Cecilia Pérez: De la población Juan Antonio Ríos a La Moneda

La vocera de Gobierno recorrió el barrio de infancia en Independencia. La Cuarta conversó con la vocera sobre su vida en ese lugar, la importancia de su abuela y su vida actual.

La calle Coraceros, en la población Juan Antonio Ríos, Independencia, está revolucionada. Son las 15.30 horas del miércoles 19 de junio y Cecilia Pérez camina por el lugar.

Se acercan vecinos y la saludan. "Te acordái que jugábamos acá al luche, en la calle, no habían rejas", le dice una vecina. La vocera se ríe y remata con un "sí, usábamos las tizas. Y a la vuelta había un almacén y comprábamos helado de invierno, que me encantaban".

Cecilia está a pocos metros de su antigua casa. "Acá es donde me crié, llegué de guagüita. Acá no había rejas, nos cuidábamos todos los del barrio", revela indicando la numeración 1076.

Al caminar por el barrio, recuerda que sagradamente, una vez al mes, su abuela Delfina le preparaba caracoquesos. Con su abuelita hacía todo. La acompañaba a comprar, jugaban y también ordenaban. "Ella era costurera y me hacía el uniforme, toda la ropa, nunca fuimos a comprar nada", cuenta.

En ese sector, que mantiene la fachada de las antiguas casas, vivió toda su infancia. "Luego a mi papá le salió el subsidio habitacional y nos fuimos a La Florida, al paradero 21", confiesa.

La muerte de su abuelita, en la pieza de su casa, la afectó. Es por eso que le costó muchos años volver a la calle Coraceros. Cecilia explica que Delfina la marcó a fuego: "Ella significó mucho en mi formación, era muy dedicada al servicio social, vivía preocupada de que todos estuvieran bien".

Vuelta la página. Al llegar a una plaza, que antes era un canal, Cecilia se detiene y asegura que "siento que mi abuela estaría súper orgullosa, porque siempre me dijo que nunca abandonara la preocupación por el otro".

Confiesa que esa filosofía de vida la ayudó a superar el "episodio Yerko Puchento", cuando la compararon con el personaje "Monga", refiriéndose a su aspecto físico.

"Me enseñó a no pagar con la misma moneda. Que las personas se pueden equivocar, que uno puede perdonar", afirma.

Sentada en un juego, uno muy distinto a los que jugaba de niña, asegura que lo que más le dolió a su familia fue "la descalificación al físico, porque creo que nadie se lo merece".

Amenazas

Luego de una larga caminata, Cecilia se detiene en su antigua casa y toca el timbre. Para su sorpresa, conoce a la persona que vive ahí. Hablan sobre su madre, sus lugares escondidos para jugar y su rol de vocera. "Me veo poco en la tele, pero cuando estoy ahí siento que me brillan los ojos, que tengo pasión por defender cuando hay una mentira contra el presidente o el gobierno", comenta.

Ahí revela que las vocerías las conversa con el presidente, pero "como digo las cosas, en el fondo y la forma, soy yo. No es creíble un vocero maqueteada. Porque la gente se da cuenta".

Sobre las amenazas que sufrió también habla. "Nunca las he querido hacer públicas, porque no me gusta la victimización. Yo era muy activa en las redes sociales, en Twitter, pero ahora lo maneja mi equipo de periodistas, porque siento que es un submundo que hoy está muy agresivo, se crean verdaderas barras bravas, no es el Chile real".

Antes de retirarse, la ministra habla sobre la importancia de la comunidad en el barrio. "Cuando eres capaz que te conmueva lo que le pasa al otro, aportas a tu país, la vocación de servicio público no se realiza solo en el estado o las instituciones del estado, sino también en el barrio", concluye.

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