Camila Hirane: "Siento el impacto del fenómeno Verdades Ocultas en mi vida"

La actriz protagoniza la teleserie más larga de la televisión chilena, que ya lleva 1 año 9 meses al aire en Mega. De su nueva fama y de lo que se viene para su personaje habló con La Cuarta Sábado.

Camila Hirane (33) no pasa desapercibida en la calle. Aunque algunas personas la saludan por su nombre, la gran mayoría sólo la conoce como "Rocío".

Es que la actriz tiene un récord en el país: es parte de "Verdades Ocultas", la teleserie más larga de la televisión chilena.

Su estreno fue el 24 de junio del 2017, transformándose en un ícono de estas producciones. Debido a la extensión de la teleserie, son muchos los actores que ya partieron, mientras que Camila es de las pocas del elenco original que continúa.

La Cuarta conversó con la actriz, quien interpreta a Rocío Verdugo. En un inicio, su personaje buscaba encontrar, junto a su mamá Laura (Marcela Medel), a su hermana perdida (Carmen Zabala), pero de esa historia ya queda poco y nada.

"Cuando un proyecto dura 6 u 8 meses uno tiene un ciclo natural de cansancio, pero cuando te vas alargando el desafío es mantener la claridad de tu trabajo, a pesar del cansancio y de todo, y eso es lo que más cuesta", dijo Hirane.

-¿Te acomoda que sea un proyecto de larga duración?

A nivel de curva dramática pasa algo bien lindo, que es ver cómo el personaje puede ir evolucionando y cómo se va transformando.

-¿A qué te refieres?

A la Rocío la conocimos como la justiciera del pasaje, que era un personaje muy cuadrado, muy moralista, que siempre tenía la razón, muy aguerrida para defender sus principios, pero con lo que le ha ido pasando se le desarmó la vida. Ella se da una vuelta en la vida y repite los patrones que tanto criticó de su mamá, eso es lindo, porque sólo se consigue cuando tienes tiempo para hacer esa curva dramática.

-¿Y eso te pasa?

Sí, porque eso pasa, porque uno repite patrones familiares, pese a que en la juventud los criticas mucho.

-¿Cómo vives la exposición debido al éxito de esta teleserie?

Siento el impacto del fenómeno Verdades Ocultas en mi vida. Me fui de vacaciones 3 semanas y me encontré con personas en Europa que me paraban. No hubo una ciudad en donde alguien no me hablara de la teleserie, la gente ya no sólo te dice Rocío, ahora me tratan por mi nombre.

-¿No te molesta que la gente te hable en la calle?

El rol que ocupamos los actores que estamos en una teleserie exitosa es bien cómodo, es un lugar de cariño, el público es bueno con uno.

-No todos los actores disfrutan de la gente...

Me pongo en el lugar de los actores, pero me acuerdo cuando era chica y me vi en situación de gritarle a un actor. Nunca olvido que una vez en el Alto Las Condes, desde el segundo piso, le grité "¡Pancho Melo!", recuerdo esas cosas, y por eso entiendo lo que le pasa a la gente.

-¿Te agota sufrir tanto con Rocío?

Soy la heroína dramática de la teleserie, que es un melodrama, y tengo claro ese rol, sé que se me viene así, me desconecto cuando tengo que hacerlo.

-¿Nunca te has sentido agobiada?

Antes llegaba a la casa después de 11 horas de grabaciones para ver la teleserie y después estudiaba mis escenas, dormía y me levantaba y era Rocío. Estaba conectada todo el día con la teleserie, pero ahora he ido moderando eso, ahora me desconecto. He ido aprendiendo de este proceso igual.

-¿Y cómo es eso de estar con Matías Oviedo (su pareja)?

Uno no está siempre trabajando con las mismas personas. Con Matías desde que nuestros personajes se divorciaron no lo vi más en el set, me lo toparé una que otra vez, pero estamos totalmente separados, no nos toca grabar juntos. Además no vivimos juntos, es al revés, nos cuesta encontrar momentos.

-¿Qué le faltará por vivir a Rocío en la historia?

Básicamente lo que se le viene a Rocío es cometer los mismos errores que cometió su difunta madre.

-¿En serio?

Rocío está esperando guagüita y el padre es Tomás (Oviedo) y por las circunstancias no es capaz de decir que ese hijo es de él. Imagínate la mansa mentira, perfectamente comparable con la mentira de la mamá y el paradero de la hermana. Es como que te cae el escupo en la cara, como que estamos condenados a caer en lo que criticamos tanto.

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