El hecho ocurrió el domingo, cuando el uniformado, un cabo segundo de dotación del destacamento de montaña "Arauco" de la ciudad lechera, se fue de copas y terminó caminando por las calles de la ciudad.
El atado es que el militar quiso pasar la mona y para ello ingresó a una casa, ubicada en calle Colbún, en el sector Rahue Alto.
Lo cuático es que ésta no era precisamente la suya, ya que tuvo la mala idea de meterse al hogar que lo cobijó como arrendatario, pero hace dos años, y de la cual aún mantenía las llaves.
Entrando casi punta y codo, debido al estado en que se encontraba, el militar, en una gesta casi heroica, logró subirse a un sillón donde intentó recuperarse de las heridas de guerra que le dejó la jornada de juerga.
A LA JAULA
Según explicó carabineros, el actual arrendatario casi se va de espaldas cuando se encontró con el sujeto durmiendo al interior de su casa, por lo que rápidamente hizo el llamado a los verdes de la Tercera Comisaría para que lo sacaran con viento fresco.
Al ser detenido, el cabo se sinceró y confesó lo que su tufo ya había dejado claro: se curó a tal punto que se equivocó de casa.
Su versión fue corroborada por vecinos, que le prestaron ropa y reconocieron que el socio había vivido hace un tiempo en ese lugar.
"¡No! si a este peladito lo conocemos nosotros", le prestó uniforme el vecino de al frente.
"Éste gallo es conocido acá en el barrio. ¡No es ladrón!", contó otro poblador.
Sin embargo, esto no fue excusa pa' no ser detenido, y puesto a disposición del fiscal Guillermo Cáceres, que lo presentó en el control de detención en el Juzgado de Garantía de Osorno en calidad de imputado por el delito de violación de domicilio.
Las malas lenguas dicen que el peladito le juró a la bandera en posición firme que nunca más se caía al litro y que si se pone a chupar va a pasar las llaves, incluso de sus viviendas.