El jugador, que prefirió mantener su nombre en reserva y más tarde rechazó la oferta para alojarse en el hotel 5 estrellas de la propiedad, consiguió una Escalera Real y sorprendió a todos los presentes. Tras una corta celebración, dicen, cobró el dinero y se marchó junto a su acompañante. Alcanzó a comentar que pagará deudas y viajará al extranjero.
¿Cómo habrá sido la cara que puso ese hombre cuando advirtió que su apuesta inicial, apenas 20 mil pesos, en cuestión de segundos pasó a ser una pequeña fortuna de 171 millones?
Como él mismo solicitó a las autoridades del casino, no existe mucha información sobre lo que ocurrió esa noche. Se sabe lo justo y lo necesario. Pero uno lo puede imaginar.
Puede imaginar que hubo una sonrisa entusiasmada, alguno que otro grito para liberar el goce que encerraba, el festejo con su acompañante y, por supuesto, algo de descontrol, aunque eso ya probablemente en otro sitio y formará parte de otra historia. Antes, eso sí, también se puede imaginar, hubo un instante de duda. En concreto, una mueca de duda. En los labios, en el cruce de miradas con el resto. O que tal vez hubo un gesto de sorpresa, que se llevó las manos a la cara. Que alzó los puños victorioso. Pudo haber también emoción. Un poco de todo.
Como sea, lo cierto es que cual fuera la cara que se le dibujó en ese preciso momento, de seguro serviría para recortarla y hacerla un sticker de WhatsApp. Para él, debió ser el sumun de la alegría. El final feliz de una historia improbable todavía con una serie de misterios por resolver. Por ejemplo, quién era él, el afortunado.
Ninguno de los trabajadores que esa noche estaban en el Casino Monticello lo conocía. En este ambiente, dicen, es fácil recordar los rostros: suelen repetirse con más o menos frecuencia. Pero con el suyo no había caso. “No había sido visto anteriormente en la sala de juegos”, se confirmó luego a los medios. Por eso les sorprendió todo lo que vino después, apenas unos minutos más tarde. ¿Habrá sido por cuestión del azar, la denominada suerte de principiante que acompaña a unos pocos tocados, o derechamente el tipo sabía lo que hacía y tenía experiencia?
En resumidas cuentas, ingresó al recinto con su acompañante y, sin pensarlo demasiado, emprendió el rumbo hasta las mesas dispuestas para jugar póker. Como demandó el protagonista de la película, no hay muchos más detalles, de modo que no se sabe exactamente cuál fue la cifra que decidió apostar. El casino, cuando informó la buena nueva, lo redondeó en 20 mil pesos. Pero aparentemente fue un poco menos.
De lo que sí se tiene certeza es que el hombre concretó la mano mejor clasificada y menos frecuente del juego: la codiciada Escalera Real. Es decir, consiguió la combinación de las cinco cartas de mayor valor consecutivas —el As, la K, la Q, la J y el 10—, esa que suele aparecer, cada tanto, en las películas para favorecer al héroe de turno y que lejos de las ficciones, en el mundo real, tiene una probabilidad que no supera el 0,0002%. Para poner en contexto, se estima que en 89 años de vida uno podría ver apenas una vez una de estas manos.
Entonces, los casi 20 mil pesos iniciales se multiplicaron por una cifra que seguramente el hombre nunca tuvo entre sus planes: más de ocho mil quinientas veces. Así, el total de su premio alcanzó los $171.141.452. Se trata del monto más alto entregado por la entidad en lo que va del 2022.
“El jugador y su acompañante reaccionaron con mucha alegría”, comunicaron desde el establecimiento. Obvio, como para no estarlo. Aparentemente el hombre, además, les comentó estar muy contento con el premio. Con esa cantidad dijo que podría encarar algunas deudas y, también, concretar un viaje al extranjero que planeaba desde hace algún tiempo.
El casino, más tarde, dejó entrever algo de nerviosismo por parte del jugador. De entrada, les pidió mantener su nombre en reserva. Pero no sólo eso: luego rechazó el ofrecimiento que le extendieron para pasar la noche en el hotel que pertenece a la propiedad. Es más, abandonó el recinto al poco andar. “Tras cobrar su dinero —mediante un cheque, atendiendo a su solicitud—, se retiró rápidamente con mucha alegría”, precisaron.
Monticello es considerado el centro de entretención más grande del país. Como integrante de la cadena Dreams, ofrece a sus visitantes una interesante oferta gastronómica, de espectáculos y juegos desde que fue inaugurado los primeros días de octubre de 2008. Y claro, dentro de sus principales atracciones está la sala de juegos, el Gran Arena Monticello, ideado para unas cuatro mil personas y que cuenta con diez restaurantes de primer nivel, hotel 5 estrellas y spa, entre otras comodidades.
Desde el recinto suelen destacar que se trata de un lugar “donde los sueños muchas veces se cumplen”. Eso dijeron, sin ir más lejos, el pasado mes de febrero, cuando sortearon un Audi Q3 Sportback, de unos 35 millones, que finalmente se llevó un ciudadano oriental residente en Chile. Ahora, tras este nuevo hito, subrayaron que hasta este mes de julio se han repartido más de $300 millones en juegos progresivos solo desde las mesas de juego del casino.
En esa línea su gerente general, Manuel Rojas, sacó pecho: “Somos un casino pagador, Monticello es el casino que entrega más premios en el país y con los mayores montos”.
Y cerró con una suerte de aviso: “Nos alegra que el ganador sea una persona que no asistiera regularmente, lo cual demuestra que la suerte siempre es una puerta que se puede abrir para todos por igual”.