Antuco: a 10 años de la fatídica ''Marcha Blanca''

Pesadillas, insoportables dolores a los huesos, abandono y la estigmatización de las personas por ser parte del grupo que inició el 18 de mayo de 2005 la marcha hacia el volcán Antuco, con fatídicas consecuencias, son parte de las cosas con las que tienen que convivir día a día quienes se enfrentaron a la muerte y salieron con vida.

El recuerdo de esa jornada quedará marcado a fuego en la mente de los sobrevivientes, sus familias y las de las víctimas. Fueron 44 reclutas y un sargento segundo los que murieron en la trágica marcha de 25 kilómetros, producto de una tormenta de nieve en los faldeos del macizo.  Las malas decisiones de los superiores del batallón de conscriptos que hacían su servicio militar en el Ejército de Chile (foto secundaria), provocaron que la mayoría de los jóvenes se enfrentara cara a cara con una ventisca de  35 grados bajo cero.

A diez años de ese terrible hecho, ayer se  volvieron a reunir para participar de un homenaje en el regimiento Nº 17 en Los Ángeles.

A un día de la fecha histórica, los ex conscriptos realizaron un homenaje a los caídos con una caminata al volcán, desde el refugio de la Universidad de Concepción hacia el refugio La Cortina.

La conmemoración mantiene viva una situación  que los marcó para toda la vida y que revivieron para el diario pop tres de los sobrevivientes.

Óscar Jélvez: “Estuve a un año de terminar enfermería, pero por lo que me pasó tuve que congelar” 

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Óscar Jélvez tenía 18 años cuando comenzó la marcha de 25 kilómetros hacia el volcán Antuco. Un recorrido que lo enfrentaría al terrible “viento blanco”, a la muerte y la pérdida de muchos compañeros. Diez años después, aún tiene recuerdos y pesadillas sobre ese fatídico día.

“Estuve a punto de morir. Te choca igual. Es algo que nunca voy a olvidar y cuando se acerca la fecha se te abren cosas que recuerdas. Me despierto más en las noches. Sueño con el tema”, afirmó a La Cuarta.

Hoy tiene 29 años, es padre soltero de Martín, de 4 años, y Paola, de cinco meses. El hombre sintió que era el momento de hacer un homenaje a sus compañeros. Lo hizo de la única forma que pensó era la correcta: yendo al mismo lugar de la tragedia. “Ayer subimos con varios de los sobrevivientes. Algunos iban por primera vez. Se conversó el tema en varias reuniones, en el grupo de Whatsapp que tenemos y decidimos hacerlo en su memoria. El recorrido que se hizo fue el del refugio de la Universidad de Concepción y La Cortina, que fue lo que nos salvó. Fue fuerte. Aunque lo suba mil veces, los recuerdos siempre van a estar”, contó.

Lo sucedido en Antuco lo dejó con  estrés postraumático durante un año. “No le encontraba sentido a la vida. No sabía por qué estaba vivo. Luego, gracias a mi familia e hijos cambié. Igual, siempre cuando estoy en problema les pido una manito a los chicos. Doy gracias a Dios y les pido a mis compañeros que me apoyen. Sé que lo hacen”, señaló.

Óscar vive en Los Ángeles y relató que por lo mismo que le ocurrió, no ha sido fácil estabilizarse. “Estaba estudiando enfermería, me faltaba un año y me dijeron que no podía seguir, porque había tenido estrés postraumático. Como iba a ver gente morir, querían prevenir que tuviera una mala reacción. Por eso, congelé mi carrera. Me puse a trabajar como maestro carpintero, pero ahora estoy sin pega”.

Él fue uno de los 20 soldados que recibieron 10 palos de indemnización, otros nueve recibieron 20 millones, y con ese dinero se compró un terreno para hacer una casa.

A la hora de hablar de Cereceda es claro: “Él no fue el único culpable. Si pudiera darle un mensaje sería que espero que esté bien y que nunca le voy a echar la culpa. Lo comprendo”.

Jélvez, junto al resto de los sobrevivientes de la tragedia de Antuco, estuvo ayer en la ceremonia del regimiento Nº 17 de Los Ángeles.

“Nosotros más que compañeros nos transformamos en hermanos luego de lo que nos pasó en Antuco. Lo que vivimos es algo que nos marcó para toda la vida”, concluyó.

La vida de Patricio Cereceda

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Tres años y nueve meses  en el penal Punta Peuco pasó el mayor (r) Patricio Cereceda Truan, el único de los tres militares condenados que estuvo a la sombra.

