Una verdadera fortaleza a la que no le entran balas, es en lo que se convirtió la casa de don Héctor García Pérez, de 67 años, luego que las autoridades escucharan las quejas de él y sus vecinos de la villa Los Jardines II, por las continuas balaceras de las que son blanco hasta el día de hoy en el sector contiguo a La Legua Emergencia de la comuna de San Joaquín.
"Soy nacido y criado acá en La Legua, los conozco a todos y ellos me conocen, así que esto no se trata de discriminación, solo se trata de proteger a nuestras familias. En mi caso vivo con mi señora, mis tres hijos y tres nietos, además de mis tres perritos, y era un sufrimiento cada vez que caía la noche ya que en más de una ocasión tuvimos que dormir en el suelo por culpa de las balas locas. Ahora podré dormir en mi cama tranquilo", señaló a La Cuarta este mecánico industrial.
Se trata de una intervención, a 22 viviendas ubicadas en calle Mataveri, entre el Serviu Metropolitano y la municipalidad de San Joaquín, quienes a fines del año pasado comenzaron a derribar los muros que separan la villa donde vive García y la popular población para abrir los pasajes y terminar con las "bocas de lobos" que se formaban por culpa de las bandas de narcotraficantes. Hasta el momento han abierto dos pasajes, y les quedan otros cinco.
Prueba de fuego
Según los habitantes del sector, los trabajos de blindaje terminaron la semana pasada, y desde la primera noche los delincuentes empezaron a probar puntería con sus casitas.
"Ayer en la tarde (miércoles) recibí una ráfaga de varios tiros en el segundo piso, por suerte las protecciones funcionaron. Ahora solo pido que no saquen los muros (de 5 metros de altura) ya que es una barrera contra las balaceras", contó don Tito.
Entre las características del blindaje está un portón de acero de 5 milímetros de grosor en la fachada de la propiedad, además de muros de concreto de 25 centímetros de ancho. Mientras que en el segundo piso las ventanas de las habitaciones tienen protecciones de acero de 4 mm. al igual que sus bordes.
Era mucho más tranquilo, jugábamos todo el día y toda la noche a la pelota, hacíamos fiestas bailables en los pasajes hasta tarde y lo pasábamos muy bien. Yo jugaba a la pelota y nunca me ganó un arquero. Me decían El Alemán.
- ¿Cuándo se pudrió todo? Eso fue a fines de los '60 y principios de los '70. Ahí llegó la droga y se armaron las balaceras, sin embargo la vez que esto estuvo muy pero muy mal fue en marzo del año pasado, era pan de todos los días las balaceras y nuestras casas y familias lo pasaban mal y prácticamente ni salían a la calle por temor a las balas. Ahora se ha calmado un poco la cosa.
- ¿Cuál cree que es la solución? Darle oportunidades a la gente, ya que muchos se meten a vender droga por necesidad ya que no pillan pega, y los que tienen trabajo son mal remuneradas.
Don Tito, quien en sus ratos libres es caddie de golf, ahora trabaja en cambiarle las ruedas al poderoso portón, "son muy chicas y cuesta un poco a la hora de moverlo".