Desde que fue nombrada ministra del Sernam y deslum-bró con un ceñido y cortísimo vestido blanco en la ceremonia de entrega de los "pendrives", a la linda Carolina Schmidt los buches no paran de jotearla. Hiperkinética y ultra embalada con su pega en el Gobierno, sobre todo con su programa chiche "Mujer, levantemos Chile" y el proyecto de extender el postnatal a las mamitas (de 3 a 6 meses), la ministra se da un breve relax para parlar a calzón quitado con el diario pop.
Fue tanta la buena onda de la autoridad que cuenta todito de todo, hasta de su secreto para mantenerse tan joven y regia. Carolina tiene 42 años, tres hijos: Dos chicocas de 13 y 10 años, y el regalón de 9, que le salió fanático de la "U" y cuya foto está en un lugar especial de su amplia oficina en calle Agustinas. "Ése es mi chuncho regalón", dice.
Fue allí mismito donde comenta que lo de ser ministra lo lleva en la sangre, ya que su abuelo Luis Schmidt Quezada fue ministro de Economía durante el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, cuya fotografía luce orgullosa en su oficina. La ministra asegura que las hace todas y que cuando tiene mucha penita, le gusta cantar y tocar la guitarra, sobre todo canciones de Joaquín Sabina.
"Yo soy fanática de la música. Canto mejor de lo que toco, es que le pongo harto empeño. Aunque mis hijos siempre me dicen que baje el volumen (ríe)", bromea. Pero, con quienes más alucina es con Marco Antonio Solís y Américo, al que algún día le gustaría ir a ver a un recital. "Me encanta, lo encuentro entretenido", asegura.
Si se trata de bailoteo, Carolina cuenta que es la primera en salir a sacarle brillo a la pista. "Bailo de todo. Eso sí, me gusta el flamenco, es que ya no estoy en edad para el reggaeton", explica. En lo laboral, tiene un currículo terrible de largo. Fue elegida el 2008 por Mujeres Empresarias como una de las 100 féminas líderes del país. Trabajó en caleta de empresas como Foods (ex Calaf) y diez años en Hush Puppies, donde adquirió su hobby por los zapatos, tanto así, que trajo a Chile la marca Nine West.
-¡Uff! ¿Cuántos zapatos tiene ministra?
-Muchos (ríe). No sé cuántos en realidad, pero mi marido siempre me dice que tengo muchos y que por qué no los regalo. Tengo hartos zapatos viejos. Además yo calzo 36 y medio y siempre me quedo con los del stock.
-¿Es muy pretenciosa?
-Mire, no soy de mucho maquillaje. Eso sí me gusta andar bien vestida. Me gusta la ropa Zara y MNG por la variedad. Y me gustan los aros grandes, aunque estos de perlas son los que más uso.
-¿Qué parte de su cuerpo es la que más admira?
-Las piernas. Dicen que tengo buenas piernas y yo también lo creo (ríe).
-Cuénteme, plis, ¿cuál es el secreto para mantenerse tan regia?
-Mira, yo soy re flaca, pero hago mucho deporte. No soy de ir al gimnasio, me gusta más salir a andar en bicicleta con mis hijos. También juego tenis, aunque le confieso que soy re mala... tal vez por eso me invitan a jugar.
-Pero debe tener alguna dieta, pues...
-Ninguna. La verdad es que yo como poco. Me gusta el ají y la cebolla. Mi plato preferido son las empanadas de locos bien jugosas y los erizos con harta cebolla. También me gusta el vino.
- ¿Cocina usted?
-No, soy mala para la cocina. Lo único que me quedan bien son las pastas, con salsas de todo tipo. Claro que mi marido y mis hijos me reclaman cuando se las preparo por tres días seguido.
- ¿Qué piropos le lanzan en la calle?
-Ahh, la gente es muy cariñosa. Cuando me ven en la calle, me dicen "qué buenamoza es usted ministra". Sólo eso.
- ¿Y su marido no se le pone celoso?
- Por lo menos no dice nada. Se sorprendió mucho cuando salí piropeada en los diarios. Yo lo encontré simpático. Es que no me puedo ofender con eso. Me ofendería más si me encontraran horrible. Además, yo siempre trabajé con muchos hombres y ahora lo hago con mujeres.
- ¿Le duele que le digan la ministra peloláis o la ministra gerente?
-Uno no puede negar de donde viene y su historia. Yo vengo de colegio acomodado y tengo el pelo liso. Pero lo que vale es hacia dónde una va. Yo sé que me van a criticar, no le puedo gustar a todo el mundo, pero tengo la fortaleza para asumir las críticas con humildad.