El ex comandante del Regimiento de Los Ángeles fue condenado a cinco años y un día de presidio, en enero de 2008, por el cuasidelito de homicidio de 44 conscriptos y un suboficial. Fue él quien dio la orden en la marcha que terminó con sus subalternos congelados por el “viento blanco”.

“Soy designado para ser comandante de batallón y quien me designa es el comandante en jefe. Si se habla de una falta de criterio, de una falta de capacidad profesional, eso te lleva a pensar y a sacar tus propias conclusiones, sobre cuál fue la capacidad profesional y el criterio para designarme a mí, que yo soy un descriteriado y con falta de capacidad profesional para desempeñarme en ese puesto”,  dijo en una entrevista a un programa de tevé en 2006.

Cereceda apuntaba a Juan Emilio Cheyre, ex comandante en Jefe del Ejército, sobre quien no recayó ninguna responsabilidad penal por la tragedia.

La vida de Cereceda dio un vuelco radical. En noviembre de 2005 fue dado de baja, tras 23 años de carrera militar. Se separó de su mujer y madre de sus tres hijos, y ahora estaría viviendo con un familiar en La Reina.

Recibe una pensión del Ejército cercana a las 500 lucas y creó una empresa que importa y distribuye productos médicos, óptica y contactología.

Cada 18 de mayo Cereceda asiste una misa en el sector oriente en memoria de los caídos. “Es la forma en la que se hace presente”, dicen sus cercanos.

Luis Peña: “Me siento abandonado”

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Luis Peña (29) se ofreció de voluntario junto a los soldados Reyes y Escobar para subir a Antuco. “Era mi última campaña con la compañía como morteros. Lamentablemente, sólo yo sobreviví”, contó a La Cuarta.

Ese día le tocó enterrar a cinco compañeros, dejarlos tirados mientras suplicaban por su vida. “Me gritaban, me pedían ayuda. Suena cruel, pero eran ellos o yo. Las horas se hicieron eternas. Aunque han pasado diez años, siempre quedé con la sensación de que pude hacer algo más. Es fuerte para uno decidir quién muere o no, es una mochila que llevo hasta ahora”, reveló.

Peña no sufrió estrés postraumático, pero hasta hoy tiene  terribles dolores que a veces le hacen imposible levantarse de su cama: “Tengo dolores de hueso y musculares en las rodillas, codos, dedos y cabeza. En especial en invierno”.

El sobreviviente de Antuco, que tiene una hija de nueve años,  ahora labura como vigilante privado en Ferrocarriles del Estado en San Rosendo. “Estoy ahí hace dos años. Eso sí, jamás comenté que era uno de los de la tragedia. A muchos los han estigmatizado de locos por ese hecho”, relató.

Además, contó que “no he recibido nada de indemnización. Me siento completamente abandonado. Se dijeron muchas cosas y todo quedó en nada”.

Al hablar del mayor Patricio Cereceda, Luis sindica a otro como responsable: “Para mí la culpa la tuvo (el comandante) Luis Pineda”.

Peña asistió ayer por primera vez al homenaje de los 44 conscriptos y un suboficial fallecidos en Los Ángeles. Antes de subir nos dijo: “Será un momento importante. Me desligué totalmente y hace poco empecé de nuevo a conversar con los que estuvimos ahí”.

Jabiel Cea: “Sólo pido que nos ayuden con el tema de la salud”

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Jabiel Cea subió por primera vez a hacer la ruta que terminó con la vida de 44 conscriptos y un suboficial. Lo hizo ayer, junto a un grupo de sobrevivientes. Aunque han pasado diez años, señaló que “sanar lo que pasó arriba es complicado. El recuerdo sigue, siempre me acuerdo de ellos”.

No sólo las memorias son dolorosas. Para él, tras lo ocurrido, comenzó otra batalla. Una contra las dolencias físicas: “Varios tenemos problemas a las rodillas. Yo sufrí una fractura en esa zona y desde entonces tengo mucho dolor”, contó.

Padre de dos pequeñas, de seis años y una de meses, relató que ha sufrido la estigmatización por ser parte de Antuco. “Prefiero no decir nada. La gente te mira diferente”, dijo.

Con la demanda grupal recibió diez millones y se construyó una casa. Ahora, labura como guardia de seguridad en un casino en Los Ángeles. “En estos momentos estoy con licencia, por estrés”, aseveró.

Por último, hizo un llamado a las autoridades: “Se prometió mucho y no hicieron nada. Sólo pido que nos ayuden en el tema de la salud”.

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