"Mis huesos están cansados y no son los mismos de antes", reflexiona Francisco Venegas Parra, de 51 calendarios.
Si hace diez calendarios este esforzado maestro estucador se demoraba una noche en cubrir a patuleca los cerca de 80 kilómetros que separan a Santiago del Santuario de Lo Vásquez, ahora tarda 72 horas. "Pero no arrugo", se quiebra.
Partió el vienes pasado y recién ayer, a eso del mediodía, arribó al templo donde cada 8 de diciembre miles de fieles veneran a la Patroncita.
"Este viaje es bonito. Te hace pensar en uno y en los demás. Me ha tocado encontrarme con otros peregrinos en la carretera, pero sólo los saludo, porque a mí me gusta ir a mi ritmo", aclara.
- ¿Y no pasa a tomarse una chelita, por ahí?
- ¡Por nada del mundo! ¿No ve que la mayoría de los accidentes ocurren porque los peregrinos andan arriba de la pelota?
- ¿Cómo capea el caregallo y los peligrosones rayos UV?
- Con este pañuelito blanco que me coloco en la cabeza y tomando harta agua mineral. Así les hago el quite al sol y a la terrible sed que da después de caminar 10 kilómetros seguidos. Si me falta el agua, paso a un servicentro para que me dejen llenar la botella.
- ¿Con bencina?
- No, pueh, con agua. ¿Es o se hace?
- ¿No teme morir atropellado?
- No. Con este sacrificio aumento mi fe y sirvo de ejemplo para los demás fieles. Además, me sé cuidar. Siempre camino por la berma contraria.
AGRADECIDO
Si la mayoría de ellos se sacrifica marchando bajo un sol abrasador para pagar una manda en el día en que la Iglesia conmemora la festividad de la Inmaculada Concepción, don Pancho va sólo a agradecerle a la Purísima por tener pega y salud.
"Le vengo a dar las gracias por todo lo que Dios me dio", contó el vecino de la comuna de Quinta Normal a La Cuarta, la pía.
Ésta es la decimocuarta vez que camina a Lo Vásquez. "Como soy soltero, nadie me reta en la casa porque me arranco en esta fecha a la Quinta Región", precisó.
Antes de emprender su larga caminata por un costado de la Ruta 68, Francisco se dio el tiempo de visitar la tumba de su taita en el Cementerio Parque del Sendero de Maipú.
"Mi viejo, que entre paréntesis se llamaba igual que yo, se me fue hace dos meses y quise visitarlo antes de partir a agradecerle a la Virgencita", añadió.
Pero el titán no está tan solo en esta vida. En el santuario lo esperaba su madre, quien vive en Valparaíso. "Ella me reconforta cuando llego con la lengua afuera", concluye.