Caraduras y catetes resultaron ser los estafadores que llamaron insistentemente a la oficina del alcalde de La Granja, Felipe Delpin. Esto, porque los teléfonos de la muni estuvieron sonando durante toda una semana: de primera, se contactaban con la secretaría; luego, telefonearon al jefe de gabinete; finalmente, sonó ring ring en la mismísima alcaldía.
La secre, chata con el cargoseo, contestó uno de los tantos llamados y batió la lengua largo y tendido. Su sorpresa fue mayor cuando cachó el interlocutor decía ser su propio jefe. ¿La dudó, siquiera? Ni por un segundo: el alcalde se encontraba a metros de ella, dentro de su oficina y en perfecto estado.
El supuesto edil juraba de guata haber sufrido un accidente automovilístico y que necesitaba que se le pasara un monto de plata de manera inmediata. Eso sí, las lucas debían pasar primero por una persona desconocida. La mujer, conocedora de este chamullo, le siguió la cuerda y sacó la máxima información posible de los delincuentes. Todo esto, permitió el rápido y efectivo actual de la Policía de Investigaciones (PDI).
¿Qué hacer ante el "cuento del tío"?
Con todos los datos e información que logró sacar la secretaria, desde la alcaldía se comunicaron con Policía de PDI para que tomaran conciencia de lo ocurrido.
Por su litro, la institución policiaca entregó recomendaciones pa' que la barra pop esté ojo al charqui en situaciones como estas. Cacha cuáles son:
- Solicitar una reunión en un espacio físico. De no conseguirlo, guardar el número de quien llamó. Luego de eso, llamar desde otro teléfono a PDI y narrar la situación.
- Confirmar que la persona aludida en secuestro, accidente o problema se encuentre en buen estado.
- No entregar información privada (números telefónicos, cuentas de tarjetas de créditos)
- Por ningún motivo entregar dinero o especies, ya que eso en la mayoría de los casos representa una estafa.