Con el 88% del total, los que más se suicidan en Chile son los hombres, los más proclives a la pérdida "de la identidad social" cuando se jubilan.
El suicidio reciente de una pareja de ancianos ha suscitado un debate en Chile sobre las condiciones de vida de un segmento de la población que tiene una creciente esperanza de vida y por tanto más riesgos de enfermedad y soledad.
Jorge Olivares Castro, de 84 años, disparó un tiro en la sien de su esposa Elsa Ayala Castro, de 89, antes de quitarse la vida. Llevaban 55 años casados, sin hijos, y a Elsa, que padecía cáncer y demencia senil la iban a internar en una residencia.
Lo tenían preparado. El mismo día en que decidieron poner fin a su existencia, invitaron a desayunar a una paramédico que se había encariñado con ellos y que los visitaba regularmente, según señaló diario La Tercera.
Esta semana, otros dos ancianos, padres de una persona con síndrome de Down, fallecieron en su cama, según las primeras informaciones, de inanición.
Una amarga realidad
La tercera edad es el segmento que más decide quitarse la vida en Chile, con una tasa del 13,6 suicidios por cada 100.000 personas -una de la más altas del continente-, en comparación con el 10,2 en promedio en el conjunto de la población chilena, según Ana Paula Vieira, psicóloga y gerontóloga, autora de un estudio sobre la vejez.
La tasa de los suicidios de adultos mayores en Brasil, por ejemplo, es de 9,6 por cada 100.000 personas.
Con el 88% del total, los que más se suicidan en Chile son los hombres, los más proclives a la pérdida "de la identidad social" cuando se jubilan.
En un país con la mayor esperanza de vida de la región, donde las mujeres viven de media 85 años y los hombres 80, la vida de los 2,8 millones de adultos mayores (16,2% de la población) no siempre es fácil.
"Los factores de riesgo son múltiples", asegura Vieira.
A la soledad, el aislamiento social, la desesperanza, la falta de sentido a la vida, las enfermedades crónicas irreversibles y la sobrecarga del cuidador -en general el cónyuge- o el sentimiento de ser una carga se suma el factor educativo -a menos educación más aislamiento y pobreza- y la caída significativa de los ingresos en la jubilación.