Barra de Torres de Bilbao temen ser eternos peatones

El 27 de febrero la tierra se sacudió el traste y dejó 58 tocomochos aplastados como cucaracha en las Torres de Bilbao, en Provi. Los desafortunados dueños que no atinaron a contratar un seguro capaz de cubrir ataques alienígenas, se quedaron con latas y espejos retrovisores para ir a la pega, sólo si logran sacar ese enorme pisapapeles sobre los autos.

Autos, furgones, taxis y camiones fueron algunos de los que ascendieron a los cielos motorizados, sin posibilidad de ser recuperados. Según los vecinos, la administración dejó el asunto de los vehículos en "pérdida total" y no hay quién se responsabilice de los daños y la mansaca que habría significado que algún avispadito hubiera circulado bajo esa plataforma en la madrugada del guaracazo.

Rodolfo Díaz (48) es uno de los más quemados. Este padre de cinco retoños vive hace veinte años en la torre 5 y el chancacazo, por suerte, no cobró vidas en su familia. Lo que sí se llevó el terremoto fue su autito y el camión con el que reparte quesos, su fuente laboral. "Lo peor es que aún estoy pagando el camión, lo tuve que comprar porque me robaron el anterior. Tengo muy mala suerte", dice Díaz, riéndose de su tragedia.

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