Tradición y cambio son los términos que Alejandro Araya aplicó en el cabaret decano de la noche santiaguina: el Fabiano Rossi. Entrando a sus 31 años de existencia, este espacio de sociabilidad y entretención está a caballo de ambos conceptos y es el único sobreviviente de la bohemia ochentera, además de heredero de las boites y night clubs de los 50 y 60.
La historia se inicia con un mozo bien despierto, con todas las ganas de emprender y dispuesto a no perderse en la noche. "Yo trabajaba en uno de los grandes clubes nocturnos, el Crazy Horse, que era propiedad de unos empresarios argentinos. Los tipos sabían cómo llevar el negocio, eso lo aprendí de ellos, y me picó el bichito de hacer lo mío", recuerda.
De ese período atendiendo personas, saca a colación hechos como la invitación de los dueños del local a nada menos que un consagrado en el deporte: D10S. "Diego Armando Maradona fue llevado al local en 1980 y yo me saqué una foto junto a él. Una selfie a la antigua", detalla Alejandro a 38 años de aquello, sentado en la oficina del local que capitanea.
Maradona, el Papa y "Rosabella"
La estadía de Maradona y la forma de llevar el negocio lo llevaron a poner todos los recursos juntados por años en algo nuevo y decidirse a cruzar la calle, mejor dicho, la Avenida Providencia donde trabajaba y ponerse en la otra acera, frente al 705, donde antes funcionaba el night club El Dorado, que había cerrado sus puertas.
"Compré el local y empecé a aplicar todo lo que había aprendido de los dueños del Crazy Horse... Y aquí estoy. ¿Qué cosa más rara? Empecé esto cuando llegó el papa Juan Pablo II y con 30, entrando para 31 años de existencia, otro Papa vino a Chile. ¿Será casualidad o algo especial?", se pregunta Alejandro, tratando de ver algo singular en la apertura del local, el 15 de abril de 1987.
Lo que está claro y no requiere de ver bajo el agua es la forma en que se ha manejado: "No hay que olvidarse de que el show no es sólo los tres que ofrecemos noche a noche, y que son de gran calidad. Hay que manejar otras cosas, como el prestar la casa para otros medios de entretención, por ejemplo, aquí se grabó parte de la teleserie 'Rosabella', la primera de Mega, en 1997".
Garay las hizo llorar
Pero no sólo figuras de la bohemia han visitado el Fabiano Rossi, sino que un chileno acusado en tribunales de ser un "artista" del cuento: Rafael Garay.
Las paredes del night club aún se estremecen con el llanto de las bailarinas, al enterarse del cáncer fulminante que el ingeniero comercial anunció en televisión en agosto de 2016.
"Pobrecito, no se merece eso", gemían, compadecidas del calvo. Un sujeto que por el trato hosco causaba recelo en los parroquianos, que mejor no se le acercaban, porque llegaba con un gorro encasquetado y no saludaba a nadie, sólo a las artistas.
"De Garay sólo puedo decir que era medio raro, trataba mal a los garzones y era hosco con los otros clientes", cierra Araya.
Se casaba con ellas
Y si de anécdotas se trata, Araya recuerda a un parroquiano del sur. "El hombre era un tremendo cliente, tenía su buena pinta, generoso y tenía por afición declararse a las artistas y casarse con ellas. Lo hizo varias veces. Cada uno con su tema, ¿no?", se ríe el capi del Fabiano.
Volviendo a los artistas, Alejandro rescata de sus archivos otra historia. "Tengo en mente a una cantante de televisión que estuvo actuando acá hace unos años. Todo bonito, guapa ella, apasionada, pero con unos tragos en el cuerpo comenzaba a conquistar a los clientes… y todo ellos jovencitos, su debilidad eran los lolos", guardando el nombre de la protagonista.
Más televisión
Otro de los coqueteos del Fabiano Rossi con la televisión es más reciente, ya que "hace poco desde Canal 13 prestamos el escenario y parte del salón para grabar un capítulo de 'El Camino del Comediante', de Fabricio Copano, en que entrevistó a Ernesto Belloni, otra de nuestras cartas del espectáculo", señala Alejandro Araya.
"Es que por nuestro escenario han pasado grandes artistas de todo ámbito. Por ejemplo, la bella y tremenda actriz, cantante y vedette Tatiana Merino, todo un símbolo de los años 80 y 90, en su mejor época", cuenta y entrega una cucharada de su secreto: para llevar a Merino a su escenario ofreció contratar a su madre, la cantante pícara Nilda Moya, célebre intérprete del mundo revisteril con su tema "La Pirilacha".
A ese manejo agrega un gesto económico de las boites y night clubs de 1950 y 1960 que, a diferencia de los teatros de variedades de esas décadas, no cobraban entradas a sus shows, según apunta el investigador Hugo Ramos Tapia, en su estudio "De bohemias, cabarets y trasnochadas: los clubes nocturnos de Santiago centro (1950-1960)", de la Universidad Alberto Hurtado.
- Alejandro, ¿tan mal les fue a los otros night clubs?
-No es mal, es que hay que saber moverse con las olas y entender que todo negocio que perdure es de familia y de amistades. Como el recibir a una antigua bailarina de inicios de los 90, Angie Tolic, que reside en Italia y al venir de visita a Chile nos ve y trabaja como maestra de ceremonias.
Angie se suma a la conversación y agrega: "Alejandro siempre me recibe con las puertas abiertas, nunca se olvida de los amigos y las amigas. Recuerdo que cuando bailaba aquí siempre me trató con profesionalismo y preocupación a los artistas… y aún lo hace. Ese es su secreto. Ah, y aquí no se cobra por el ingreso, como en otros centros nocturnos".
De los cabarets que se perdieron en la noche, como el Crazy Horse, Kevins, Can-Can, Emmanuel o Lucas Bar, el Fabiano Rossi ha sacado una lección: diversificarse, al ofrecer despedidas de solteros, celebraciones de cumpleaños, mesas VIP, recorridos por Santiago y servicio de traslado a turistas.
"Esos centros nocturnos se fueron, así como se seguirán yendo otros, pero lo importante es seguir luchando en lo artístico, lo afectivo y respetando cada cambio en la legislación y al público… ¡Palabra de Fabiano Rossi!", sentencia el Rey de la Noche.