Al Príncipe Carlos le faltó comerse una chorrillana con porteñas

A la legua se cachó que al Príncipe Carlos de Inglaterra le gustó más Valparaíso que Santiago. Las cerradas nubes  y el viento marino le recordaron la típica neblina y el frío londinense.

"Lo encontré más pequeño, pero es más cool y nice que Santiago", le copuchó su Alteza a una porteña poco antes de concluir su paseo.

El Príncipe y Camilla se llenaron de homenajes en el edificio de la Armada, pusieron flores a los Héroes del Combate de Iquique y visitaron la fragata Almirante Condell "made in Britain".

Tan feliz quedó con el aire marino que en el Arco Británico, alzado como reconocimiento de la comunidad inglesa a la ciudad en 1910, se salió de protocolo y dejó viendo monos verdes a los encargados de la seguridad.

"¡Charly, Charly te amamos!", gritaban Ángela Henríquez y Nelly Barría, ambas del Cerro Alegre, y el príncipe se les acercó sorpresivamente.

Nelly contó al diario pop qué le comentó heredero de corona británica. "Le dije que era muy bueno que viniera a Valpo y me respondió que había encontrado  hermosa la ciudad. Le mencioné que era mejor verlo en persona, es buenmozo, atractivo y nos faltó sólo tomarnos un café", comentó Nelly Barría, que ya tiene una anécdota real para contarle a sus hijos.

Por la tarde la comitiva visitó la viña Santa Emiliana, en Casablanca, para llenar las tripas y remojar el gaznate con las ricas cepas chilenas.

Tan bien lo pasó por allato que Carlos llegó con casi media hora de retraso a su cita en la planta de ecopellets, donde lo esperaban siete trabajadores y Rosita Bustos, la reina del lugar.

"Nunca pensé que vendría para acá. Le di la mano y nos felicitó por el trabajo. Eso sí no se parece mucho al 'Príncipe Encantador', de Shrek, pero igual tira pinta", verseó coqueta la Rosita.

Después de tomar el té, justo a las 5, Carlos se retiró, saludó a unas vecinas y volvió a la tierra de Nunca Jamás.

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