Solo dos horas y media habían pasado desde que los cuatro integrantes de la familia de Andrés Sepúlveda habían salido de su casa en calle Hornopirén, en Puerto Montt, cuando una avioneta se precipitó sobre su vivienda.

"Fue terrible, lamentable, aún no lo puedo creer. Lo más importante, sin embargo, es que nadie de mi familia se encontraba ahí a la hora del accidente. Todos estaban trabajando o estudiando; el resto de las cosas que se perdieron son solo materiales y se pueden recuperar", contó Sepúlveda a La Cuarta, ya más aliviado tras conocer la suerte de él, su señora y sus dos hijas.

El hecho afectó a una aeronave modelo Britten-Norman Islander, la que llevaba cinco pasajeros desde el aeródromo La Paloma hasta Ayacara en Chaitén, en la Región de Los Lagos. A los pocos minutos de despegar cayó sobre la vivienda, provocando la tragedia.

En el lugar fallecieron el piloto Raimundo Montero y los pasajeros Cecilia Méndez, Erico Oyarzo, Leonel Soto, Gonzalo Navarro y José Vidal, los cuatro últimos trabajadores de la empresa salmonera Camanchaca.

Y una mujer que pasaba por el lugar resultó con sus piernas fracturadas, siendo trasladada al Hospital Regional de Puerto Montt.

El buzo que se salvó de milagro

El caso de Daniel Aguilar es digno de contar, ya que minutos antes le cambiarn el vuelo. Incluso tenía su pasaje comprado para ir a Chaitén a trabajar como buzo.

"Siempre dejo mi vida en las manos de Dios, aunque le he fallado mil veces. Siento un tremendo nudo en mi corazón, que ni siquiera puedo hablar. Hoy tenía vuelo a Ayacara, a la misma hora y en la misma línea. Debía ir yo ahí en esa avioneta, pero Dios me cambió mi vuelo", contó Aguilar.

De acuerdo a información climática, el cielo estaba despejado a la hora del accidente y no corrían fuertes vientos, por lo que, de acuerdo a los especialistas, estaban las condiciones ideales para volar.

Se presume una falla mecánica, pero será la investigación de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) la que determine las causas exactas.