"Chica" adoptó a gato tras matanza de sus críos

Chillán es escenario de una teleserie que tiene de todo: Drama, una heroína, guaguas perdidas, amor furtivo, asesinatos y un final feliz. Sólo falta la ciega.

En su hogar de calle Purén la comida es abundante, pero el cariño escaso. La perra "Chica" es... chica, café claro y si bien no es muy bonita, tiene la gracia de las hembras que han sido de Chile el sostén.

Aburrida de la indiferencia de sus amos hace su maleta y parte en busca de un futuro esplendor. Piensa que su drama terminará en el taller mecánico "El Drama", porque ahí es recibida con amor por su dueño, Nelson Calderón, un hombre rudo, pero de buen corazón.

La vida licenciosa le cobra la cuenta meses más tarde. "¡Chica está embarazada y será madre soltera, galla!", copuchean las demás perras del barrio. A la hembra poco le importa y tiene a sus cachorros en la comodidad del viejo sillón en que vive.

Como en un buen guión de Moya Grau el calvario del animalito que conmueve a la cuna de las longanizas, recién comienza.

CALVARIO

Dos perros más malos que el Señor de la Querencia curado aprovechan un descuido de "Chica" y atacan a sus hijos. Se los comen a todos, no queda ni uno a quien ella le pueda entregar su instinto maternal. Llora como una perra, y el cariño de los diez maestros del taller no es suficiente para paliar su dolor.

Pasan dos semanas de la masacre y el compadre Jano llega con un regalo para el dueño del negocio. Es un par de gatos de dos meses: Una hembra que no alcanza a ser bautizada porque desaparece a los pocos días, y un macho que recibe el nombre de su cigüeña humana: Jano.

SÚPER MAMÁ

Una semana después de la llegada del gato sucede el milagro. Nelson Calderón se enfrenta a una escena más rara que farandulera con pololo pobre. El hombre cacha que sobre su sillón "Chica" amamanta a "Jano".

Desde entonces ha pasado un año y el regalón sigue pegado a la teta de su mamá adoptiva. El fenómeno ha mantenido un bajo perfil porque los protagonistas casi no salen a la calle.

El resto de los perros del taller no le hacen nada a "Jano", son sus tíos a pesar que encuentran algo raro al sobrino.

"La Chica actúa como mamá. Juega, lo lame, lo cuida. Su único problema es que como su hijo es gato sube a los árboles y ella sólo lo puede mirar desde el suelo", cuenta Nelson.

- ¿Jano se cree perro?

- No, se cree gato, pero quizás habría que ponerle un ratón para estar más seguro.

- ¿Ha visto algo parecido?

- Nunca jamás.

Sebastián Foncea M.

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