El monseñor de la orden Capuchina, de nacionalidad española y psicólogo, será el nuevo administrador apostólico de la arquidiócesis de Santiago luego de que el Papa Francisco decidiera aceptar la renuncia del cardenal.
"Esta misión la asumo con tranquilidad, con alegría en Dios y con la fe de que él me ayudará a desempeñarla". Con esas palabras, el obispo Celestino Aós Braco (73) se refirió a su nuevo cargo como administrador apostólico de la sede vacante de la arquidiócesis de Santiago.
El monseñor de la orden Capuchina, de nacionalidad española y psicólogo, confesó que le sorprendió esta designación, que ocurrió luego de que el Papa Francisco aceptó, ayer, la renuncia del cardenal Ricardo Ezzati.
El prelado estará hoy en Santiago y dejará la diócesis de Copiapó, lugar donde estuvo desde el 2014.
Uno de los hechos más significativos que le tocó vivir mientras estuvo en la ciudad nortina fue acompañar a los 33 mineros supervivientes que pasaron 70 días atrapados en la mina de San José, Chile en su visita al Vaticano.
El obispo, que fue miembro de tribunales especiales para estudiar procesos históricos en causas para beatificación y canonización, donde le tocó estudiar el milagro para la canonización del sacerdote Alberto Hurtado, asume en un momento complejo para la Iglesia, donde las denuncias de abusos sexuales en contra de sacerdotes han alejado a los fieles.
Justamente, Celestino Aós, que en 1983 fue destinado a Chile y nombrado vicario parroquial en Longaví, fue uno de los obispos que estuvo en el encuentro con el Papa Francisco.
Ya durante el Te Deum del año pasado, el nuevo administrador apostólico daba luces de su opinión sobre los casos que afectaban a la Iglesia. "Como católicos nos duelen y avergüenzan especialmente los abusos por parte de sacerdotes, clérigos o religiosos. (...) Pedimos perdón a Dios y les pedimos perdón a las víctimas y comunidades. Nuestra petición de perdón es compromiso de corregir cuanto sea preciso y hacer cuanto podamos para que estos hechos no vuelvan a producirse", señaló en ese entonces.
Sólo horas después de asumir, Celestino Aós expresó su primeras sensaciones a los fieles de lo que se podría esperar de él en su nuevo cargo: "No es la hora de las palabras y de las condenas; es la hora de la colaboración, de poner cada uno lo que somos y podemos, aunque sea poco y pequeño, como en mi caso".