La cara de extrañeza cuando veíamos a nuestros padres o abuelos llegar con un cucurucho de papel de diario en una mano, y fuego en la otra, cuando teníamos un dolor de oído, es algo inolvidable, y no pasaba sólo en nuestra casa, sino que es prácticamente una tradición común en cada uno de los hogares que se precien de ser chilenos.
Pero como buena parte del patrimonio intangible, todo se va quedando en una tradición oral que, tarde o temprano, queda destinada a desaparecer o convertirse en un vago recuerdo, casi fabulesco.
De eso se dio cuenta Karin Pipa, ilustradora y arquitecto nacional, quien se puso manos a la obra para recopilar todo el material existente sobre estas soluciones caseras a ciertas dolencias, para luego crear piezas gráficas que dieran vida tangible a estas prácticas.
Fue así como la artista dio vida a "Santo Remedio", su segundo libro de ilustraciones, que le sigue al ya exitoso "Dichos Chilenos Ilustrados".
"Este libro va muy de la mano con mi primer trabajo, porque como además soy arquitecto, me interesa mucho el rescate y la difusión del patrimonio. En este caso, tanto en el de los dichos, como en el de los santos remedios, un patrimonio inmaterial, y me pareció que a través de ilustraciones era la mejor manera para conservarlo", explica Karin.
El libro, que tiene fecha de salida al mercado para el 10 de julio, significó todo un proceso de exploración para su autora. "Aunque son cosas que todos hemos visto desde que somos pequeños, siempre es bueno refrescar el contenido. Además, me apoyé en otros ilustradores latinoamericanos, para hacer una idea un poco más global del asunto, y me llevé una gran sorpresa: los 'santos remedios' son prácticamente los mismos, como que es un patrimonio compartido", revela.
Las cosas claras
En los tiempos donde los "haters" se alimentan con cualquier traspié o dejo de error, es bueno esclarecer ciertas cosas. "En las primeras páginas del libro, queda establecido que estos sólo son remedios caseros, y que todos sabemos de su existencia y aplicación, pero que por ningún motivo reemplazan a un tratamiento médico o a alguna medicina", avisa Pipa.
Y como su afán es justamente hacer un aporte patrimonial y no entregar una guía médica ni nada por el estilo, la ilustradora cuenta que "tengo varios amigos doctores y ninguno me ha tirado las orejas o me ha llamado la atención por el libro, ellos son conscientes de que esto es algo que la gente hace y seguirá haciendo. Es súper normal que, antes de ir al doctor, probemos primero con algo casero", reconoce Karin.
Su trabajo, que ya la ha llevado incluso a mostrar sus piezas en otros países, es muy valorado no sólo por el público general, como ella misma lo reconoce cuando asume que "desde jóvenes de 20 años, hasta abuelitos, de todas las edades hay personas que se identifican con lo que hago", pues también hay docentes que le prenden velas por la manera en la que entrega y difunde estas costumbres tan arraigadas en nuestro ADN.
Ante estas loas, Pipa se siente muy retribuida. "Muchos profesores se me han acercado para decirme que mis ilustraciones les son muy útiles, ya que les sirven para acercan a los alumnos a estos contenidos, los que se pueden digerir de una manera mucho más didáctica", cuenta.