Anécdotas olvidadas del Colo Colo campeón de la Libertadores

Hoy se cumplen 22 años de la obtención de la única Copa Libertadores para nuestro país, la que Colo Colo le ganó en la final a Olimpia de Paraguay.

Y si bien la historia recuerda la hazaña deportiva de los albos, también hay espacio para rememorar una serie de anécdotas que acompañaron a la campaña del Cacique.

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La copa se mira... ¡pero no se toca!

A Lizardo Garrido se le cayeron los pelos cuando supo que en la previa a la final, y mientras estaban concentrados en el hotel Sheraton, uno de los funcionarios lo llevó hasta una habitación donde se encontraba guardada la Copa Libertadores. El Chano, cabalero como él solo, no quiso tocar el trofeo y, menos aún, contarle a sus compañeros. Ese día, las horas previas a la final con Olimpia fueron un martirio para Garrido, ya que debió quedarse callado ante sus compañeros y con la angustia de no mufar el título albo.

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El guardián de las cábalas

El Colo Colo campeón de la Libertadores tenía a muchos jugadores cabaleros, sin embargo, uno de ellos, Patricio Yáñez, no estaba ni ahí con las cábalas. Conocedores de esto, sus compañeros convencieron al Pato de que él debía ser el encargado de que cada cábala se cumpliera. "Al final, y sin quererlo, mi cábala fue hacer que los demás cumplieran sus cábalas", rememora el ex delantero del Cacique.

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El sahumerio para acabar con la mufa

En la campaña hacia la final el partido más difícil para Colo Colo fue el que los enfrentó en los octavos de final a Universitario de Lima. Pero más allá del rival, lo que tenía traumados a los jugadores albos era el recuerdo de su tormentosa eliminación del año anterior, y en esta misma fase, ante los brasileños del Vasco da Gama (luego de ir ganando 3-1 les empataron el partido y quedaron eliminados en definición por penales).

Por eso, los jugadores no dudaron en realizar un sahumerio para espantar las malas vibras y poder eliminar a los peruanos con un ajustado 2-1. Quienes, para peor, al llegar a su país vivieron un ninguneo de aquellos, ya que en el hotel donde alojaron pensaron que que los miles de fanáticos que estaban ahí los estaban esperando para felicitarlos por su actuación ante Colo Colo, pero nada más alejado de eso, ya que los jóvenes estaban esperando a los integrantes del grupo mexicano Magneto, uno de los más populares de los noventa.

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Una celebración desgarradora

Era tan tenso el ambiente en la mocha con los peruanos de Universitario que cuando Rubén Espinoza anotó el segundo del Cacique, Raúl Ormeño saltó como enajenado del banco de suplentes a celebrar el tanto. El costo de aquel frenético festejo le costó un desgarro inédito para un futbolista. "Nunca había visto que un jugador se desgarrara por eso", recordó Carlos Velásquez, el paramédico de los albos.

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La panne de Daniel Morón

Otra de las cábalas que habían impuesto los peloteros colocolinos era la de viajar, cada uno, en sus propios autos al Monumental. Y para la final, a Daniel Morón se le murió el tocomocho en pleno trayecto al estadio junto al deté Mirko Jozic. "Yo era quien llevaba siempre a Mirko, así es que cuando él vio que nos habíamos quedado en panne se bajó inmediatamente a empujar el auto junto a unos tipos que iban delante nuestro en un camión y que apenas nos vieron se bajaron a ayudarnos", rememora el Loro.

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La historia del Batman y el Robin colocolinos

Siguiendo con las tradiciones que se mantuvieron a lo largo de toda la campaña del Cacique en la copa del '91, hay una que involucra a los argentinos Marcelo Barticciotto y Daniel Morón. Los blondos peloteros albos no dejaban escapar ni una sola noche de las concentraciones del equipo para escabullirse en cada una de las habitaciones de sus compañeros y lanzarse encima de ellos para cantarles el tema de la sesentera serie "Batman y Robin".

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La promesa de Rubén Martínez

En las horas previas al partido de vuelta ante Boca Juniors Rubén Martínez se convirtió en el pitoniso oficial del Cacique. Esto, porque luego de hablar con Mirko Jozic le dijo que no estaba para nada inquieto y que no se preocupara del partido (los albos habían perdido 1-0 en la ida) porque "hoy los vacunamos y yo hago dos goles", los cuales celebraría moviendo sus brazos de arriba hacia abajo. Dicho y hecho, porque en el 3-1 sobre Boca, el zurdo se matriculó con dos de las tres pepas.

