Casorio recibió a la Roja en el ring de Rocky

Parece que se acabó el cariñito a la esferas del dragón, cabritos. La Roja cambió ayer los cuicos e ingleses aires de Boston por los de Philadelphia, y al toque el cambió se noto. Y no sólo porque la ciudad donde se filmó la historia de Rocky Balboa dio la bienvenida con ricos 33 grados de calor (más una humedad que deja al jugo cualquier presa), sino que también porque las libertades y relajo se esfumaron.

En el hotel Le Meredien, que será el cubil felino hasta el partido del próximo martes con Panamá, de partida hay pegado un letrero que avisa que nadie que no sea huésped puede penetrar. Hinchapelotas, cazaautógrafos y chicas guapas moviendo el cucumelo fueron exiliadas.

Y, para que no lo pelen que pasa viendo tele, Juan Antonio Pizzi ayer cambió la rutina y sacó a entrenar al grupo de jugadores que fueron suplentes o ni entraron contra Bolivia. El único que hizo horas extras fue Claudio Bravo, que igual acompañó a los que pasan tullidos a las canchas de la U. de Philadelphia, donde entrenarán todos estos días.

Los titulares, en cambio, no asomaron la ñata afuera del lobby del hotel y el PF Alejandro Richino se quedó aplicándoles una rutina de gym regenerativo, sobre todo al Gary que sigue medio apretado. A todo esto, como cahuín se cuenta que Pizzi no lo iba a meter contra los paitocos, pero los cabronazos del plantel alzaron la voz y el “Pitbull” jugó, como siempre quiso.

Matrimonio

La nota cuática del primer día de  la Roja en “Phili”, como se le conoce a la city, es que justo los jugadores coincidieron con un casorio que se celebraba apenas una cuadra más allá y, por lo mismo, la mayoría de los invitados aprovechó de alojar en Le Meredien. La cosa es que el magno evento sirvió para que los gladiadores del escudo nacional recrearan la vista con las guapas invitadas.

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