Capitán González dejó chico a "Duro de Matar"

Le han apuntado con una escopeta en la cara, se ha lanzado a los ríos, tiene un diente quebrado y hace pocos días lo quemaron otra vez con una molotov. Pero al capitán David González (36) no lo para nadie. ¡Es duro de matar!

En sus 18 años en Carabineros, el verde de fierro ha visto 22 veces a la Pelá directamente a los ojos, pero en todas las ocasiones ha salido sólo con rasguños.

En la noche del jueves, el capitán González y su escuadrón verde fueron alertados de barricadas en Av. 5 de Abril, frente al liceo Guillermo Feliú, en Estación Central. "No se veían desórdenes, pero de pronto y entre los matorrales apareció un sujeto encapuchado que lanzó una botella con la mecha prendida al interior del carro", recuerda.

En menos de un segundo, las ropas del cabo Daniel Figueroa ardieron en llamas. Sin dudarlo, González se lanzó sobre su partner y venció al fuego con su propio cuerpo. ¿El resultado? Una quemadura leve en su mano derecha.

"Semanalmente hay situaciones que tienen que ver con barricadas y bombas incendiarias", explica González.

El punto más brígido para los policías de Estación Central es el frontis de la Usach, donde hace tres semanas una molotov acabó con los pantalones, zapatos y hasta los calcetines del capi. Una semana después, un camote le fracturó la cara y le quebró un diente.

Los barreros de Estación Central agradecen tener a González con ellos. Magdalena Madariaga, presidenta de la Junta de Vecinos 15-1, aseguró que las yayas del capitán "nos duelen por el cariño que le tenemos a él como persona y funcionario".

El alcalde Rodrigo Delgado también destaca la calidad humana del defensor. "Siempre ha demostrado una gran vocación de servicio público", sentenció.

A PRUEBA DE TODO

González asegura que su peor encuentro con la muerte fue en Chiguayante el año 2004.

"Una persona nos avisó de un asalto y detuvimos a los tres asaltantes. Pero los vecinos se nos lanzaron para quitarnos a los detenidos. A mis dos acompañantes los apuñalaron y a mí me golpearon en la cara con palos", asegura el héroe.

Ese mismo año frustró el asalto a una panadería en Concepción. El capitán David recuerda que "uno de los delincuentes me apuntó con una escopeta en la cara. Mi compañero le disparó tres tiros para detenerlo".

González cree que su fortaleza está en mantener la mente fría aún en los peores momentos. La noche del terremoto vacacionaba con su esposa y sus hijos de cuatro y 12 años en Isla Negra. Para tranquilizarlos les dijo que trajeran una tabla de surf para aprovechar las olas. "El miedo es natural, pero hay que saber controlarse para darles seguridad a los demás", explica con la sabiduría de un senséi.

Pese a todas las veces que ha vencido a la muerte, el capitán González es humilde y asegura que "cualquier carabinero en mi lugar haría exactamente lo mismo. Los malos no nos van amedrentar".

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