Alejandro Muñoz: "Le habría tirado perpetua, es lo mínimo que se merecía ese chacal"

En el sector alto de Viña del Mar, Aurelia Urzúa y sus hijos todavía están de duelo por el alevoso crimen de la jovencita chilena Fernanda Urzúa Marín, ocurrido el 26 de julio de 2007, en el archipiélago de las Canarias, España.

El colombiano que ultimó a la menor de 16 años fue enjuiciado y condenado a una dura pena de 23 años de cárcel, pero los familiares que la niña dejó en la Quinta Región todavía no encuentran consuelo y el llanto les surge fácil.

A Aurelia se le acabaron las lágrimas de tanto llorar por su sobrina regalona y le cuesta mucho hablar.

"Entiéndala, es que ha sido la peor tragedia que ha vivido nuestra familia", dice su hijo Alejandro Muñoz, primo de la víctima.

"Para mi madre esto sigue siendo un calvario, porque Fernanda fue la hija que nunca tuvo. Nosotros somos dos hermanos, así que ellas siempre salían juntas e iban al cine. Creo que mi mamá nunca va a superar esta tremenda pena", cuenta Alejandro.

El hombre, de 32 años, señala que vio crecer a Fernandita desde que era guagua y reconoce que el alma se le encoge cuando se acuerda de ella.

"Para mí también es doloroso todo esto, porque acá no tengo más primos. Los hijos de mis tíos se fueron a vivir a Suecia y ella fue la única que se quedó en Chile antes de que hace cuatro años partiera con su familia a Tenerife. La vamos a echar mucho de menos. Ella era una niña sensible, delicada y femenina", dice Alejandro.

- ¿La condena al colombiano les mitigó un poco el dolor?

- Con la sentencia recién empieza a cerrarse el duelo. Es un hecho trágico y muy violento que nos va a costar demasiado olvidar.

- ¿Encontró blando el tejazo para el asesino de su prima?

- Los 23 años me dejaron parcialmente satisfecho. El problema es que en España las condenas para los delitos de sangre no son largas. Acá en Chile son durísimas.

- Usted, ¿cuántos años le habría tirado?

- Perpetua efectiva, cárcel para el resto de sus días... que recién después de 40 años de encierro pudiera postular a un beneficio penitenciario. Es lo mínimo que se merecía ese chacal por la barbaridad que cometió, marcada por la violencia y el ensañamiento. Con la ficha criminal que tiene veo muy difícil que se pueda rehabilitar.

SUEÑOS DE PATIPERROS ACABARON EN PESADILLA

Fernanda Urzúa; su padre Sergio, albañil y yesero de la construcción, y su madre Fabiola Marín, artesana en vidrio, son de Viña del Mar y en 2004 viajaron a la isla de Tenerife para tratar de mejorar su situación económica.

La víctima tenía tres tíos paternos que ya habían partido antes a Europa a probar suerte y les había ido filete. Por lo mismo, uno de los tíos de la muchacha, Gustavo, fue el que le consiguió pega a su padre en Tenerife, sin sospechar jamás el golpe que les iba a dar la vida.

La jovencita y sus padres vivían en el pueblo turístico El Fraile. Allí habitan, principalmente, latinos. La joven era conocida por tener muchos amigos. Le gustaban el teatro y la música, y estaba inscrita en un curso de alemán. También se dedicaba a escribir cuentos de terror.

Fernanda Urzúa fue ultimada en julio de 2007, cuando regresaba por un solitario atajo a su casa, después de haber pasado la tarde con unas amigas, en la localidad de Arona.

Fue allí donde la víctima se encontró con el colombiano, quien la instó a subirse a su camioneta Dodge azul para tener relaciones sexuales. Debido a que la menor se negó y se puso a gritar, Franco le tapó la boca y le pegó. Urgido, porque desde 2002 tenía antecedentes por una agresión sexual, el bruto decidió asesinarla y enterrarla.

Entonces fue que la llevó a un camino semiabandonado, desde donde la tiró a un barranco y la lapidó hasta partirle la cabeza. La autopsia estableció que la menor no fue violada.

Después de que tiró el cuerpo por el despeñadero, lo tapó con rocas y al día siguiente, cuando la policía comenzó los operativos de búsqueda, movió el cadáver unos 15 metros para sepultarlo mejor con peñazcos, arena y tierra. Su arresto se produjo después de que testigos dijeron haber visto su camioneta en el camino a la hora en la que desapareció Fernandita.

LO DELATÓ UN PIERCING EN SU CAMIONETA

Recién cuando cumpla 53 años podrá salir de la cárcel el colombiano Héctor Fabio Franco Giraldo, luego de que la Corte de Tenerife lo condenara a 23 años de encierro por el brutal crimen de Fernanda Urzúa.

"Voy a pagarlo con muchos años de cárcel", les había dicho, ya entregado, el asesino a los padres de Fernandita en el tribunal.

El criminal, de 30 años, fue sentenciado por unanimidad a 23 temporadas de presidio, ya que se estableció que golpeó a la joven con piedras hasta que la mató. Actuó con alevosía y ensañamiento.

Franco era albañil y trabajaba en la contru, igual que el padre de Fernanda, Sergio Urzúa.

El condenado llegó a España en 2002 y vivía en el barrio de El Fraile, cerca de donde residía la menor. No era amigo de ella, pero sí la conocía. Arrendaba un departamento en donde vivía con su pareja.

Fue detenido el 1 de agosto de 2007 como sospechoso número uno. En los primeros interrogatorios, el colombiano le cargó el crimen a un compañero de trabajo que es rumano, pero éste se defendió con una coartada perfecta y libró.

Ante las evidencias que juntó la policía española, a Franco no le quedó más que confesar su culpa, con lujo de detalles. Una de las pruebas que encausaron al colombiano fue un piercing de Fernanda encontrado dentro de su camioneta.

En el juicio se supo que el colombiano sentía atracción por la joven, ya que antes del ataque había estado con ella en un cibercafé y la había encontrado tierna y bonita. Sin embargo, declaró que la muchacha no lo tenía obsesionado y que nunca la había acosado.

A. Delgado/C. Godoy

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