Con esquirlas enterradas en su cuerpo y una fractura expuesta en su rodilla terminó Jorge Ossa Rojas (23), tras manipular un explosivo militar del tipo rocket en la Villa Olímpica, Ñuñoa.
Apenas dos semanas llevaba Jorge como ayudante de gásfiter en las faenas de reconstrucción de los edificios dañados por el teremoto en ese sector.
Según relataron colegas, ayer a las 9 de la mañana estaba trabajando solo en el departamento 101 del block 65, que se encuentra inhabitado, cuando encontró el explosivo.
El rocket era de propiedad de un ex habitante del depa e hijo de un militar (ver recuadro). La tontera era su juguete de chico.
“Como el artefacto no era parte de la faena. Jorge debió pensar que era basura, llegó y lo tiró”, contó Marcelo Aravena, compañero de labores de la víctima.
El aparato cayó justo de la forma en que, según los expertos, detona un rocket: vertical y de punta.
“Los trabajadores de la faena habían encontrado el explosivo hace 20 días y, desconociendo su origen, no habrían denunciado el hecho y hasta habrían jugado con él”, explicó el coronel de Carabineros, Jorge Bohle.
“Tenemos antecedentes de que incluso lo habrían pateado y no habría explotado. Lamentablemente este joven lo hizo caer como caen los rocket”, agregó el coronel.
El artefacto, que es de color verde y estaba oxidado, sería de origen militar e incluso, según Bohle, algunos jornaleros habrían distinguido una estrella roja en su pintura.
Jorge Ossa es casado y tiene un hijo pequeño. Según sus cercanos, es responsable y muy trabajador.
“No lo conocíamos hace mucho, pero era muy preocupado por su pega. Después de la explosión, cuando lo estábamos llevando al hospital, rogaba porque no quería que le dieran licencia”, contó su colega.
El joven fue operado en el Hospital del Salvador y hasta la noche de ayer permanecía con riesgo vital.
El fiscal Paul Martinson, de la Fiscalía Oriente, señaló que se están investigando las causas de la explosión y si el artefacto está vinculado al caso Bombas.
APARECE DUEÑO DEL "JUGUETE"
Según indicó el Fiscal Adjunto Paul Martinson, el dueño del rocket identificado como Rodrigo Mallea Pairicán (32) y que se desempeña como camionero, se enteró en la pega del accidente por lo que decidió entregarse.
El compadre reconoció que tenía la bomba desde hace un tiempo, la que fue regalada por un familiar militar y no sabía que aún funcionaba. El sujeto será formalizado por el cuasidelito de lesiones graves y tenencia ilegal de arma de fuego prohibida.