La carrera terminó con una caja de sorpresas

Preparados, listos, ya! fue el título principal del viernes último de nuestro diario. Y claro, el día anterior había terminado la campaña presidencial con una monumental guerra nocturna de descalificaciones entre Piñera y Guillier.

A la mañana siguiente, coincidentemente, ambos candidatos se hacían cariños forzados frente a las cámaras fotográficas y de televisión en el lanzamiento del nuevo formato de La Cuarta.

Se sentaron en la misma mesa, se rieron y departieron, para luego ponerse de cabeza a enfrentar las próximas horas que terminarían en un domingo plagado de sorpresas. Primero, porque en la última encuesta de los Centros de Estudios Públicos (CEP) de octubre Don Tatán figuraba con un 42%, mientras que el colega periodista y senador aparecía redondeando el 21%.

Con estos antecedentes, la segunda vuelta tenía la firma puesta, ya que Beatriz Sánchez del Frente Amplio aparecía muerta de frío con un 9%. Más abajo, y congelado, a José Antonio Kast, casi desde el suelo, se le recogía con un pobretón 3%.

Si se hubiese "tirado la bolita'', con estos números no habría novedad, pero lo cierto es que lo que pasó en el Superdomingo fue un golpe a la cátedra: la señora Sánchez le pisó los pies a Alejandro Guillier desde que comenzaron los conteos, e incluso en al menos una decena de mesas escrutadas lo ganó. Durante todo el día la candidata del Frente Amplio le respiró en la oreja.

Lo que pocos esperaban

Si bien en esta pasada quedó tercera y fuera de la carrera por el sillón de La Moneda, el potente 20,40% dejó con la boca abierta y muy sentado a cuanto estadista político especuló hasta antes de ayer.

Lo mismo pasó con Kast. El candidato pasó de "rubio'' a "rubiónico'', ya que sus números de la CEP (3%) avanzaron con zancadas nucleares hasta los conteos de anoche. José Antonio agarró el 7,85%. No es malo, pues indiscutivamente miró desde el techo a Marco Enriquez-Ominami y a Carolina Goic.

Para qué hablar de Artés y Navarro. Gracias por participar. De verdad se les agradece. El toque peculiar de la masividad de candidatos nunca es fome en una presidencial. Fue un buen miedo el que metió Sánchez en las urnas, y lo de Kast se convirtió en una excelente lección para los que se juraban roncar en el montón de al medio.

Con lo que pasó, no hay oráculo que vaya a firme con los resultados de segunda vuelta, más aún cuando la ola de negociaciones entre los que continúan y los que no parte hoy y con más ganas que nunca.

Lo claro es que Piñera y Guillier ya se pusieron el traje de huaso, porque por años ha quedado demostrado que en una cueca chilena "no hay primera sin segunda''.

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