Burro puntudo se metió a la ducha en el Chaguito

Mucho más que los 28 puntos con que sufren en la tabla del año, que los tienen con el tubo de escape a punto de tapárseles con las llamas del infierno potreril, lo que realmente les preocupa a los jugadores del Chago, hoy por hoy, es Luis Miguel.

En la apacible parcela que tienen en el centro de entrenamientos San Luis Norte, de Quilicura, los micreros día tras día conviven con la puntiaguda humanidad del burro-símbolo que llegó a la fama en la quiebra del Bulla y que, como recuerda Lucho Faúndez, "venía con el terreno cuando llegamos nosotros acá, así que es propiedad de Santiago Morning".

Hasta ahí ningún problema. Todo lo contrario. "Varios jugadores son amantes de los animales, como Sergio (Comba) y Washington Torres", dice el administrador del oasis, Jorge Inostroza, así que la bestia superdotada, se puede decir, vive en un paraíso lleno de cariño.

Pero los problemas comenzaron cuando a Luis Miguel se le paró su instinto futbolístico y, de a poco, fue entrometiéndose en la rutina pelotera. "La primera vez se apareció en el camarín, cuando (Juan Antonio) Pizzi estaba en medio de una charla. Como él era muy caballero, sólo dijo 'por favor, sáquenme este burro' y la cosa no pasó a mayores", recuerda Inostroza, que sabe que cuando al borrico se pone duro, no hay caso.

Con Fernando Díaz la historia se repitió varias veces y siempre el pasao pa'la punta, y vaya qué punta, aparecía en los momentos más cuáticos. De hecho, "con el Clavito, ahora, se han detenido varios entrenamientos, porque el Luis Miguel llega y se mete a la cancha, como si fuera un jugador más", cuenta el hombre que también cuida los pollos que habitan en el Edén que tienen los bohemios.

Aunque lo verdaderamente brígido se vivió al comienzo de este campeonato, cuando Pancho Arrué recuerda, medio en talla, medio tembleque aún, que el cuadrúpedo que no tiene nada que envidiarle a Fabricio se metió al camarín, después de una práctica, cuando el plantel estaba como Diosito lo echó al mundo, entregándose a una suave y reponedora ducha.

"Todos estábamos listos para bañarnos cuando entró el burro", recordó el Pancho Arrué, que no se olvida ni del jabón que usó ese día ni de la tamaña personalidad del asno, porque el volante venía recién llegando al club. Joel Reyes también quedó traumado con el encuentro cercano. "Es medio incómodo tener a un burro dentro del camarín, aunque modestia aparte, algunos le hacemos la collera", se quebró el pelao.

Aunque nadie tuvo que constatar lesiones, el borrico igual se llevó su pencazo, aunque difícil competir con los suyos. Sobre todo, porque en otra ocasión se fue en la volá con la camioneta de Lucho Faúndez, el presi del club y amo de la bestia, a quien le mordió la camioneta. "El burro tiene su genio y si uno no lo saluda, patea los autos", cuenta Justo Farrán, el PF y escudero del Clavito y que cuenta que es mejor ser como San Francisco y amar a los animales, aunque nunca darles la espalda.

CLAVITO CUIDA SU MECHA CORTA

Cuando Clavito Godoy decidió asumir el desafío de dirigir en primera división, su médico de cabecera, el doctor Chapatín, le dijo que tuviera cuidado con las rabietas. "¿Me está tratando de viejo?", le preguntó el Clavito. "Ese es el gomero", le contestó  el especialista.

Lo cierto es que el técnico de 70 años y que está convertido en una estrella de rock al mando del Chaguito tuvo que aprender a controlar su famoso mal genio. "Ahora cuenta hasta diez, y trata de no entrar en peleas con los árbitros, porque él es de mecha corta", nos contó un cercano. Es que hay que cuidar al maestro de la pizarra.

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