El auge de los cazadores de tesoros

De una decena de detectoristas de metales que había hace una década, hoy más de tres mil personas a lo largo de todo Chile buscan objetos de valor en las playas, plazas y parques.

Nelson Lepe tiene 57 años y hace 34 volvió de Estados Unidos, luego de pasar dos años en Maryland acompañando a su papá. De ese viaje se trajo un pasatiempo que lo convirtió en un pionero en Chile, porque entonces nadie en el país se dedicaba a buscar tesoros enterrados con detectores de metales.

"Me compré un equipito básico, me motivé y, como tengo conocimiento de electrónica, después empecé a fabricar equipos de detección de metales y a venderlos", señala.

Según Nelson, hace cinco años el asunto se masificó y pasó de algunas decenas de detectoristas a un par de miles esparcidos por todo el país, quienes -afirma- en su mayoría son hombres de entre 25 y 35 años.

Pedro Correa también conoció los detectores de metales en EE.UU. Fue hace diez años cuando vivía allá y de vuelta en Chile comenzó a importarlos de ese país, Turquía y Australia.

El emprendedor contó que "alguien que desee partir podría hacerlo con uno bien básico, que valen desde los 80 mil pesos, y después van subiendo en categoría dependiendo de las características del detector, porque hay para bucear, para buscar sólo pepitas de oro, y para playa, campos y plazas".

"Un equipo para alguien experimentado para oro cuesta unos seis millones de pesos. Hay otros para usar como hobbie que llegan hasta $1.700.000. También hay busca tesoros que penetran un metro o dos de profundidad y que valen unos 10 millones", explica.

En otros países se han reportado descubrimientos importantes hechos con estos aparatos, como un grupo de detectoristas que encontró en Inglaterra 70 mil monedas celtas y romanas avaluadas en 10 millones de dólares, pero en Chile no hay casos conocidos. Según los rastreadores se debe a que nuestra legislación destina para el Estado más del 80% del valor de tesoro, mientras que en Inglaterra no pasa del 15%.

"Lo importante es que si encuentras algo arqueológico o de interés histórico hay que declararlo, pero si encontraste una moneda del año 1800, o un anillo antiguo, déjatelo, eso no es un delito", señala Pedro.

Nelson agrega que no hay lugares en Chile prohibidos para la búsqueda, salvo los sitios privados, y recordó que una vez el concesionario de una playa intentó correrlo, pero como la ley estaba de su lado lo invitó a llamar a los Carabineros y siguió buscando.

"Nosotros tenemos un reglamento para detectar en las plazas, porque (la profundidad de la onda del detector) no llega a más de 25 centímetros y hacemos un pequeño hoyo y lo tenemos que tapar, o de lo contrario estaríamos haciendo un daño", agrega Pedro.

Eso mismo hacen cuando los seguidores del Facebook de Pedro se reúnen dos veces al año en un parque de Santiago para compartir experiencias, participar de concursos y peinar el sector con autorización de la administración del lugar, como lo realizaron la última vez en la Quinta Normal.

Monedas

Mario Peñaloza trabaja en la construcción. Relata que "cuando chico tenía el sueño de buscar tesoros, siempre me llamó la atención y un día empecé a ver videos sobre detección, hasta que un día me compré la máquina y empecé a buscar".

El santiaguino lleva cinco años con su hobbie y explica que "me relaja y saca del mundo, me revoluciona, es una emoción constante, sobre todo cuando te sale algo bueno, como una joya".

"Salgo a las plazas, a los parques y las playas del litoral central, busco lugares que tengan afluencia de público donde pase harta gente, porque siempre se les caen monedas y no falta a quien se le caigan anillos y aros", cuenta.

Mario detecta temprano, como a las seis de la mañana, apenas sale el sol, y en la tarde, poco antes del ocaso. "En Santiago es bueno el Parque Forestal, el O'Higgins, el Bicentenario, hay hartos lugares", dice.

"Mi detector me costó 280 lucas y 140 uno de bolsillo. A veces en un día de suerte me encuentro anillos de plata, aritos de oro, y 20, 40 lucas en monedas. En una plaza en 30 día saque 150 lucas en monedas. Me entusiasma, y me hace feliz", concluye.

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