Muchos pacientes toman la decisión de ir al dentista cuando han perdido uno de sus dientes anteriores y su estética se ve afectada. Esto, sin duda, los motiva a consultar y a "arreglar" sus dientes, no sus muelas o dientes posteriores. Es decir, desean realizarse un tratamiento sólo de lo que se ve.
Los dientes involucrados en la línea de la sonrisa son estos seis anteriores más los primeros premolares y, en algunos pacientes, hasta los segundos premolares.
En la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017, el 45,2% de los personas de entre 44 y 65 años, y el 81,7% de los mayores de 65 tiene una dentadura no funcional, es decir, menos de 20 dientes por boca. De esos dientes, la gran mayoría de los perdidos son los posteriores.
La boca es un órgano que cumple distintas funciones, como estética, fonética, masticatoria y deglutoria. La fuerza que ejercen nuestros molares es equivalente a levantar 70 kilos a unos 20 cm del suelo y dejarlos caer.
A medida que avanzamos hacia los dientes anteriores, caninos y centrales, la capacidad de dichos dientes de soportar fuerza disminuye a 20 kilos, aproximadamente. Por lo cual, cuando se pierden los molares, estéticamente a pocos les importa, pero la fuerza de nuestra masticación la comienzan a recibir los dientes anteriores, que no están preparados para esa cantidad de fuerza. Es como caminar en la punta de los dedos de los pies por siempre.
Con esta acción permanente en el tiempo, las dientes anteriores comienzan a sufrir alteraciones, como desgastes, desplazamientos, pérdida de hueso de soporte, fracturas y finalmente se pierden. Si adelante se tiene coronas o implantes dentales o se quieren reemplazar por medio de estos tratamientos, estos irán destinados al fracaso si antes no se fortalece el cimiento de nuestra sonrisa, que son los dientes posteriores, los que están preparados para recibir toda la fuerza masticatoria.
La mejor técnica para reemplazar la función de los molares perdidos son los implantes dentales. Construir sonrisas sin buenos cimientos va destinado al fracaso. Así como un bello edificio, los dientes anteriores son nuestra fachada, y nuestros molares son los cimientos. Carecer de firmes cimientos es el paso previo para que se desmorone nuestra sonrisa, y finalmente se pierda. Debemos reparar los cimientos de la sonrisa, que son los molares, para que esta sea duradera en el tiempo.