Confesiones de una separada: El chico del destino

¿Por qué? ¿Por qué? ¡¡¡Por queeeeee!!! todos los minos ricos de la página de las "sonrisas" -esa App que me dijeron que solucionaría mi vida sentimental- viven fuera de Santiago. Tal vez es una señal divina de que debo regresar a Colchagua, ya las estrellas me lo habían anunciado. Por las noches no veo a Las tres Marías, pero eso de la Santísima Trinidad -aunque me pasé 12 años en un colegio de "monjas" -, nunca la entendí… mi divinidad favorita es Ra, todos los días ilumina mi camino; dicen que es cosa de fe, la misma con la que me miro al espejo y me digo todas las mañanas: "qué guapa que estás". Es que la "traidora" -mi sicóloga que me abandonó para irse al sur- dice que "el cambio parte por uno".

Ella es holística, no religiosa como una ex compañera de colegio, la italiana, que el último jueves de cada mes, día de la junta de excompañeritas, me suelta un: "Clarita, las parejas no se buscan... Dios las envía". Parece disco rayado, pero igual la quiero.

La "traidora" me echa tanto de menos, digamos que se entretiene con los vaivenes de mi alma, que decidió viajar a la capital cada 15 días sólo para escucharme. Ella dice que lo primero es ordenar la "casa", que en cristiano significa ordenar mi cabecita. Me hace hablarle a una silla vacía, dice que así engañamos a mi subconsciente, el que está seguro que ahí está alguien al que "mataría".

Pero si de místicas hablamos, está la "sanadora". Ella supera todo lo que conocía. Como vengo fallada de fábrica, no sólo pruebo minos. Con su terapia, por lo poco que entendí, rompe los patrones familiares -así no repites los errores-, lo que me recordó a los mormones, que basta con que una se convierta en seguidora de Joseph Smith, para que todos los ancestros, al infinito y más allá, sean santificados y entren a la tierra prometida. Mientras estaba en su camilla, con los ojos cerrados y una manta blanca sobre mi cuerpecito, comenzó a pasar un péndulo… tenía que imaginarme envuelta por una luz brillante, pero nada, por más que lo intentaba comenzó a cruzarse, como una cosa del destino, Mario, un chico de la página de las "sonrisas".

Me había enviado un par de mensajes, pero vive fuera de la capital. Le pregunté: ¿eres de Curicó? Un poquito lejos para conocerte". Respuesta: "a mí no me importa la distancia y a ti?" Toda digna, escribí: "Noooooo". Tiene 45 años, no supera el 1,65, vivimos a más de 200 km de distancia -eso que puse como límite de búsqueda 50 km-, pero me ilusionó cuando puso: "son cosas del destino... no crees?" Y, otra vez, el destino. Algo hay ahí, los astros deben estar alineándose porque mientras mis estrellas amigas son las "tres vírgenes", la de él es La Cruz del Sur. Estoy como la Raffaella Carrá, todo indica que tengo que ir al sur.

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