Todos los días algunas de las personas que visitan el Palacio de La Moneda aprovechan de arrojar una monedita a la pileta que hay en el Patio de los Naranjos y piden un deseo.
Se podría pensar que esa platita va directo a la chauchera de la Diosa de la Fortuna, para que entregue los números ganadores del Loto, provea de salud y amor o cumpla con un viaje al Caribe.
Numismáticos por esencia, al diario pop le dio por averiguar qué cresta pasa con las sotas, gambitas y quinas que se lanzan a la pileta de la casa de gobierno y que brillan pulento gracias al efecto de la luz.
Guardias
La Presidencia de la República se dirigió a la Contraloría General consultando por el destino que hay que darle a las chauchas que son recogidas por el personal a cargo del mantenimiento del recinto, y el organismo aclaró que existe un procedimiento de retiro y custodia de monedas de la pileta.
La cuestión es que cada dos semanas se realiza la mantención y retiro de las famosas moneditas.
Luego las secan, las cuentan y las ponen en custodia de la Tesorería de la Dirección Administrativa de la Presidencia de la República.
Según Presidencia, tales fondos deben incorporarse al presupuesto de la mencionada tesorería en una cuenta denominada "otros ingresos corrientes".
Luego, el Ministerio de Hacienda debe dar la autorización para poder ocupar el money.
Desde Presidencia aclararon que los montos recogidos son apróximadamente unas 8 luquitas mensuales. Claro que varía dependiendo de las peticiones que le haga la ilusionada gallá a la piletita.
Tras la conclusión favorable de la Contraloría, que señaló que esos fondos pueden pasar al presupuesto ministerial. Se estaría pensando en ocupar la platita para enchular los patios de La Moneda. Claro que esto sería un proyecto a largo plazo.
Las moneditas se han ido juntando peso a peso desde que asumió el Presidente Sebastián Piñera.
Hallazgo
Una de las razones del porqué se pueden ocupar las monedas está en el inciso primero del artículo 624 del Código Civil, que previene que "la invención o hallazgo es una especie de ocupación por la cual el que encuentra una cosa inanimada que no pertenece a nadie, adquiere su dominio, apoderándose de ella".
El inciso tercero agrega que “se adquieren del mismo modo las cosas cuya propiedad abandona su dueño, como las monedas que se arrojan para que las haga suyas el primer ocupante”.
Un joven que arrojaba una moneda señaló a La Cuarta que "pedí por mi familia, para que se mantengan sanitos. ¡Ah!, y algo para mí. Que me llegue el amor".