Ana González González , la "imprescindible"

A los 93 años falleció Ana González González, símbolo de los DD.HH. que se arrojó a las calles para saber qué ocurrió con su marido, dos de sus hijos y su nuera embarazada, quienes desaparecieron en 1976.

Ana González clausuró el portón de su casa en 1976. Era un símbolo de memoria: no lo abriría hasta saber qué pasó con sus cuatro familiares que fueron capturados entre el 29 y el 30 de abril de ese año por agentes de la dictadura.

La lucha no era sólo alegórica. Hasta su último respiro trajabajó para saber dónde estaban sus hijos Luis Emilio (29) y Manuel Guillermo (22); su nuera Nalvia Rosa Mena, embarazada de tres mes al momento de la detención, y su marido Manuel Recabarren (50). Todos eran militantes comunistas.

Militancia

Ana nació en Toco, una oficina salitrera cercana a Tocopilla, el 27 de julio de 1925. En la década de 1930 se trasladó con su familia a vivir a esta última ciudad. Luego llegó a la casa de una tía en la población Bulnes, de Renca.

A los 17 años entró a estudiar diseño a la Escuela de Artes Aplicadas, donde la invitaron a participar en un reunión de círculo de estudiantes comunistas. Quedó impactada con los ideales del PC, donde militó hasta principios de la década pasada.

En el partido también quedó deslumbrada con Manuel Segundo Recabarren Rojas. "Nos casamos cuando yo tenía menos de 21 años, porque mi papá tuvo que ir a autorizarnos", contó en una entrevista.

La familia participó activamente para que la Unidad Popular no fracasara. Ella y su marido desde en la Junta de Abastecimiento Popular; sus hijos en movimientos sociales. "Toda la familia se entregó por completo al trabajo, cargando camiones, en propaganda, trabajo voluntario, persiguiendo a los tránsfugas del mercado negro", escribió en sus memorias la mujer que fumaba un cigarro tras otro, pese a que tenía problemas para respirar y vivía con un marca pasos.

En los primero años del régimen militar trabajaba en la Empresa Metropolitana de Obras Sanitarias (EMOS), en La Granja. También redactaba panfletos clandestinos contra la junta militar. No era una vida tranquila. Sabía que corría peligro junto a su familia.

Y en la noche del 29 de abril de 1976 comenzó la pesadilla. Cuando regresaban de su trabajo en una imprenta fueron secuestrados sus dos hijos y su nuera. Sólo liberaron a su nieto Luis Emilio, de 2 años, a quien abandonaron cerca de la casa. Su marido desapareció al otro día.

El horror la impulsó hacia una vida impensada: olvidó para siempre las labores del hogar y se arrojó a las calles a buscarlos. Así se convirtió en una de las fundadoras de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y una de sus integrantes de mayor simbolismo.

Sin miedo, Ana denunció públicamente la desaparición de los suyos y no tuvo miedo. Participó en una huelga de hambre en la sede CEPAL y fue representante en diversas instituciones internacionales. Y siempre se manifestó en las calles, incluso cuando necesitó de un bastón y luego de una silla de ruedas para desplazarse.En 2011 estuvo nominada al Premio Nacional de los Derechos Humanos de Chile, que finalmente recayó en Viviana Díaz ,pero dos años antes el Gobierno ya la había homenajeado: la declaró "imprescindible" por su "lucha de toda la vida por una sociedad más justa". Una pelea que acabó en la mañana de ayer, cuando falleció producto de varias enfermedades relacionadas a su edad.

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