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Con el apagón qué cosas suceden

El nerviosismo hacía nata entre los colocolinos en la previa al partido de vuelta ante Boca Juniors. Y como Mirko Jozic tenía claro que debía relajar a sus jugadores, al bajar hasta el subterráneo del Hotel Sheraton, donde el croata dio la charla previa al partido, apagó las luces, esperó unos segundos y a viva voz le dijo a sus jugadores "Colo Colo es grande, pero si ganamos haremos una historia más grande". Después de eso, las risas nerviosas desaparecen y los futbolistas llegan menos tensos al mocha con los argentinos.

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Nadie mira, habla ni toca las ropas de Morón

Daniel Morón era, por lejos, el más cabalero de todos los integrantes del plantel campeón de la Libertadores. Algo que quedó demostrado en varios detalles como el de lavar cada uno los equipos que usó en los partidos de la copa, ser de los primeros en cambiarse apenas llegaban al estadio y no aguantar que nadie le hablara en la previa a los partidos. "Mis equipos jamás estuvieron en la utilería del club porque yo me los llevaba para lavarlos en mi casa", contó el Loro.

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No sacó nada de su bolso en todo el año

Otro de los referentes de aquel Colo Colo campeón, Jaime Pizarro, era un cabalero de tomo y lomo. Y es que el capitán albo no sacó nada de su bolso aquel 1991. "Siempre ocupaba las mismas cosas en mi bolso, incluso lo que quedaba en los bolsillos nunca lo saqué durante el año", recuerda Pizarro, quien además se mantuvo siempre en el mismo lugar al tomarse la tradicional foto del equipo antes de jugar los partidos.

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El camarín arácnido

Hasta finales de los noventa las artimañas que usaban algunos equipos fuera de la cancha era algo normal. Por eso no extrañó que en la primera definición ante Olimpia el que los utileros albos hayan recibido las llaves del camarín con más de 45 minutos de retraso y que ese lugar estuviera lleno de arañas, no le llamó mucho la atención a los preparadores del Cacique. Tal como rememora el utilero Hernán Romero. "Nos encontramos con un camarín lleno de arañas, las cuales sacamos antes que llegaran los jugadores".

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La carta de Barticciotto

Otro momento inolvidable en la campaña hacia el título lo protagonizó Marcelo Barticciotto y la carta que le dejó a sus compañeros en la previa a la final. La emotiva misiva tocó la fibra de varios jugadores, quienes entendieron que efectivamente estaban frente a la única posibilidad que tenían en sus vidas de ganar la Libertadores. "Lo que yo grafiqué en aquella carta fue lo que pasaba en esos momentos. Iba a ser muy difícil que en otro momento de nuestra vida tuviéramos una oportunidad como esa y al final no la tuvimos porque jamás jugamos otra final de la copa", confesó el Barti.

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Carabineros solidarios con el Coca Mendoza

Uno de los que más se la sufrió en la final fue Gabriel Mendoza. Y es que el Coca, una de las figuras de aquel equipo, se lesionó de gravedad recién iniciado el partido final con Olimpia, debiendo ser trasladado a la clínica para tratar su lesión. Una vez puesta la férula en su brazo derecho y junto al kinesiólogo del club, Joaquín Toro, el Coca se fue raudo de regreso al Monumental, donde la gente ya se estaba retirando tras la histórica victoria. "Carabineros no dejaba entrar al estadio por la congestión que había, pero al darse cuenta de que estaba Gabriel en nuestro vehículo ellos mismos nos abrieron camino para que Gabriel pudiese llegar al estadio a besar la copa", sapeó Toro.

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Ni ahí con la mufa de besar antes la copa

Si el Chano Garrido no quiso saber nada de mirar ni besar la copa antes de jugar la final con Olimpia, el paramédico de los albos, Carlos Velásquez, se dio el gustito de acariciar y besar el trofeo antes de la mocha con los paraguayos. "Me encuentro con la famosa Copa Libertadores en el hall central del hotel Sheraton y no me aguanté. Le dí un beso a la copa y le dije aunque mi mujer se enoje esta noche vas a ser mía", contó Velásquez.

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