César Morales: El baile de mi vida

Es hijo de un carnicero y primer bailarín del Birmingham Royal Ballet de Inglaterra, repasa su trayectoria, la que partió a los 11 años cuando sus padres lo apoyaron para perseguir su sueño.

"Dicen de mí que soy una elección de Dios o de la madre naturaleza, porque no es común que un hijo de carnicero llegue a ser primer bailarín de ballet.

Nací en Rancagua, en 1978. Mi primer acercamiento al ballet fue a los nueve años cuando vi en televisión El Lago de los Cisnes, con Julio Bocca y Sara Nieto. Hasta ese minuto no tenía ningún conocimiento de danza.

Siempre me gustó lo artístico. En la escuela Lo Franco D-310, de Quinta Normal, participaba en todo, leía poemas, bailaba folclore. Me acuerdo que nos invitaron al concurso Crecer Cantando, en el Teatro Municipal.

Por primera vez vi ballet: Anna Karenina ¡Y me encantó! Nunca había visto algo así en vivo, no parecían humanos, era muy bello. Llegué a mi casa y empecé a imitar los pasos, claro que sin saber nada de ballet.

A los 11 años di mi examen de audición en el Teatro Municipal y quedé, pero yo no sabía que eso significaba trabajar todos los días. La gente cree que el ballet es fácil, pero es muy duro.

Iba a la escuela desde las 8:00 hasta 14:00 y desde las 15:30 hasta las 20:00 estaba en el Teatro. Ahí se acabó mi niñez y los amigos del colegio.

Camino internacional

En 1995 me fui becado a The Houston Ballet Academy, tenía 15 años. Mi maestro, Claudio Muñoz, habló con mis padres (Ruth y Manuel) para explicarles que tenía un gran talento y era una oportunidad muy importante.

Me fui solo, iba muy asustado porque no sabía nada, tampoco hablaba inglés. Me empezó a ir muy bien en la escuela. Siempre tuve todo el apoyo de mi familia, trabajé sin parar.

A mi regreso, el maestro húngaro Ivan Nagy (bailarín y director artístico del Ballet de Santiago) me seleccionó para ir al Primer Concurso Internacional de Danza, en Shanghai. Ahí, junto a Natalia Berríos, obtuve el cuarto lugar. A los 16 años me contrataron en el Ballet de Santiago, saltándome la etapa de aspirante. Luego fui solista y a los 18 me convertí en primer bailarín.

Ivan me dio muchas oportunidades. Él era increíble, nos ayudaba en la cosa más energética, el contar historias, brindar algo distinto. Actualmente se da mucha importancia a lo técnico, a la cantidad de piruetas; no se está preocupado de crear una atmósfera, de transmitir un sentimiento, no puedes hacer Romeo y Julieta igual que El Lago de los Cisnes.

Ritos

Antes de una función trato de hacer lo mismo, aunque no siempre resulta. Tomo un café Mocca y me empiezo a preparar dos horas antes. Llego al camarín, me maquillo y una hora antes recorro el escenario. Soy muy autoexigente, me gusta hacer las cosas lo mejor que pueda, siempre pienso que podría haber sido mejor.

Fuera del teatro

En 2009 me detectaron un cáncer testicular y estuve un año sin bailar. Me operaron y estuve con quimioterapia largo tiempo. Fue muy difícil, tuve mucho miedo, uno piensa que se va a morir.

Soy muy feliz con lo que hago, pero hay momentos muy malos, muy tristes. No todo es glamoroso. He vivido episodios de discriminación porque mi color de piel es más oscura o cuando digo que soy de Chile me dicen, ¿y eso queda en México?

Tuve el honor de bailar Romeo y Julieta para el príncipe Carlos y fuimos invitados a tomar té al Buckingham Palace.

Tengo 39 años y aún no pienso en el retiro. No sé si voy a quedarme en Birmingham, pero mi última función debe ser en Chile".

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