Al entrar a la oficina de Klaus von Storch (53) lo primero que uno ve es una cotota maqueta de una estación espacial. No es lo único que sobresale. En la pared hay un cuadro de él abrazado a Neil Armstrong, el primer ser humano que pisó la Luna, en 1969.
De inmediato uno aterriza y cacha que está frente al primer astronauta chileno. Al piloto de la FACh e ingeniero aeroespacial le brillan los ojos al hablar sobre la Nasa y los viajes al espacio. No lo puede evitar, es su pasión y sueño.
- ¿Cree que algún día podrá viajar al espacio?
- Un astronauta fue a los 77 años. En el fondo, al contrario de lo que uno cree, el cuerpo humano en el espacio tiene más libertades. Si vas por diez días, el cuerpo arriba reacciona bien. Incluso alguien que está parapléjico va a estar espectacular, porque no necesita las piernas arriba para moverse.
- ¿No le da un poco de envidia que civiles paguen por ir al espacio?
- La verdad me parece genial que lo puedan hacer. Yo estaría feliz de poder participar. Creo que, muy a largo plazo, quizás en mil años, la gente va a tener que explorar la posibilidad de vivir fuera de la tierra.
-¿Y no se ha tentado de pegarle un telefonazo a Farkas para que le de una manito con su sueño?
- La verdad es que no, pero me encantaría juntarme con él. Para mí viajar es más un tema de motivación para los niños, ojalá poder despertar un Chino Ríos de la ciencia y tecnología.
- ¿A qué parte del espacio le gustaría llegar?
- Hoy todos los vuelos son a la estación espacial internacional, así que con llegar al espacio me conformo. Obviamente me gustaría llegar a la luna. Por último, que lancen mis cenizas al espacio, si eso se pudiera, obviamente, para que algo llegue por lo menos.
- ¿Qué es lo más cerca que ha estado del espacio?
- Una vez tuve la certeza, una fecha donde yo iba a viajar con los rusos, que fue el 2003. Iba por tres días, pero lamentablemente las gestiones no prosperaron.
- En su tiempo como piloto de la FACh, ¿vio algún OVNI?
-Lamentablemente no. Me encantaría ver. Una vez una persona se nos acercó, cuando estaba en la FACh, y me dijo que se juntaba con extraterrestres. Nos ofreció juntarnos con ellos, partimos al norte de Santiago en la noche, tres de la mañana, pero nunca aparecieron.
- La firme: ¿existe algún archivo secreto de los extraterrestres, tipo Área 51?
- Una vez tuve que ir a un programa de televisión y tuve que hablar de los ovnis. Pedí el archivo secreto de la FACh sobre ese tema y eran un par de páginas de cortes de diarios.
-Usted, en su vida diaria, ¿vive en la luna?
- Ahí le tienes que preguntar a mis amigos. Creo que soy un soñador. Pienso que el ser humano ha demostrado que no hay límite.
-¿Ahora qué hace en materia espacial en Chile?
- Postulamos con un robot a la luna. La idea es que llegue y que saque imágenes de cierto nivel de resolución. También participé en la primera escuela de astronautas para niños, en San Francisco de Mostazal. La idea es incentivar a los niños con la ciencia.
Asiento eyectable le salvó la vida
Klaus von Storch desde cabro soñó con ser astronauta. Hoy, tiene hasta un casco estratosférico en su casa que le recuerda día a día su sueño de viajar al espacio. Pero no es el único elemento que le trae recuerdos. En un lugar de su oficina está un asiento eyectable de un avión.
“Eso me salvó la vida”, confesó. Sucede que en los años noventa, Klaus tuvo un cuático accidente que casi acaba con su vida. “Practicábamos en el estrecho de Magallanes. Éramos cuatro los pilotos en tres aviones. Uno de ellos se encandiló y sentí una explosión”, contó.
Agregó que “traté de eyectarme, pero no lo lograba, hasta que pude. Ahí, me desmayé. Desperté y pensé que estaba en un sueño. Estaba flotando. Fui el único sobreviviente”, relató.
Esa fuerte experiencia lo llevó a instalarlo en su oficina y, cada vez que se siente agobiado, lo mira. “Es un recordatorio. Gracias a eso tengo mis hijos y mi señora”.