Hasta el agua del lavamanos se usa para regar

Hace un tiempo a la Fundación Un Alto en el Desierto se le prendió la ampolleta y comenzó a utilizar este líquido, que se filtra, para que sea distribuida a distintos sectores afectados por la sequía.

Bañarse por partes o cortar el agua al lavarse el pelo, para utilizarlo lo menos posible, es algo que lamentablemente ya se ha hecho costumbre en algunas comunas de la Región de Coquimbo.

La terrible sequía que afecta a la zona no sólo tiene complicados a los agricultores o animales, ya que cerca de 22 mil familias ya reciben, en un camión aljibe, 50 litros de agua por persona al día. Algo que podría extenderse en el corto plazo.

Y cuando la situación se torna más compleja, generalmente aparece el ingenio. Esa creatividad fue la que llevó a un par de chilenos a utilizar el lavamanos para tener un poco más de líquido...

Nicolás Schneider, creador de la Fundación Un Alto en el Desierto, contó que se les prendió la ampolleta al ver cómo corría el agua en un lavamanos. "Como país estamos acostumbrados a que el lavamanos sea un basurero líquido. Ahora vemos que cuando el niño abre la llave para lavarse los dientes, esa agua que antes volvía al alcantarilla ahora se usa para el regadío de frutales y también del pasto, no así para huertos escolares porque la normativa no lo permite", reveló.

Para que se haga una idea, cerca de 1 a 4 litros del vital elemento al día se pierde solo en la utilización del lavamanos.

Innovación

¿Y cómo pueden reutilizar? Nicolás Schneider explicó que "intervenimos el lavamanos para que esa agua no se pierda. Lo hacemos mediante una tubería, que va a un estanque, luego pasa por un filtro y llega a otro estanque, para que sea distribuida a lugares donde no se podía regar".

Su iniciativa, que ya se realiza en 15 colegios de la zona y que les permitió ganar hasta un premio de la Fundación Lepe, es pionera en el mundo. "Somos los únicos a nivel mundial en la reutilización de agua en agua gris".

Natalia Rebolledo, directora ejecutiva de la Fundación, contó que gracias a esta innovadora idea ya han llegado "a más de 7 mil personas de forma directa. Tratamos de visibilizar el agua donde no hay, y también cambiar el hábito".

El creador de un Alto en el Desierto confesó que al trabajar con los colegios los niños han cambiado sus costumbres en relación al agua.

"Creo que este cambio será con el tiempo, es más cultural, son años de trabajo, pero por ejemplo antes teníamos muchos residuos que tiraban los escolares como pinceles, aros, manzanas, comida y hoy los chicos ya empiezan a entender que el agua es un valor muy importante, que el lavamanos no es un basurero".

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