGATA SALVATORE
Por la calle Arturo Prat nos encontramos con unos trabajadores de contru que levantaban unos locales comerciales, quienes para hacer más soportables las bajas temperaturas prendieron una salvadora fogata.
Sin pensarla, a lo buche les pedimos permiso pa' calentar el body y nos metimos al lugar. Ahí echamos la talla y nos dejaron claro que no necesitan de Iván Torres pa' cachar el porqué de las bajas temperaturas.
"Estamos en un bajo y con muchos cerros que tapan el sol, aunque por suerte no hay nieve", nos verseó el titán Josué Yáñez, que de paso nos confirma que los -8 del lunes estuvieron cerca de igualar los extremos -9 que se sintieron hace unos años.
Después de subir un poco la temperatura con la fogata seguimos en la travesía bajo cero, con las patulecas más heladas que cañuela de pingüino. Al echar un lukin lo que más abunda son gorros, bufandas y guantes, mientras las micros colmadas de personas tullidas por el frío parten rumbo a Santiago.
CANCHA BAJO CERO
Cerca de las 8.30, la temperatura ambiente rondaba los -4 y el sol que ya empezaba a cubrir la ciudad, calentaba menos que partido de cricket.
En esa, sin duda que el lugar más representativo del frío extremo de la ciudad era la cancha del Atlético Central Lampa, ya que gran parte de su césped estaba completamente congelado, convirtiéndolo en una especie de campo de estalactitas de puro hielo.
Después de pensarla dos veces, nos hicimos los valientes y recorrimos su cancha refrigerada, y las consecuencias las pagaron nuestras pobres patulecas.
El hielo tardó segundos en subir y convirtió los pies en un verdadero témpano que ni siquiera la compañía del chanchito Patricio, que llegó a la cancha, logró revertir.
El viaje llegaba a su fin, pero el frío odioso no estaba ni ahí con dejarnos, y nos vacunó con su gélida compañía en las patitas durante todo el día.